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NOTICIAS Y RODAJES

Albert Boadella filma un retrato patético de Franco

'¡Buen viaje, excelencia!' es la primera película del director de Els Joglars.

Rocío García

Aunque enfermo y viejo, impresiona ver a Franco todavía vivo, vestido de militar, sentado en el sofá de un palacio, muy quieto. Se tardan unos segundos de vértigo en reconocer bajo las manchas artificiales de su piel y su color cetrino al actor Ramon Fontseré, elegido por Albert Boadella para interpretar a aquel militar 'mediocre y gris'. Es el retrato impresionista del dictador Franco con el que el realizador teatral Albert Boadella debuta estos días en Madrid como director de cine con la película ¡Buen viaje, excelencia!, protagonizada en sus papeles principales por los actores de Els Joglars, la compañía que fundó y que dirige.

Encargo del productor Andrés Vicente Gómez, el retrato de Franco en ¡Buen viaje, excelencia! es la continuación de todos aquellos retratos que Boadella y Els Joglars han realizado para el teatro (Salvador Dalí, Jordi Pujol, Josep Pla). 'Franco me atrae porque lleva 27 años muerto. Seguramente en el año 76 o 77 no lo hubiera hecho o lo hubiera hecho con una vehemencia que no hubiera sido lo más indicado. Ahora, la distancia, el tiempo transcurrido me permite un cierto escepticismo, que no tranquilidad, a la hora de abordar el personaje. No hay tantos deseos de venganza como había en el año 75 y eso creo que es importante', asegura Boadella, que está rodando en vídeo de alta definición.

'El tiempo transcurrido desde su muerte me permite un cierto escepticismo'

Será un retrato impresionista, no hiperrealista, asegura su director. Con un fondo real, incluso cronológicamente, la película tratará situaciones que sucedieron de verdad y otras que no, pero que pudieron suceder. 'Era un hombre tan plano, tan muermo que por sí mismo no tiene ningún interés, como podían tenerlo Hitler o Mussolini', dice Boadella. Para ello ha provocado situaciones que desarrollan la trama y todo el entorno del personaje. Tiene claro que no será solo una comedia. 'Si hubiera querido hacer una comedia la hubiera hecho en vida de Franco, como hice en teatro con Pujol. Será casi una tragicomedia, mezcla de comedia y patetismo', explica el director, que quiere reservar hasta el estreno de la película la imagen que han recreado del Franco anciano.

¡Buen viaje, excelencia! recrea los dos últimos años en la vida de Franco, aunque con algún flash-back delirante a épocas más potentes como las del Azor. 'Que un hombre de 82 años completamente decadente, senil, fisícamente deshecho continúe dirigiendo y mandando un país de 39 millones de ciudadados que tenemos fama de indisciplinados es una paradoja tan extraordinaria... Son los años en los que la dictadura es más patética', explica el director, que ha querido incluir en el guión una dura autocrítica a su generación por dejar morir en la cama al dictador. 'Cada vez me siento más responsable de aquello que ocurrió. No hay responsabilidades importantes en las generaciones que hicieron la guerra y que después de esa guerra se encontraron ante una ferocidad inaudita por parte del régimen franquista, pero sí hay responsabilidades en nuestra generación, que soportó paciente o folclóricamente una dictadura. Cuando unos ciudadanos no quieren una cosa es muy difícil que no acaben con ella. Por eso he querido retratar los dos últimos años de la vida de Franco. No acabar con la dictadura en los años cincuenta o sesenta era comprensible, pero no acabar con ella en los años setenta, cuando Franco estaba decrépito ¿cómo es posible?', se pregunta Boadella.

El viernes pasado se rodó el último Consejo de Ministros. Franco (Fontseré) se levanta del sofá para presidirlo. Dieciséis ministros le esperan en un lujoso salón con lámparas de araña. Unos cables le conectan a una sala contigua donde aguarda una médica alemana. Franco interrumpe al ministro de Información y Turismo con un toque de campanilla. El consejo se queda en silencio. Los ministros se miran nerviosos. Franco tira una bandeja con estrépito. Hay miedo en la sala. Todo se interrumpe cuando a Franco le da un telele, le tiembla el brazo y la médica tiene que venir a recogerlo. El patetismo de la escena es total.

Con ¡Buen viaje, excelencia!, Boadella parece haber olvidado las malas experiencias que tuvo con el cine. No le da miedo el salto porque asegura que dentro del panorama español se ve capacitado para no hacer el ridículo. 'Me siento muy respaldado, yo me dedico a que las situaciones funcionen dramáticamente. El cine es la contradicción del teatro. Por eso le tenía un gran respeto. No tienen en común ni el público. Es curioso que comencé el rodaje muy fríamente, y a medida que voy rodando me voy apasionando'.

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