Ríos vivos
Es fácil encontrar trabajos fotográficos referentes a la Ría de Bilbao, pero sobre los ríos que la preceden, el Nervión y el Ibaizabal, resulta más difícil. Salvo una pequeña aproximación realizada por Cándido Fullaondo ( Bilbao, 1905- 1976) y publicada en el Cofre del bilbaíno en 1966, cuesta encontrar algún otro trabajo al respecto. Ahora, esta carencia ha sido cubierta por el magnifico libro de José Luis Ramírez (Santander, 1935) puesto en circulación hace unos pocos días. Durante cinco años ha visitado el entorno de estas dos cuencas fluviales, las más notables de Bizkaia, para ofrecernos una visión paisajística-documental de las mismas. Buscando acrecentar el interés que suscita el relato gráfico, además del prologo de José Luis Tolosa, aporta unos textos muy didácticos referidos a los lugares que nos muestra.
La trayectoria de este autor viene de lejos. Son varios los libros que ha dedicado a su entorno más próximo: Bilbao y el territorio de Bizkaia. La idea actual surgió una vez completada su colección Bizkaia: Tradición y paisaje. Memoria de 25 años, publicada en 1997. Reflexionó y surgió un tema sobre el que poder marcar su impronta. Distinto a los anteriores, aunque próximo a los principales conceptos con los que se identifica toda su obra
fotográfica: el territorio ligado a la vida y las huellas que sobre el mismo depositan los hombres. Este antiguo profesor de la escuela de ingenieros buscó referencias sobre las que orientarse para llevar adelante su proyecto. Salvo las que encontró en libros de geografía local o el título A Hudson Landscape del fotógrafo norteamericano Willian Clift, no pudo obtener más ayudas bibliográficas de interés. No es de extrañar ya que los ríos como tema central han sido poco tratados en fotografía por lo que el trabajo de Ramírez puede considerarse como algo verdaderamente novedoso.
El recorrido arranca de la cascada que es nacimiento del Nervión en las Peñas de Orduña, se une en Ariz con el Ibaizabal llegado desde el puerto de Kampazar y termina en el puente de la Peña como pórtico de la ría de Bilbao. La exploración indica un estilo donde se mantiene un formalismo compositivo tatuado por los espasmos de una sensibilidad que hace detener la mirada en lugares insospechados, para plasmarlos con precisión sobre un negativo.
Es un relato enormemente vital, bajando por el río tiene suficiente energía para armonizar, paisajes naturales con variopintos pabellones industriales, sitios de ocio con antiguas iglesias, modernos núcleos urbanos con explotaciones agrícolas dominadas todavía por viejos caseríos, en definitiva todo aquello capaz de crecer en las orillas.
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