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Entrevista:JOHN E. MAYER | Cirujano cardiaco infantil

'La ingeniería tisular curará un 15% de cardiopatías congénitas'

Los procesos cardiacos pediátricos relacionados con el ventrículo derecho y la arteria pulmonar constituyen aproximadamente el 15% de las cardiopatías congénitas o de nacimiento, es decir, las que aparecen durante el embarazo o el parto. La incidencia de estos trastornos, que siempre requieren tratamiento quirúrgico, ha aumentado en las dos últimas décadas hasta situarse en el 1,2% de los recién nacidos a término y en el 2% de los prematuros. El 80% de los casos aparecen en niños con síndrome de Down.

'Pensamos que en un futuro no lejano en torno al 15% de las cardiopatías congénitas se podrán resolver mediante técnicas de ingeniería tisular o de los tejidos. Esto implica el uso de células vivas para la reconstrucción de ciertas estructuras cardiacas. Mediante la ingeniería tisular se crea un conducto valvulado con capacidad para crecer de acuerdo con el desarrollo normal del bebé', afirma John E. Mayer, profesor de cirugía cardiaca infantil de la Universidad de Harvard, en Boston (EE UU).

El uso de células vivas evitará los problemas de las válvulas mecánicas o biológicas

De ese modo, se evitaría la implantación de una válvula mecánica o prótesis artificial, que presenta varios inconvenientes, como el quedarse pequeña cada tres o cuatro años y exigir, por tanto, varias reintervenciones y el incremento del riesgo de coágulos, según Mayer, que ha viajado a Madrid para participar en un curso internacional, organizado por el cirujano español Juan Comas, director del Instituto Pediátrico del Corazón del hospital Doce de Octubre, con la colaboración de la Fundación Ramón Areces y la Universidad Complutense de Madrid.

El equipo de Mayer lleva varios meses desarrollando esta investigación en modelos animales en crecimiento y ha observado que la prótesis obtenida por ingeniería tisular e implantada también va creciendo de forma fisiológica. Se prevé que en unos cuatro años se estudiará en humanos. 'Partimos de la extracción de células del propio paciente', cuenta, 'aisladas de una muestra de sangre o de la médula ósea. Estas células son cultivadas en una estructura, de tal modo que se va formando un tejido, susceptible de adaptarse al nuevo medio y de crecer, y la estructura que lo contiene se disuelve'.

Mayer se muestra optimista y cauto a un tiempo ante la ingeniería tisular en cirugía cardiaca infantil: 'Tenemos un gran futuro. Incluso hay soñadores que piensan que estas técnicas serían extrapolables al trasplante de corazón. Por el momento yo pienso que son inviables para este fin'.

El cirujano de Harvard explica que tan sólo el 0,5% de los problemas cardiacos en los niños son adquiridos. En el 99,5% de los casos son congénitos y de ellos el 70% se detecta por diagnóstico intrauterino mediante ecografía y el 30% restante en los primeros días de vida por auscultación. La mitad de los niños con estos problemas morirían si en los 12 primeros meses no fuesen operados.

Mayer sostiene que en el manejo quirúrgico de todas las cardiopatías congénitas es vital la coordinación entre cirujanos, cardiólogos, intensivistas y personal de enfermería. Aboga por la creación de unidades hospitalarias especializadas, como la que él dirige en Harvard y la constituida por Juan Comas hace cuatro años en el Doce de Octubre. Pese a la complejidad y al riesgo del tratamiento de estos procesos, la forma de trabajar de una unidad de estas características reduce sensiblemente la tasa de mortalidad, que actualmente no supera el 2,5%. Se observa también un notable incremento en la media de niños operados al mes y en la de intervenidos con circulación extracorpórea. Todo ello permite que la mayoría de los pequeños intervenidos sea extubado en las primeras 24 horas de la operación, que sea dado de alta en unos días y que el problema se corrija definitivamente.

Con un estricto seguimiento médico del embarazo y la creación de unidades especializadas de cirugía cardiaca infantil se logra mucho más fácilmente una detección precoz de las cardiopatías congénitas y la instauración del tratamiento más adecuado, según John E. Mayer.

'Así se obtienen', añade, 'unos resultados mucho mejores. Se trata de aproximarse lo máximo posible a lo que ahora llamamos la excelencia en cirugía del corazón en niños. De este modo, conseguimos intervenir precozmente y mejorar el pronóstico de la cardiopatía, bajar los días de estancia hospitalaria, disminuir los costes sociosanitarios y reducir el sufrimiento humano'.

La creación de una unidad de cirugía cardiaca pediátrica se diferencia de la práctica convencional en múltiples aspectos, según Mayer: 'Se agrupa en una misma instancia del hospital a cardiólogos infantiles y cirujanos cardiacos pediátricos. Quirófanos, planta de hospitalización y unidad de cuidados intensivos se ubican en un mismo espacio físico. Para reducir la estancia en cuidados intensivos lo habitual es instalar monitores móviles e individuales en algunas habitaciones, que están conectadas a una unidad central en el control de enfermería'. Mayer subraya que este tipo de iniciativas también incluyen una mayor humanización del proceso: un contacto más estrecho entre familiares, pacientes y médicos.

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