Una puerta al futuro
Resulta poderosamente llamativo que la acción de gobierno, en un tema tan sensible como es la salud de los ciudadanos, pueda estar tan alejada de la realidad en la que viven cientos de miles de personas, tan alejada de sus esperanzas y de sus expectativas y que se acaben confundiendo las convicciones personales, en el plano de la moral, con las necesidades colectivas de la sociedad.
Este fenómeno ha quedado muy de manifiesto con el debate surgido en nuestro país en los últimos años con la investigación sobre las células madre embrionarias. Es cierto que en investigación no todo vale, que es preciso conjugar ética con protección de derechos fundamentales y con rigor científico a la hora de abordar una línea de investigación nueva, máxime cuando implica la manipulación de embriones humanos.
¿Por qué en España, el Ministerio de Sanidad y Consumo ha negado hasta ahora la posibilidad de investigar con embriones sobrantes de la fecundación in vitro? Es difícil encontrar razones convincentes para ello. Por un lado, no se puede hablar de una falta de consenso de la comunidad científica, cuando la propia Comisión Nacional de Reproducción asistida, en los dos informes emitidos hasta ahora, recomienda al Gobierno que se facilite la vía para hacerlo. No comparto, a la luz de los informes que obran en nuestro poder, que existan razones jurídicas, ya que esta investigación queda amparada por el propio convenio de Oviedo y por la propia regulación en vigor en nuestro país, que deja suficiente espacio legal para que la investigación se pueda hacer con los necesarios márgenes de seguridad. Y tampoco parecen existir razones de viabilidad técnica, ya que numerosos investigadores, nacionales e internacionales (entre ellos muchos científicos reconocidos con el Premio Nobel) avalan con sus trabajos las grandes posibilidades médicas que esta línea investigadora plantea para el futuro.
En esta tesitura, las únicas razones que parecen pesar en estas reticencias son razones ligadas a la convicción personal, la moral individual o el más puro desconocimiento. ¿Es más 'moral' impedir la investigación con los embriones sobrantes y cercenar las posibilidades, por lejanas que aún puedan estar, de cientos de miles de familias, de enfermos de diabetes, de Parkinson, que fomentar y facilitar esta investigación con las debidas garantías? ¿Acaso es más 'moral' destruir los embriones no viables que investigar con ellos? ¿Si en algún momento, la investigación extranjera con células madre permite desarrollar un tejido eficaz que puede resolver un grave problema de salud, nos vamos a negar a implantarlo en España por razones 'morales', o entonces miraremos para otro lado?
Desde mi posición como Consejero del Gobierno andaluz no puedo asistir impasible a este despropósito. En Andalucía, el reciente acuerdo que hemos establecido con el investigador Bernat Soria, se inscribe en la apuesta que estamos haciendo por la investigación y por la salud. El Doctor Soria se va a incorporar como consultor en un trabajo concreto de investigación con líneas celulares y con células madre extraídas de embriones congelados sobrantes de la fecundación in vitro que, tras cinco años de congelación, ya no son viables para la reproducción. Esta línea va dirigida hacia la producción de células funcionantes de páncreas y a sus posibilidades de aplicación en el tratamiento de la diabetes. Pero esto no es un proyecto aislado.
Se enmarca en un proyecto de investigación más amplio sobre generación de líneas celulares que, bajo la dirección del prestigioso investigador José López Barneo, se está realizando desde hace ya algunos años en el seno de nuestros centros de investigación básica de Sevilla y que comprende, entre otras, la generación de líneas celulares para el tratamiento del Parkinson y del Alzheimer. Esto es lo que en definitiva garantiza la viabilidad del trabajo que estamos realizando y que vamos a ampliar con la incorporación del doctor Soria. Su encaje en un proyecto sólido y científicamente muy solvente es una fuerte apuesta del Gobierno de la Junta de Andalucía por dar aliento, impulso y amparo a la investigación biomédica.
Esto no creo que deba ser entendido como motivo de polémica ni, mucho menos, de confrontación política. No se debe confundir diferenciación con confrontación, ni se puede impedir que cada cual actúe en base a sus convicciones y desde sus competencias.
El debate del futuro no va a ser ya el de los embriones congelados. Sobre esto no parece que la discusión llegue muy lejos. El debate de futuro será el de la producción especifica de células madre por clonación terapéutica, verdadero nudo de investigación que junto al campo de la diferenciación celular, abre nuevas perspectivas para los implantes de tejidos sin rechazo inmunitario. Solo cabe pedir que este debate se canalice con sosiego y con apertura de miras; desde una posición política generosa, que anteponga los intereses colectivos con las debidas garantías y respeto al ser humano, a posiciones mediatizadas por factores del campo de la 'moral personal'. Nos jugamos mucho en ello.
Francisco Vallejo Serrano es consejero de Salud de la Junta de Andalucía
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