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EL DEFENSOR DEL LECTOR
Columna
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Pulmonía policial

El lenguaje ajeno se cuela en los periódicos con demasiada frecuencia. Lenguaje interesado, claro, para que las cosas parezcan lo que no son.

Álex Grijelmo, en su libro El estilo del periodista, ha espigado un ramillete formidable de despropósitos que se escriben con alguna frecuencia. Puestos a elegir, bastaría uno para ejemplificar esta idea: 'Crecimiento cero'. La contradicción ofende a la inteligencia, pero sigue campando por sus respetos.

Otro tanto ha ocurrido con el lenguaje terrorista. 'Cárcel del pueblo', 'lucha armada', 'grupo armado vasco', son expresiones que parecen casi definitivamente desterradas en nuestros medios de comunicación, aunque todavía se cuele algún 'reivindicar' para decir que ETA se declara autora de un atentado.

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Desde el lado opuesto, el lenguaje policial también hace de las suyas entre los informadores. Aún se puede escuchar o leer que 'la policía se vio obligada a disparar' para reprimir una manifestación, sin limitarse a narrar que hubo disparos.

Pero, últimamente, se ha colado en multitud de informaciones policiales una expresión más sutil, porque no se trata de lenguaje eufemístico, ni justificador, sino de trasladar una especie de hiperactividad que provoca esperanzas en la población..., casi siempre frustradas.

Se trata de la coletilla 'la operación sigue abierta'. No hay actuación de la Policía Nacional, la Ertzaintza o la Guardia Civil, ya sea antiterrorista, contra la droga, contra cualquier tipo de grupo de delincuentes organizado o mafioso que no termine con un expectante 'la operación sigue abierta'.

Los políticos han venido a reforzar esta imagen ilusionante para el ciudadano de bien y rara vez olvidan utilizarla cuando ofrecen una rueda de prensa sobre actuaciones policiales.

Pero el caso es que nadie informa de que tal o cual operación se haya cerrado, ni los periódicos parecen molestarse, tras llevar a sus lectores el alentador anuncio, en averiguar si aquella redada ha concluido o, de verdad, 'sigue abierta'.

Hay tanta actuación policial con puertas sin cerrar que si algún lector atento colecciona 'operaciones abiertas' corre riesgo de pulmonía porque las corrientes informativas que se desatan podrían dejarlo pasmado.

Sería preferible desterrar la expresión -aunque sólo fuese por manida- y sustituirla por cualquier otra que recoja la advertencia policial de que puede haber novedades.

Otro problema serio del lenguaje periodístico se presenta al trasladar al lector la terminología técnica de cualquier orden.

La norma a seguir se enuncia con relativa facilidad: no debe emplearse una jerga sólo accesible a los especialistas en cada rama, pero hay que mantener un razonable rigor para trasladar los conceptos.

'Relleno de mapas'

El jueves día 17, en el suplemento CiberP@ís, se publicó un texto titulado 'El servicio de emergencia de Madrid localiza las llamadas de móviles', firmado por Adolfo Estadella, en el que se intentaba una aproximación definitoria del Sistema de Información Geográfica (SIG) como 'software relleno de mapas'.

Cinco lectores han protestado por lo que consideran un atropello del rigor científico. Eduardo Portuguez, especialista en sistemas informáticos en la presidencia del Consejo de Ministros de Perú; Antonio Gallegos; Vanessa Quiroga, investigadora en Geomática, desde Santander; Mario Galera y José Luis Labarta, han escrito para mostrar con distinto grado de enfado -alguno muy alto- su desacuerdo.

Estadella ha explicado al Defensor que su propósito fue, justamente, evitar una definición que resultase ininteligible para los legos ya que, dice, 'CiberP@ís es una publicación generalista y por eso no intenté ser preciso en la definición, sino acercar el concepto al mayor número de personas, casi como en una metáfora'.

Estadella, que es licenciado en Física y conoce, por tanto, las dificultades de trasladar el lenguaje científico, reconoce que no escribió 'una definición precisa', pero entiende que es necesario 'sacrificar algunas cosas si queremos hacernos entender por el mayor número posible de lectores'.

Uno de ellos, Mario Galera, envía una definición de SIG: 'Sistema de ordenadores para obtener, almacenar, integrar, manipular, analizar y representar datos relativos a la superficie terrestre', que está tomada del diccionario de la Association for Geographic Information.

Quizás lo razonable en casos de este tipo sea ofrecer alguna de las definiciones técnicas que parezcan más accesibles y, junto a ella, una trasposición divulgadora de modo que especialistas y legos puedan quedar conformes.

Venezuela, a flor de piel

La situación de Venezuela parece lo suficientemente encrespada como para que la información sobre aquel país provoque reacciones que sólo cabe calificar de virulentas.

El Defensor recibe, cada día, desde hace meses cerca de una docena de cartas por correo electrónico. Los intentos de derrocar al presidente Chaves provocaron una avalancha de reproches a la información del periódico denunciando supuestas intenciones antichavistas. Tras la última manifestación contra el presidente, de la que el periódico destacó que había tenido un eco muy limitado, la avalancha de quejas sigue, pero esta vez de signo contrario.

Quede constancia del fenómeno por su envergadura, al tiempo que el Defensor se confiesa perplejo, aunque intuya que el problema no está en la información ni en el periódico.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.

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