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Putin parece salir reforzado de la crisis y asegura que nadie pone a Rusia de rodillas

El presidente ruso pide perdón por no haber podido salvar a todos los rehenes

El presidente ruso, Vladímir Putin, instó ayer a luchar contra el 'terrorismo internacional', afirmando que 'mientras éste no sea vencido, nadie se podrá sentir seguro en ninguna parte del mundo'. 'El enemigo es fuerte y peligroso, inhumano y cruel', dijo Putin en una breve alocución televisada que fue trasmitida anoche al país tras el desenlace del secuestro de más de 800 personas en el centro de Moscú. 'El terrorismo debe ser vencido. Y lo será', afirmó. El líder ruso salió ayer airoso de la peor crisis sufrida durante los dos años y medio de su Gobierno, ya que la tragedia del teatro de Moscú no era un accidente como el naufragio del submarino atómico Kursk, sino un desafío consciente a su política.

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Alabado de entrada tanto por su seguidores como por sus contrincantes, hoy el antiguo oficial del espionaje soviético parece más fuerte que nunca. ¿Cómo utilizará ahora esa fuerza y esa influencia? ¿Modificará la política aplicada en Chechenia? ¿La aprovechará para impulsar las reformas económicas y democráticas que el país necesita? Estas son incógnitas que no ha resuelto en su mensaje. 'Hoy por la mañana [por ayer] se realizó la operación para salvar a los rehenes. Se logró algo casi imposible: salvar la vida de cientos y cientos de personas. Hemos demostrado que no se puede poner a Rusia de rodillas. Pero ahora deseo dirigirme ante todo a los familiares y parientes de los que perecieron. No pudimos salvar a todos. Perdonadnos. El recuerdo de los muertos debe unirnos', dijo.

Aunque se dirigiera a sus conciudadanos con el tratamiento de 'queridos', su mensaje fue cerebral y contenido, e incluso la solicitud de perdón sonaba oficial, como guiada por el sentido de lo que había que hacer, pero sin emoción y sin calor. Putin dijo haber acudido a la clínica para visitar a una de las 'víctimas' del secuestro, un privilegio que muy pocos familiares de los rehenes tuvieron ayer.

En los siete minutos que duró el discurso, Putin no pronunció ni una sola vez la palabra 'Chechenia o chechenos' para referirse a los terroristas que habían mantenido en vilo al país y le habían obligado a posponer un importante viaje a México donde debía encontrarse con su colega norteamericano George W. Bush. El presidente se refirió a los terroristas como 'canallas armados' y no se dignó ni siquiera a mencionar a Baráyev, el cabecilla del comando suicida checheno, que fue liquidado junto con la mayoría de los secuestradores.

El líder ruso, que en vísperas de la operación de rescate, se había reunido durante cuatro horas en el Kremlin con los líderes de la Duma Estatal (cámara baja del Parlamento), no dio pistas sobre lo que piensa hacer en la pequeña república rebelde. Sus palabras no contenían pautas para uso de políticos y altos funcionarios sobre cómo abordar el conflicto del Cáucaso. Esta omisión desorienta a los partidos políticos seguidores del presidente, que, de momento, no saben si Putin está reflexionando sobre las decisiones que tomará sobre Chechenia o si pretende seguir con la misma política de antes.

El jefe del Estado ruso tuvo palabras de especial agradecimiento para con los miembros de las unidades especiales que 'sin vacilar, arriesgando la propia vida, lucharon por salvar a la gente' y también para los países amigos que le han prestado 'apoyo moral y práctico en la lucha contra el enemigo común'. La crisis de los rehenes trajo a Moscú a decenas de especialistas de los servicios secretos de varios países, desde EE UU al Reino Unido, pasando por Alemania.

La euforia que se ha apoderado de muchos puede hacer que Putin no saque ninguna lección de lo ocurrido y continúe apostando por la vía militar para terminar con el separatismo checheno. Lo que está claro, es que quienes abogan por negaciaciones están ahora en una posición mucho más difícil que antes del secuestro y más aislados. Con los comicios parlamentarios a fines del año próximo y las elecciones presidenciales a principios de 2004, la campaña electoral está a punto de comenzar, por lo que es previsible que, dados los sentimientos populares, muy pocos estén dispuestos a hablar de la necesidad de sentarse a negociar con los separatistas.

Sea como fuere, está claro que Putin, de acuerdo con la lógica que ha marcado todo su política internacional desde los atentados del 11-S, tratará de aprovechar al máximo la nueva situación, sobre todo en lo que se refiere a sus relaciones con Occidente. En este sentido, algunos observadores sostienen que Rusia ya no pondrá serias objeciones a los planes de EE UU con respecto a Irak.

El presidente ruso, Vladímir Putin (derecha), ayer, durante una visita a un hospital de Moscú donde están internados parte de los rehenes liberados.
El presidente ruso, Vladímir Putin (derecha), ayer, durante una visita a un hospital de Moscú donde están internados parte de los rehenes liberados.REUTERS

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