'Las penas mías son horribles'
Recostado contra la pared, al lado de la puerta de la Unidad Intermedia de Salud de San Javier, en Medellín, permaneció en silencio, más de dos horas, el jueves por la tarde un anciano de inmensas gafas. Con su sombrero blanco y un carriel -cartera típica de los hombres de campo de esta región-, fumaba, sin afán, un inmenso cigarro. 'Las penas mías son horribles', dice cuando se decide a hablar.
Y, poco a poco, habla del hijo mayor de su mujer: 'Ayer lo hirieron en la calle; luego, lo remataron'. Chupa su cigarro y agrega: 'Yo bajé a mirar el cadáver. Pero ahora no lo puedo subir. Aquí estoy esperando a ver si unos amigos prestan un rincón de su casa para acomodar el cajón (ataúd)'.
Poco después, una mujer joven y morena le da la razón: 'Don Arley, si le hacen el favor'. El anciano de 80 años, que convive con una mujer de 46, llamó a la funeraria y dio las señas para que 'descarguen el cajón' en casa del amigo.
Al otro hijastro 'se lo llevó la ley'. El viejo , que ya casi ni ve y por eso se apoya en un bastón metálico, dice: 'Uno cría a los muchachos pero no sabe en qué andan cuando salen a la calle'. Y cuenta que el detenido 'era hasta bobito'. 'Si le dan 60 pesos en monedas no los sabe ni contar'.
Y como hablando solo, se refiere de nuevo al muerto, de 24 años, desempleado.. 'Si hizo algún delito, para eso está la ley; ¿Por qué no lo llevaron a la cárcel? ¿Por qué lo remataron en la calle?'. Cuando se le pregunta quién lo remató contesta alzando los hombros: 'Yo no sé nada'.
Hasta el momento, la Operación Orion, que unos 3.000 efectivos militares y policiales llevan a cabo en la Comuna 13, un barrio de Medellín devastado por la violencia, ha dejado 64 detenidos, según informó la ministra de Defensa, Martha Lucía Ramírez. Treinta y cinco de ellos tenían orden de captura.
'No todos somos milicianos'
Hay más quejas. Otra mujer que viene de una casa bien donde trabajaba de asistenta narra su drama. Quedó desempleada. Llevó a la niña de cuatro años para no dejarla sola en medio de la guerra, la pequeña rompió un vidrio y la patrona la despidió: 'Con la liquidación paga el daño'. Una mujer entrevistada por radio pidió a la policía que no sea ruda: 'No todos aquí somos milicianos'. Su hijo resultó herido en un brazo durante los combates y lo puede perder. Su marido, hospitalizado con una bala en la cadera, está en peligro de quedar paralítico.
Los dos son víctimas de esta guerra de más de un año que ha dejado ya 400 muertos en esta comuna de 20 barrios. El resto de la ciudad, de dos millones de habitantes, tampoco se libra de la violencia: un coche bomba explotó en la madrugada de ayer en el centro y provocó importantes daños materiales, aunque no víctimas. Fuentes policiales, citadas por la agencia Reuters, sospechan que es la primera respuesta de las FARC a la ofensiva.
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