Alemania celebra los 75 años del escritor Günter Grass, su 'ciudadano incómodo'
El presidente Johannes Rau abre los actos de homenaje, que durarán una semana
Uno de los grandes hombres de las letras europeas cumple 75 años. Alemania festejó ayer el aniversario de Günter Grass, escritor, intelectual comprometido con todas las causas de la izquierda, escultor y dibujante, polemista, premio Nobel y, en sus propias palabras, 'ciudadano incómodo' de una sociedad y un país al que nunca ha ahorrado críticas. 'Grass es el patriarca de la literatura alemana', dijo el presidente de la República, Johannes Rau, en el discurso del acto celebrado en el Deutsches Theater de Gotinga. Acudieron decenas de amigos para festejar al autor.
En realidad, Günter Grass cumplió años el pasado miércoles pero ese día prefirió no aparecer ante sus conciudadanos. Pasó la jornada con su esposa, sus hijos y nietos en algún lugar cercano a su residencia habitual que no quiso revelar, y dejó los homenajes para ayer por la tarde. En Gotinga (Göttingen), además del presidente de la República, acudieron a la cita el canciller federal, Gerhard Schröder, y decenas de representantes de la política y las artes de Alemania, en una de las ceremonias de homenaje a un escritor más cálidas y emotivas que se recuerdan.
'Günter Grass fue y sigue siendo un destacado hombre político', señaló Gerhard Schröder en un comunicado oficial. 'Con un marcado sentido de la justicia; con un incansable compromiso a favor de los derechos de los ciudadanos; siempre en busca del diálogo entre cultura y política'. Al margen del justo reconocimiento a la trayectoria cívica del premio Nobel hay que recordar que el escritor tuvo una aparición estelar en un mitin de Schröder, en las elecciones pasadas, después de mucho tiempo apartado de la política activa.
Resultaba curioso contemplar ayer la platea del teatro de Gotinga, en la que se sentaban no pocos de los que, en un momento u otro de los últimos 40 años, han tenido sus discrepancias con el autor de El tambor de hojalata. Antes fiel a su conciencia que a cualquier otro compromiso, Günter Grass abandonó en 1992 su partido, el socialdemócrata (SPD), en desacuerdo con su política sobre la inmigración. También dio un sonoro portazo en 1989 a la Academia de las Artes, de la que fue presidente, porque en su opinión los colegas se negaron a ofrecer cobijo y protección al escritor británico, de origen indio, Salman Rushdie, amenazado de muerte por fanáticos islámicos.
Manuscritos
Y, sin embargo, ha sido precisamente la Academia la que ha organizado en Berlín uno de los actos más interesantes para celebrar este 75 cumpleaños. Una magnífica exposición donde se muestran innumerables manuscritos, variantes de textos y borradores de casi todas las novelas de Grass, cartas, fotos, diarios y los dibujos con los que el escritor casi siempre acompaña sus textos. Todo ello, tras una cuidadosa selección del archivo donado por Grass a la Academia, que contiene no menos de 70.000 manuscritos y 100.000 cartas. El próximo 29 de octubre, está previsto que el autor lea algunos pasajes de su última obra, Im Krebsgang (Al paso del cangrejo).
El esfuerzo, el cariño y el dinero que ha dedicado Alemania al aniversario de Grass resultan remarcables. En Lübeck, su actual residencia y ciudad en la que también vivieron tiempo atrás Thomas Mann y Willy Brandt, se inaugura mañana un museo dedicado al escritor. De madera clara y paredes grises, la Casa Günter Grass contendrá, además de manuscritos y objetos personales del autor, dibujos y algunas de sus esculturas que hasta ahora estaban en manos privadas y que han sido donadas especialmente para el museo. En total, casi 1,7 millones de euros aportados por el Gobierno federal, la Unión Europea y la Fundación Possehl.
Polemista incansable
Grass recibió el Premio Nobel de Literatura en 1999. En su argumentación, el comité sueco afirmó que El tambor de hojalata representa 'el renacimiento de la novela alemana en el siglo XX'. Su publicación, en 1959, supuso un éxito inesperado para una primera novela, comparable tan sólo al que obtuvo Mann con Los Buddenbrook.
Incapaz de dejar de polemizar, Grass tuvo, incluso ayer, dardos para sus enemigos. Por la mañana, en la presentación de su museo en Lübeck, se le preguntó si recibiría en el recinto a Marcel Reich-Ranicki, el pope de la crítica literaria en Alemania y que descalificó de un plumazo la anterior novela del escritor, Ein weites Feld (Es cuento largo). Rápido, Grass sentenció sin pensárselo dos veces: 'Lo mejor es que el señor Ranicki no aparezca por aquí'.
Babelia
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