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Reportaje:

Jaque a la enciclopedia

Google, el buscador más famoso de Internet, compite con los medios de consulta tradicionales

Pablo Ximénez de Sandoval

¿Cómo se llamaba el portero que recibió el primer gol en el partido inaugural del estadio de Wembley en 1923? Si hace sólo dos años tiene usted puesta la radio y en un concurso hacen esta pregunta ni se molesta en buscarlo. Pero el pasado lunes, apenas un minuto después de que Claudio Matas, periodista del programa La ventana de la cadena SER, formulara esta pregunta como reto para los oyentes, las llamadas con la respuesta se pisaban unas a otras en la centralita. El ganador, con toda naturalidad, declaró en antena: 'Lo he puesto en gogue y me ha salido enseguida'. El propio Matas, consciente de los hábitos de sus oyentes, había buscado en Internet antes de hacer la pregunta.

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'Gogue' era Google (www.google.com), el buscador más famoso de la Red, que va camino de convertirse en una especie de herramienta de consulta universal. Al principio (cumplió cuatro años en septiembre) era tan sólo un buen buscador de páginas web en medio de la maraña de Internet. Hoy es un diccionario de palabras e ideas, un traductor, un atlas, un catálogo de imágenes, una base de datos de cualquier tema científico o cultural y hasta un listín de teléfonos y direcciones mundial. Depende del uso que se le quiera dar a un índice de 2.400 millones de páginas web que sigue creciendo al ritmo de propia Red. Si está en Internet, está en Google (pronunciar gúguel).

Pero el lunes pasado, en La ventana, quedó también patente una perversión. El primer oyente que salió en antena dio una respuesta errónea. Para estupefacción de Claudio Matas, también la había encontrado a través de Google. Si dos personas buscan el mismo dato en una enciclopedia es imposible que lleguen a soluciones distintas.

David Casacuberta, profesor de Filosofía de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Barcelona, se declara fanático del buscador y afirma: 'Yo busco hasta datos de mis propias publicaciones para hacer mis currículos'. Sin embargo, advierte contra 'la otra cara de Google. Hay un gran peligro con esta herramienta: lo que falla es la fiabilidad de las fuentes. He visto trabajos universitarios con la misma biografía de Hume copiada o en los que se decía que Wittgenstein era chino'.

Aparte de popularizar datos que, obviamente, no han salido de una biblioteca, Casacuberta advierte de que 'desde que somos conscientes de que todo el mundo busca en Google, existe la tentación de meter información falsa. Ya se dice 'lo he visto en Internet' como si lo hubiera dicho la tele. Hay que contrastar las fuentes'.Hoy en día, para un investigador Google es 'una herramienta fundamental', dice Javier de Felipe, neurólogo del Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 'Está reduciendo en horas y semanas los tiempos de investigación. La biblioteca físicamente no puede contener todo. Dentro de unos años se nos va a olvidar buscar en los volúmenes tradicionales. Por ejemplo, de epilepsia hay 3.000 publicaciones al año que no se pueden acumular, es fundamental poder echarles un vistazo antes de adquirirlos. Si ahora quitáramos Internet habría manifestaciones de científicos'.

La visión de sí mismos que tienen en la empresa justifica ese espíritu de enciclopedia que le están dando los internautas. 'La misión de Google es organizar la información mundial y hacerla universalmente accesible y útil', señala un portavoz de la empresa en Mountain View, California. 'Nuestro objetivo del buscador perfecto ha traído consigo muchos usos interesantes, y no todos estaban pensados en un principio'. Sin complejos. Google tiene vocación de ser depositario de todo el conocimiento de la humanidad y ponerlo a un clic de cualquiera que tenga cerca un ordenador.

Su estrategia comercial va en esa dirección. Ha desarrollado un buscador específico de fotos (http://images.google.com) que peina 400 millones de imágenes en menos de un segundo. También acaba de inaugurar un servicio de noticias (http://news.google.com) que, a través de su robot de búsqueda, ofrece resultados de las versiones digitales de 4.000 medios de comunicación de todo el mundo. Periodismo planetario, actualizado minuto a minuto, detrás de un botón. La novedad ha abierto un debate en la profesión periodística (sin embargo usuaria enfermiza de Google), recogido en The Washington Post por Howard Kurtz: '¿Es el periodismo de la era de Internet una acumulación sin alma de conexiones electrónicas entre negocios mediáticos globales? ¿O requiere un agudo criterio editorial, reporteros que estén al día, columnistas provocativos y una dosis de personalidad?', planteaba Kurtz acerca de la presentación de Google News.

Francesc Navarro, jefe de publicaciones multimedia de Salvat Editores, reconoce la amenaza que esta herramienta le supone al mundo de las enciclopedias y colecciones. 'Llevamos años analizando el impacto de Internet. Nos preocupa que nuestro producto pueda quedar obsoleto', dice Navarro. Opina que 'Internet hace que la gente pueda acceder más rápido a un dato concreto, pero si buscas una biografía de Julio César es mejor buscar la de una editorial de la que te fías. Si tienes 30 biografías, tienes un problema. La información de una enciclopedia está comprobada y seleccionada'. La enciclopedia más grande de Salvat es la Universal, con 140.000 páginas. Se actualiza con cada reimpresión (de dos a tres años).

En su competidora, Editorial Planeta, Sergio Rincón, director del área de productos interactivos, se declara 'ferviente usuario de Google, me parece exquisito. Esta semana he buscado un editor de productos de educación de EE UU y lo he encontrado a través de Google en 10 minutos. Localizar al director de esa compañía me habría costado dos semanas'.

Rincón opina que 'todavía hay mucha gente que para la consulta rápida necesita el papel. Desde luego Google es una herramienta fabulosa para todo. El inconveniente es que es un mar de contenidos brutal. Pero a partir de ahí, la edición de enciclopedias electrónicas no pueden competir con una herramienta así. Nadie va a ser capaz de igualar una base de datos como ésa'. La relación entre ambos es desigual: 'Ahora mismo muchos editores trabajan con Google para elaborar enciclopedias y diccionarios. Digamos que uno es un medio abierto y el otro cerrado. Lo que pasa es que el abierto puede ayudar al cerrado, y al revés, no'.

David Casacuberta no es tan optimista y opina que 'papel contra soporte informático es una batalla perdida'. 'La enciclopedia de mi casa hace años que no la toco', dice el profesor de la UAB. 'Creo que el futuro está en enciclopedias en la Red permanentemente actualizadas y contrastadas. En vez de comprar los 40 tomos comprarás una clave de acceso'.

La página principal de Google, enfrentada a los diccionarios y enciclopedias a los que ha puesto en jaque.
La página principal de Google, enfrentada a los diccionarios y enciclopedias a los que ha puesto en jaque.GORKA LEJARCEGI

El orden revolucionario

La base del éxito de Google está en su método automático para ordenar los resultados de una búsqueda. La primera página web que ofrece es la que más veces aparece citada en otras páginas de Internet. Este sencillo criterio consigue que entre los primeros resultados esté siempre la respuesta que buscamos, ya que son las páginas en las que más confía todo el resto de los internautas que alguna vez se han interesado por ese mismo tema. También garantiza que las páginas obsoletas que hace meses que nadie visita queden en los últimos lugares. La calidad de los resultados permitió a Google, una empresa muy joven, superar a otros buscadores que eran clásicos. Altavista, el segundo más usado del mundo, ordena las páginas según las veces que la palabra buscada aparece en ellas. Lycos añade a este criterio el de número de visitas. Google ha vendido su robot de búsqueda a empresas como Yahoo!, la página web más visitada del mundo.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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