'Opiniones de un payaso', de Heinrich Böll

Está considerado como uno de los escritores más representativos de la literatura alemana del siglo XX y, probablemente, junto a su amigo Günter Grass, es uno de los más populares. Su obra es, con mayor o menor intensidad, la de un intelectual comprometido con su país y con su tiempo. Fervientemente católico, Böll, que publica su primera novela, El tren llegó puntual, en 1949, mantuvo hasta su muerte, en 1985, una lúcida actitud crítica contra el abuso de poder y la injusticia que surgían en la sociedad alemana. Naturalmente, si en una primera etapa -la dura posguerra- los objetivos esenciales de sus denuncias eran obvios, al ser también más evidentes en un paisaje social convulso y desgarrado, en una segunda y larga fase, su capacidad crítica se dirigía hacia los nuevos hábitos institucionales de una sociedad que recorría los más confortables terrenos del consumismo y del libre mercado. En 1974, por ejemplo, publicó su novela El honor perdido de Katharina Blum, adaptada posteriormente al cine, en la que denunciaba los abusos de un periodismo cuya única guía la marcaban las leyes de la oferta y la demanda. Opiniones de un payaso, que mañana podrán comprar los lectores de EL PAÍS por tres euros, es la novela más conocida de quien fue distinguido en 1972 con el Premio Nobel de Literatura. En ella aplica su gran talento, su sarcasmo, comprensión e ironía para señalar, una vez más, las contradicciones de una sociedad empeñada en correr un tupido velo sobre su memoria inmediata.