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La posible huelga en el sector petrolero alarma a los empresarios de México

La patronal critica los titubeos del Gobierno de Fox y de la oposición

Juan Jesús Aznárez

La ausencia de acuerdos estructurales en la transición mexicana y la convocada huelga de Petróleos Mexicanos (PEMEX), que enfrenta al Gobierno con un sindicato de colmillo retorcido afecto al Partido Revolucionario Institucional (PRI), alarman a los empresarios, frenan inversiones y causan dudas sobre la gobernación del presidente, Vicente Fox. Portavoces patronales imputan impericia al Ejecutivo para negociar e imponerse sobre un sindicato capaz de paralizar buena parte del país a partir del primero de octubre.

Su dirección es acusada de haber desviado ilegalmente 123 millones de dólares hacia el candidato priísta en las presidenciales elecciones del año 2000.

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México retrocedió en el Índice de Confianza de la Inversión Extranjera Directa -a pesar de constituir una de las naciones más seguras de América Latina- debido a su proximidad con Estados Unidos, a la estabilidad de sus grandes cuentas y al pobre desempeño o descalabro de otros países de la región. Héctor Rangel, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), admitió que difícilmente será posible crear empleos, multiplicar la inversión y mejorar la competitividad de las empresas sin reformas fiscales, laborales y energéticas profundas. 'Sólo hace falta trabajar en los cambios de fondo que requiere el país', señaló.

Los cambios de fondo no llegan porque el partido gubernamental no dispone de mayoría en el Congreso y porque los operadores políticos de Fox han dado pocas muestras de eficacia, a juzgar por los resultados. La oposición, por su parte, demuestra más egoísmo y electoralismo que sentido de Estado en la mayoría de los casos, según sus críticos. Y cuando no se requiere del Parlamento para tomar medidas, el Gobierno exhibe una mansedumbre que es más vicio que virtud, según Javier Prieto, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin). Su marcha atrás en la construcción de un nuevo aeropuerto internacional, doblegado por una violenta revuelta de campesinos y machetes, fue interpretada por el grueso de los empresarios como una notable muestra de debilidad.

Amenaza de paro

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El nuevo desafío de Fox es peliagudo. El sindicato petrolero, una cueva de ladrones durante decenios, según las denuncias presentadas, agrupa a la gran mayoría de los 130.000 trabajadores de plantilla de la quinta empresa del mundo en el sector. El sindicato reclama un 15% del aumento salarial, pero la razón de fondo de la huelga es otra: su secretario general y su tesorero, diputados del PRI, son reos de corrupción y permanecen atrincherados tras su inmunidad parlamentaria. 'Estamos siendo chantajeados por las personas que están acusadas. No tenemos reclamos en contra del sindicato ni en contra del PRI. Esto es contra de personas específicas que participaron en el desvío de fondos', declaró Fox a la agencia Reuters.

Si la huelga de la compañía estatal, que representa más del 30% del presupuesto mexicano, tiene las repercusiones que temen los empresarios, causaría graves problemas de abastecimiento, y se dejarían de vender 1,5 millones de barriles de crudo a Estados Unidos, con unas pérdidas diarias de 40 millones de dólares. Las consecuencias en el aparato productivo nacional serían más dañinas. La Confederación de Cámaras Industriales pidió medidas para garantizar el combustible de 35.000 empresas.

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