El nazi Papon sale de la cárcel a sus 92 años por enfermedad

Dieciocho años de persecución legal a Maurice Papon, un ex alto funcionario francés que colaboró con los convoyes de la muerte de los nazis y después fue encumbrado por De Gaulle y Giscard, terminaron ayer en la excarcelación de este hombre de 92 años, que se ha pasado los tres últimos entre rejas y al que aún le quedaban otros siete por complicidad en crímenes contra la humanidad.

Un tribunal de París decidió ahorrarle la probable muerte en prisión y el anciano, oficialmente enfermo, abandonó la cárcel por su propio pie, muy pálido, en medio de gritos de 'asesino' y 'Papon en prisión' lanzados por un grupo de manifestantes.

El tribunal ha condicionado sus movimientos futuros a la autorización de un juez. Esa cautela, que impide hablar de libertad completa, es insuficiente para mitigar la indignación de las familias de las víctimas y de muchos políticos, sobre todo de izquierda. No todos: Robert Badinter, el ex ministro que promovió la abolición de la pena de muerte, había pedido que se le excarcelara.

El Gobierno recordó que el presidente, Jacques Chirac, había denegado el indulto a Papon en cuantas ocasiones lo había pedido y que la fiscalía se había opuesto a la liberación; pero este órgano ha decidido no recurrir y, por lo tanto, la sentencia es firme. La condena de Papon fue un símbolo del reproche que merece la brutalidad empleada en las guerras; su liberación parece cuestionar ese avance en la protección de los derechos humanos y paradójicamente, se produce en aplicación de las garantías democráticas. El tribunal ha usado una ley promovida por el anterior Gobierno de Lionel Jospin, que permite excarcelar a presos en riesgo de muerte o cuyo estado de salud sea incompatible con la detención. Dos informes médicos han asegurado que éste es el caso de Papon. Más allá de la emoción causada por la decisión, falta por saber si otros presos de avanzada edad y menor renombre obtendrán un trato idéntico. A las familias de las víctimas y a todos los que se oponían a la libertad de Papon les cuesta entender la excarcelación de quien fue condenado por haber autorizado la deportación de 1.063 judíos hacia campos de exterminio nazi entre 1942 y 1944.

La sentencia fue dictada el 2 de abril de 1998, tras un juicio en el que se probó que Papon era el encargado de la ' oficina de cuestiones judías' en la Prefectura de la Gironda -la región de Burdeos- bajo el régimen colaboracionista de Vichy. El 2 de julio de 1942 se recibió una carta de las SS exigiendo la organización de detenciones y deportaciones de judíos, a la que Papon, entonces en la treintena, dio curso: 'Ha lugar a seguir las órdenes de las SS', escribió. Cincuenta y seis años más tarde, ese documento tuvo un peso decisivo para que se le condenase por 'arrestos y secuestros arbitrarios', constitutivos del delito de 'complicidad en crímenes contra la humanidad'. El antiguo funcionario de Vichy rehizo su carrera política tras la Guerra Mundial, logrando hacerse pasar por miembro de la Resistencia. Prefecto de Córcega, misión 'especial' en la Argelia francesa y el importante cargo de jefe de policía de París, que desempeñó desde 1957 a 1968, bajo la presidencia del general De Gaulle, época en la que también se señala su responsabilidad en la represión sangrienta de una manifestación de independentistas argelinos, el 17 de octubre de 1961, y de otras tragedias que forman parte de las sombras más oscuras de la historia de Francia. Todavía progresó más: en 1978 fue nombrado ministro del Presupuesto, bajo la presidencia de Valéry Giscard d'Estaing. Tenía entonces 68 años de edad y parecía la culminación de una vida.

Sin embargo, siempre queda la prensa. En 1981, el semanario Le Canard Enchaîné inició una serie de revelaciones que llevaron a relacionarle con la antigua oficina de cuestiones judías bajo la ocupación nazi. Después vinieron la tenacidad de Papon en su defensa, su rechazo -televisado- a recibir las fotos de dos niñas judías que murieron en las deportaciones, el juicio y la condena. Aún hubo más: la huida del condenado a Suiza, por negarse a entrar en prisión preventiva antes de que se viera el recurso contra su sentencia. Detenido en Suiza y devuelto a Francia, desde noviembre de 1999 estaba en la cárcel parisiense de La Santé, de donde salió ayer a causa de una resolución que considera más importante garantizar los derechos del cómplice de un crimen contra la humanidad, que las razones de los familiares y amigos de sus víctimas y, en general, de quienes creen que, sin castigos, la brutalidad tendrá una eterna patente de corso en las guerras.