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Reportaje:

'Dopaje' en el gimnasio

El consumo de sustancias para ganar músculo aumenta entre los aficionados, que se inician cada vez más jóvenes

El consumo de sustancias para ganar músculo crece en los gimnasios. Son esteroides, hormonas y diuréticos. Pero también productos veterinarios. Los que se acercan cada vez son más jóvenes. Aunque hay pocos estudios en humanos, los médicos alertan del riesgo que entrañan.

La mochila de Colossus es una pequeña farmacia con esteroides, diuréticos, hormonas, estimulantes, y productos veterinarios. Colossus es culturista aficionado y usa estas sustancias para ganar masa muscular. A sus 24 años, este ingeniero informático asegura que controla lo que toma. Mide 1,92 metros y su peso varía entre 100 y 120 kilos, según la fase de entrenamiento en la que esté.

En esa farmacia portátil, por ejemplo, hay Ganabol, un anabolizante para ganadería. 'Llegamos a pincharnos 12 miligramos a la semana. Es el doble de lo que le corresponde a un toro de 500 kilos', tercia Gonzalo. Gonzalo también es culturista. También es informático. También conoce los anabolizantes.

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No son casos aislados. La Comisión Europea estimó en mayo que un 6% de las personas que acuden regularmente a un gimnasio toma alguna sustancia para mejorar su rendimiento. Los consumidores pertenecen a todos los estratos sociales. En España podrían ser 70.000 personas y cada vez son más jóvenes. Gonzalo: 'Llegan chavales de 16 años preguntando cómo se tienen que pinchar un ciclo de estroides. Les digo que empiecen con dieta, que luego pasen a los suplementos nutritivos, que se informen y que sólo entonces decidan, pero cada vez tienen menos miedo a pincharse. Lo malo es que funcionan, son la varita mágica, y nadie renuncia a mejorar su físico'.

Gonzalo tiene una página web que informa sobre el uso de anabolizantes: 'Si alguien los va a usar, que tenga la información, aunque no recomendamos su uso'. Recibe 700 visitas al día. Está convencido de que los beneficios del uso de esteroides superan a los inconvenientes, que conoce bien: 'Te pueden fastidiar el hígado, sí es grave; te puede dar hipertensión alta, que también es serio; disminuye la testosterona y te puedes quedar un tiempo impotente; te pueden crecer las tetas, pero se opera'. Pero matiza: 'Hay 15 esteroides y ninguno mata al momento. Yo me arriesgo, pero de forma controlada'.

Asier (26 años, 105 kilos) asegura que los médicos saben poco: 'Las dosis que usamos son mucho mayores que las terapéuticas y hay pocos estudios. Ellos saben a nivel teórico, no en el deportivo'. La profesora de Bioquímica de la Universidad Complutense de Madrid Ana Saborido coincide en que es difícil que un médico conozca los efectos a esas dosis: 'Un médico serio no puede saber qué ocurre al inyectarse tres hormonas distintas y medicamentos veterinarios'. Saborido trabaja con esteroides: 'En ratas hemos visto que hay daño en el hígado que a veces no se detecta en un análisis de sangre. Debería preocuparles'.

Francisco José Berral, médico deportivo, profesor de la Universidad de Córdoba lleva 20 años realizando controles antidopaje y matiza: 'No se sabe de forma individual lo que ocurre a largo plazo porque la respuesta y el tratamiento es individual, pero están aumentando en todo el mundo los casos de muerte súbita años después de dejar los anabolizantes'.

Gonzalo explica que un culturista, tras 10 años de entrenamiento y sin tomar nada, puede llegar a los 115 kilos de músculo. Pero no más. Asier se quedó en los 100. Para seguir creciendo recurrió a la química. Colossus llegó al mismo peso en ocho meses. Tenía 21 años cuando, cansado de su barriga y de no progresar en el gimnasio, decidió pincharse esteroides.

Berral achaca gran parte del dopaje a la presión por ganar, por bajar las marcas, pero no es el caso. Esto es deporte aficionado, en España muy poca gente vive del culturismo. Colossus buscaba pasar a un nivel superior, convertirse 'en una especie de superhéroe', ríe. Le bastó con entrenar tres horas a la semana. Más es perjudicial.

Al terminar un ciclo con esteroides se comienza a perder músculo y sobrevienen la ansiedad y la depresión. 'Pierdes músculo y no te gusta, pero con antidepresivos se arregla', asegura Colossus, que niega que exista lo que los psiquiatras definen como vigorexia, la obsesión por ganar músculo.

'No pienso parar hasta que compita y gane', asegura Gonzalo. Colossus tampoco. Asier compite. Puede hacerlo porqueno hay controles antidopaje. Gonzalo asegura que sería hipócrita hacerlos: 'La gente quiere ver tíos de 120 kilos, no de 70, y para eso hacen falta anabolizantes'. Ninguno de los tres culturistas cree que se debería legalizar la venta de los anabolizantes. 'Si ahora hay chavales que hacen burradas, empeoraría', asegura Asier.

'El 80% es ilegal'

Los esteroides se venden en farmacia y, sobre todo, en el mercado negro. En Internet es fácil encontrar fármacos fabricados en Turquía, Colombia o Rusia. 'El 80% es ilegal y no hay forma de saber qué te pinchas. Puedes creer que compras un esteroide y que sea insulina', afirma el culturista Colossus.

El otro 20% se consigue en farmacias. Sólo hace falta una receta falsa o un farmacéutico que se deje la deontología en la rebotica. Nadie controla cuánto venden las farmacias. 'Si vas a unas cuantas farmacias, en una te lo venden', cuenta Gonzalo.

Diego, de 22 años, no pasa de los batidos de proteínas, pero tras varios años en el gimnasio no le extraña nada de lo que ve: 'En un gimnasio al que iba los dueños vendían esteroides'. El Comité Olímpico Internacional realizó en abril un estudio sobre estos suplemento: señaló que un 14,2% de estaba contaminado con sustancias no indicadas en la etiqueta y que podrían dar positivo en un control antidopaje.

Cada ciclo con esteroides (entre dos y tres meses) deja unos 10 kilos de músculo y puede costar entre 400 euros y 3.000 euros (si incluye hormona del crecimiento y hormona tiroidea). La semana pasada el Colegio Valenciano de Farmacéuticos alertó que habían detectado un aumento en la falsificación de recetas de la hormona del crecimiento, que en la farmacia cuesta hasta 600 euros.

La Comisión Europea calculó que sólo en Alemania el mercado negro suponía 100 millones de euros al año. En Europa hay unas 16 millones de personas inscritas en unos 23.000 gimnasios.

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