"Un año después..."
Hoy recordamos con gran tristeza en todo Estados Unidos y en muchos países del mundo los brutales y cobardes ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, Washington y Pensilvania. Aquella mañana, casi 3.000 personas, ciudadanos de más de noventa países, entre ellos España, se levantaron y fueron a trabajar para nunca regresar junto a sus seres queridos. Un año más tarde, todavía me atormenta pensar en la pena y el vacío infligidos a las familias y amigos de las víctimas y, de hecho, a todas las personas civilizadas del mundo. Mi esposa, Julia, y yo participaremos en varios actos hoy, incluido uno con el personal de la Embajada de Estados Unidos en Madrid y sus familiares, así como en otros actos conmemorativos públicos y privados. Con estos actos solemnes, honramos tanto a las víctimas de los ataques terroristas como a los que realizaron heroicos esfuerzos que salvaron vidas. Y al hacerlo, reafirmamos hoy nuestro compromiso con la lucha contra el terrorismo en cualquier lugar, sea de donde sea, donde los terroristas intenten desestabilizar naciones y regiones enteras.
Seguiremos contando con el apoyo de amigos como España, y honraremos la memoria de los desaparecidos hace un año
Cuando el presidente Bush anunció, durante su visita a España en junio de 2001, que 'Estamos hombro con hombro con España en su lucha contra el terrorismo', pocos imaginaron que Estados Unidos sería el siguiente objetivo terrorista. Ha pasado ya un año desde el comienzo de la guerra contra el terror y creo que es oportuno que reflexionemos sobre lo que se ha logrado, y lo que podemos hacer conjuntamente para conseguir nuestro objetivo en lo que será, con toda seguridad, una larga lucha a librar en muchos frentes.
El mundo respondió a los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre con la formación de una potente coalición firmemente resuelta a defenderse. Nuestros amigos de prácticamente todas las naciones y organizaciones del mundo estuvieron con nosotros. Juntos hemos logrado importantes avances contra las redes terroristas internacionales que amenazan nuestra libertad, prosperidad, tolerancia y seguridad. A principios de esta guerra, el pueblo de Afganistán sufría bajo el régimen represor totalitario de los talibanes. Este régimen encerraba a las mujeres en sus casas y les negaba el acceso a la atención sanitaria y a la educación más básica. Los alimentos enviados para paliar el hambre del pueblo afgano eran robados por sus dirigentes.
Los talibanes destruyeron los monumentos religiosos de otras creencias e intentaron imponer sus ideas radicales a través de la amenaza y la violencia. Daban cobijo a Al Qaeda, el grupo que ahora conocemos como el responsable de los ataques del 11 de septiembre. Hoy, el régimen talibán ya no existe y Al Qaeda huye y se esconde. En Afganistán, el país que durante tantos años fue un importante eje del terrorismo internacional, existe ahora un Gobierno interino elegido popularmente que trabaja con la comunidad internacional para arrancar los últimos vestigios de los apoyos terroristas de los talibanes. Más de 1,6 millones de refugiados afganos han regresado a su país, donde están emprendiendo una nueva vida y participando en la reconstrucción de su nación. Hoy las mujeres afganas están entrando en el mercado de trabajo y en las aulas, algunas por primera vez en sus jóvenes vidas. Y participan en el debate político sobre el futuro del país e incluso algunas tienen previsto presentarse a elecciones para cargos públicos. Durante el último año, Estados Unidos ha aportado 420 millones de dólares para la reconstrucción de Afganistán, además de alimentos suficientes para seis millones de personas durante siete meses. Más de 16.000 miembros de las fuerzas armadas de 20 naciones apoyan directamente las operaciones militares en Afganistán, salvaguardando al Gobierno interino, contribuyendo a hacer posible la transición hacia una verdadera democracia, y avalando la voluntad expresada por el pueblo afgano a través del proceso de la 'Loya Jirga' [Gran Asamblea]. Para mí es un motivo de gratitud y orgullo que España haya sido una de las principales voces de la coalición antiterrorista que ha ayudado a derrocar a los tiranos talibanes durante el último año, y ver que sigue colaborando junto con sus socios de la coalición para asegurar una transición política continuada y sin sobresaltos hacia la democracia en Afganistán, así como ayudando al país a hacer frente a su enorme crisis humanitaria. Además de la campaña militar conjunta en Afganistán, más de 60.000 tropas norteamericanas y aliadas, incluyendo a España, están desplegadas por todo el mundo para combatir el terrorismo.
Países como Estados Unidos y España están trabajando ahora más estrechamente para denegar a los terroristas el sustento financiero necesario para la realización de sus perversos planes. Después del 11 de septiembre, la ONU aprobó dos resoluciones vinculantes, las Resoluciones 1390 y 1373 del Consejo de Seguridad, que requieren que los Estados miembros de la ONU congelen los bienes de aquellos que tengan vínculos con el terrorismo. Desde entonces, el Grupo de Acción Financiera Internacional creado después del 11 de septiembre ha emitido ocho recomendaciones especiales sobre cómo combatir la financiación terrorista, y 161 naciones han congelado más de 100 millones de dólares de bienes asociados a grupos terroristas y las personas que los apoyan. Y no se trata únicamente de los talibanes, Al Qaeda o Hamás, por nombrar sólo unos pocos. La lucha global para cortar la financiación vital del terrorismo está teniendo un impacto sobre el terrorismo en España a través de mayor intercambio de información entre nuestros dos países, que a su vez ha dado como fruto la congelación de los bienes de 21 afiliados de ETA. En este sentido, apoyamos firmemente los esfuerzos de España para combatir el terrorismo de ETA. España designó como objetivo número uno durante su turno de presidencia de la Unión Europea a la lucha contra el terrorismo, abriendo el camino para la designación formal de ETA como organización terrorista por parte de la UE. La existencia de una organización terrorista en cualquier lugar constituye una amenaza a la libertad en todo el mundo.
En Estados Unidos estamos trabajando también para asegurar que la terrible tragedia que todos presenciamos el 11 de septiembre no se repita jamás. El Congreso de Estados Unidos ha autorizado la creación del Departamento de Seguridad Nacional, que ya coordina la información recogida por las agencias estatales y federales sobre áreas vitales para la seguridad de nuestro país, como son la seguridad de las fronteras y los transportes, el terrorismo en el interior, inteligencia y aviso previo, y preparación para casos de emergencia. El nuevo departamento no es un Gran Hermano como lo caracterizan algunos. Tiene el respaldo de la gran mayoría de los estadounidenses, cuyas libertades y derecho a la intimidad siguen protegidos por ley.
Hemos estado llevando a cabo también un análisis extenso y continuado de las prácticas en materia de concesión de visados en cuanto se relaciona con la seguridad de nuestras fronteras y nuestra nación. Tenemos nuevas leyes que exigen un examen más exhaustivo de los solicitantes y hemos mejorado la tecnología y ampliado el intercambio de información entre el Departamento de Estado y las agencias de seguridad e inteligencia.
A pesar de estos avances y victorias, la batalla contra el terrorismo está lejos de ganarse, y la amenaza a la seguridad del mundo y al modo de vida democrático también está lejos de eliminarse. Los agentes de Al Qaeda y asesinos de esa índole, aunque carezcan del santuario sin obstáculos de Afganistán, siguen planeando y realizando actos terroristas. Los terroristas palestinos desbaratan las esperanzas de una resolución pacífica del largo conflicto sangriento y desestabilizador de Oriente Próximo. Los terroristas siguen afligiendo a Colombia, Filipinas, Argelia, España y otras naciones en todas las regiones del mundo. Extremistas actuando supuestamente en nombre del pueblo de Cachemira han aumentado rápidamente su agresiva utilización del terrorismo, empujando a India y Pakistán hasta el borde de una guerra entre dos potencias nucleares que puede llevar sufrimientos inimaginables a los pueblos de la región.
Al actuar frente al terrorismo, debemos recordar que nuestros enemigos no permanecen quietos. Los ataques que hemos sufrido nosotros y nuestros aliados desde el 11 de septiembre, incluido el ataque con bomba contra el consulado de Estados Unidos en Karachi el 14 de junio, dejan penosamente claro que los terroristas pueden adaptarse, y que lo hacen. Queda patente también, a partir de revelaciones en Estados Unidos y en otras partes del mundo, que algunos pretenden aumentar la devastación y la destrucción de sus actos terroristas mediante el uso de armas de destrucción masiva. Al Qaeda y grupos e individuos afines siguen empleando sus redes internacionales, utilizando todas las herramientas de la globalización para sus nefastos fines, buscando y aprovechando los fallos en las defensas globales contra el terrorismo.
Se ha logrado mucho en el primer año de la guerra contra el terror, pero esta lucha requerirá vigilancia, perseverancia y sacrificio durante muchos años más. Combatir el terrorismo debe seguir figurando como prioridad en todas las regiones del mundo. Estados Unidos y otros países con capacidades en materia antiterrorista deben ayudar a los países menos experimentados de la coalición a reforzar las suyas. Tenemos que mantener y ampliar la cooperación internacional, requisito previo para tener éxito en la campaña contra el terrorismo. Ninguna nación puede triunfar en esta campaña sin contar con aliados y socios. Tenemos que seguir firmes en la confianza de que lo que hacemos conjuntamente lo estamos haciendo para conseguir un mundo más justo, más próspero y más pacífico.
Seguiremos contando con el apoyo de amigos como España, y honraremos la memoria de los que desaparecieron hoy hace un año. Queremos reiterar nuestra gratitud a esta gran nación por su inquebrantable apoyo en ese día trágico -apoyo que ha continuado desde entonces- y porque seguimos unidos en esta causa justa.
George L. Argyros es embajador de Estados Unidos en España.
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