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El índice de trasplante renal con donante vivo en Europa está muy por debajo del de EE UU

La media estadounidense es del 50% de las operaciones, frente a un 3% a este lado del Atlántico

El trasplante es la mejor alternativa para las personas que padecen insuficiencia renal crónica. Bajo esta máxima, el paciente susceptible de recibir un riñón puede aguardar un órgano procedente de un cadáver o recurrir a un donante vivo. Esta última opción evita el paso del enfermo por la lista de espera y permite obviar la diálisis, a lo que hay que sumar que el riñón trasplantado responde 'muy bien' desde el principio. Sin embargo, en la mayor parte de los países europeos este procedimiento sólo se usa en el 3% de las operaciones, frente al 50% de EE UU, según el cirujano de la clínica Mayo de Rochester Mikel Prieto.

Una veintena de especialis-tas procedentes de la clínica Mayo de Rochester, en Minnesota (EE UU), y de varios centros hospitalarios de España se dieron cita recientemente en San Sebastián para impartir un seminario sobre los últimos avances en diálisis y en el trasplante de riñón, que se enmarca en los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco. En este contexto, el cirujano Mikel Prieto, director del curso, puso el acento en las diferencias que existen entre EE UU y Europa a la hora de aplicar la posibilidad de realizar trasplantes renales de donante vivo, a pesar de las 'ventajas' que presenta esta opción.

En el 95% de los casos, el órgano del donante vivo funciona muy bien desde el principio
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Prieto (San Sebastián, 1960) explica que una de las excelencias de contar con una persona viva que dona un riñón es que el trasplante se puede hacer 'rápidamente', sin que el paciente con insuficiencia renal tenga que esperar meses o años un órgano de cadáver. Es más, ofrece la posibilidad de realizar el trasplante antes de que el enfermo se vea obligado a iniciar la diálisis, un tratamiento que le 'ata' a una máquina 'cuatro o cinco horas al día, tres días a la semana', dice. Y añade que para entrar en la lista de aspirantes a un riñón de cadáver hay que estar sometido a diálisis.

El riñón donado por una persona viva es 'más sano', y 'en el 95% de los casos funciona muy bien en el trasplantado desde el principio', lo que se traduce en una recuperación más rápida del paciente. En cambio, el riñón procedente de cadáver 'no funciona inmediatamente en el 40% de los casos'. 'Lo conectas y, poco a poco, se va recuperando del 'insulto' que supone haber estado en una bolsa de hielo', indica Prieto, por lo que 'muchos trasplantados de cadáver necesitan un tiempo de diálisis'.

Y el donante, ¿corre algún riesgo? 'El trasplante renal de donante vivo se lleva practicando en EE UU medio siglo y no hemos registrado problema alguno', asegura Prieto. El cirujano precisa que, 'obviamente', el donante necesita un tiempo de recuperación tras la extirpación de uno de sus riñones. Un tiempo que, cuando se utiliza la cirugía laparoscópica (la incisión no supera los diez centímetros), se reduce notablemente: el donante está ingresado sólo dos días, tras los que necesita un par de semanas para volver a su vida habitual. 'A largo plazo', el donante no necesita medicación alguna ni ve resentida su calidad y esperanza de vida, afirma Prieto.

Pese a las 'ventajas' expuestas por Prieto, el índice medio de trasplantes de riñón con donante vivo no supera el 3% en la mayoría de países europeos. España está por debajo, con alrededor de un 1%. La excepción la protagonizan los países nórdicos, con cifras que oscilan entre el 30% y el 40%, según los datos aportados por el cirujano. En cualquier caso, Europa está lejos de EE UU, donde este año ha habido por primera vez más donaciones de riñón de vivos (51%) que de cadáver (49%). La distancia se agranda aún más si se toma como referencia la clínica Mayo, que el año pasado realizó el 89% de los trasplantes de riñón con un órgano de vivo. En un 70% de los casos el trasplantado no había llegado a precisar diálisis.

¿Por qué estas diferencias? Prieto apunta que Europa no tiene unos problemas de listas de espera tan grandes como EE UU, porque el número de donaciones es más alto, una situación que, a su juicio, ha podido ralentizar el interés por el trasplante de donante vivo. No obstante, el número de donaciones de cadáver no cubre la demanda. Pero el cirujano también observa un cierto rechazo por 'cuestiones éticas' a operar a una persona, el donante, que no está enferma.

El doctor está convencido de que los enfermos renales de este lado del Atlántico 'van a informarse y van a empezar a demandar que se les ofrezca la posibilidad del trasplante de donante vivo'. 'No abogo por que esta opción se convierta en la única, pero sí por que se ofrezca al paciente y éste elija', recalca Prieto, quien recalca lo mucho que se reducirían las listas de espera.

Una fundación para informar

José Luis Serra llevaba tres años y medio sometiéndose todas las semanas a diálisis. 'Te deterioras, te sientes limitado y triste por estar atado a una máquina', recuerda. Su nombre estaba incluido en la lista de enfermos que esperan un trasplante de riñón procedente de un cadáver en España: 3.986 pacientes en el año 2000, según los últimos datos registrados por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). Pero el pasado 6 de junio su vida cambió. Tras toparse con ciertas reticencias en España, ese día pasó por el quirófano de la clínica Mayo de Rochester, donde el cirujano Mikel Prieto le trasplantó un riñón donado por una persona viva, su hermana. 'A las 20 horas de la operación ya estaba andando por los pasillos, y a los cuatro días me encontraba en el hotel', relata Serra. Y añade: 'Mi hermana -a la que le fue extraído un riñón por cirugía laparoscópica- está perfectamente'. A la vista de los buenos resultados, Serra, ya de vuelta de EE UU, ha decidido buscar los apoyos necesarios para crear 'una fundación o una asociación', cuyo objetivo será 'divulgar e impulsar la posibilidad del trasplante de riñón de un donante vivo', apunta. Con la esperanza de que la fundación pueda echar a andar en breve, Serra explica que su idea es dirigir la campaña de información a los propios pacientes que sufren insuficiencia renal crónica y a las personas de su entorno, a las que se tratará de hacer ver que ser donante de un riñón 'no es traumático ni implica grandes riesgos'. Los médicos y la Administración pública serán asimismo destinatarios del mensaje. 'La Administración debe favorecer la formación de los médicos', señala Serra, quien subraya que el aumento de trasplantes de riñón de personas vivas 'abarataría los costes médicos', pues 'se pueden hacer sin que el paciente pase antes por diálisis'.

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