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Aldo Rubén Pignanelli | PERFIL

El 'culebrón' del presidente

Alejandro Rebossio

Desde que asumió la presidencia del Banco Central de Argentina, Aldo Rubén Pignanelli ha protagonizado un culebrón con el ministro de Economía, Roberto Lavagna. La pelea pública sobre la reestructuración del sistema bancario y la independencia del banco central respecto del Gobierno ha generado rumores sobre la renuncia de este funcionario de alto perfil. Por ahora se queda.

Nacido hace 52 años en la provincia de Entre Ríos (vecina de Uruguay), Eduardo Duhalde lo nombró titular del banco por recomendación de su antecesor, Mario Blejer, que había dimitido por rencillas con Lavagna. En pleno recambio, el ministro de Economía intentó entrometerse en el banco central: reestructuró el departamento de relaciones públicas y separó a un directivo de confianza de las entidades privadas. Pero Pignanelli, cuarto presidente del banco en un año, debutó el 25 de junio pasado deshaciendo esas intromisiones. Algunos analistas temían que sin Blejer se perdiera la autonomía de la autoridad monetaria. Pero su sucesor, pese a su condición de afiliado al peronismo (en el Gobierno) y amigo de Duhalde, los tranquilizó.

La principal batalla de Pignanelli contra Lavagna se libró en el corralito (congelación de depósitos). El titular del banco central propuso que se liberaran de inmediato las cuentas a la vista y se canjearan todos los depósitos a plazo por títulos públicos. Cosechó el respaldo de los bancos privados. Viajó a Washington, sin el apoyo de Economía, para conseguir el aval del FMI.

Las últimas escaramuzas se produjeron por la discusión sobre quién de los dos dirigirá el organismo que reestructurará el sistema financiero. Pignanelli ha declarado que sobrevivirá la mitad de los 110 bancos existentes. Economía consideró imprudente el pronóstico. Otro punto de discusión se generó sobre el futuro de los bancos estatales: Pignanelli propone fusionarlos y Lavagna, lanzar una oferta pública de valores.

El Senado aún debe ratificar la designación de Pignanelli. Y, si deja la función pública, volverá a su empresa, Burletex, que fabrica burletes para el Peugeot 504. La devaluación le abrió la posibilidad de exportar a Nigeria, único país donde aún se produce ese modelo. Así, Pignanelli está entusiasmado con la recuperación de depósitos, la mejoría fiscal, la balanza comercial y el tipo de cambio estable desde hace tres meses. 'Esto es casi una fiesta', afirma ante un país con el 21% de paro, un 53% de pobres y cuatro años de crisis económica.

SCIAMMARELLA

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