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Un testigo albanokosovar declara que los serbios culparon de sus crímenes a la OTAN

Un guerrillero describe una matanza en Kosovo durante el juicio a Milosevic en La Haya

'Algunos se tiraron al suelo al darse cuenta de que los serbios nos estaban asesinando', contó ayer un albanokosovar al rememorar ante los jueces del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) de La Haya, todavía con angustia, la matanza de la prisión de Dubrava (cerca de Istok, noroeste de Kosovo) en mayo de 1999. Con su declaración en el juicio contra Milosevic, el testigo reconoció que los bombardeos de la OTAN contra Serbia ocasionaron muertes de civiles inocentes y aseguró que las tropas serbias las utilizaron para tapar sus propios asesinatos.

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La matanza, en la que murieron más de 150 prisioneros, fue una represalia de los soldados serbios después de que los aviones de la OTAN bombardearan la cárcel (situada al noroeste de Kosovo) en una acción que se cobró la vida de 19 personas, según Musa Krasniqi. Profesor de física de 40 años, Krasniqi, que estaba cumpliendo condena por ser miembro del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), aseguró que la OTAN realizó dos ataques, los días 19 y 21 de mayo de 1999.

Tan sólo un día después de este último, los guardias de la cárcel ordenaron a los detenidos, todos albanokosovares, que formaran en el patio con la excusa de que iban a ser trasladados 'para garantizar su seguridad'. Las sospechas que levantó en algunos la orden de quemar todos sus documentos no evitó que la mayoría de los detenidos, unos 800, cumplieran las órdenes.

'Cinco segundos más tarde empezaron a dispararnos desde todos los lugares, utilizaban granadas, bazokas, armas semiautomáticas...', relató Krasniqi, sentado frente a los magistrados y sin mirar a Milosevic a la cara. El testigo consiguió huir cuando los soldados recargaban sus armas y se refugió junto a otros en los edificios de la cárcel.

El albanokosovar, que no pudo precisar si la matanza fue planeada por las tropas serbias para acusar a la OTAN aprovechando la situación, aseguró que las autoridades de Belgrado llevaron al centro penitenciario a algunos periodistas pocos días después. Ante el grupo, integrado por representantes de los medios de comunicación serbios y uno griego, los guardias contaron los cuerpos y les dijeron: 'Esto es lo que ha hecho la OTAN', relató.

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En la misma línea se mantuvo ayer el ex presidente yugoslavo, que actúa como su propio abogado defensor, negó que los guardias fueran responsables de la matanza y aprovechó para repetir sus acusaciones contra las 'atrocidades cometidas por la OTAN'. 'Estamos de nuevo ante una manipulación', dijo.

Culpar a la Alianza de las muertes y de las huidas de los albanokosovares es una de las líneas básicas de la defensa del ex presidente yugoslavo, que recurre también al argumento de que las acciones de las tropas serbias no fueron nunca contra la población civil, sino respuestas al 'terrorismo'.

El testimonio de Krasniqi será respaldado hoy por la periodista de la BBC, Jacky Rowland, que visitó la cárcel poco después de la matanza. La que fuera corresponsal de la televisión británica en la antigua Yugoslavia, tan sólo pudo prestar juramento antes de que los jueces levantaran la sesión apremiados por el tiempo. Ya antes de la pausa estival, las jornadas del juicio quedaron reducidas a las horas de la mañana, debido a que el exceso de trabajo y la falta de salas y magistrados obliga repartir las horas del día entre varios casos.

Los jueces han manifestado el temor a que este juicio se prolongue demasiado tiempo agotando tanto al acusado como a los fiscales, un temor que ahora se puede hacer realidad ante la mala salud del ex presidente yugoslavo. De ahí que en varias ocasiones hayan obligado a la fiscalía a reducir el número de testigos y se haya establecido una regla que permite admitir algunas declaraciones por escrito. Con todo, el juicio se prolongará con seguridad hasta 2004.

Imagen de mayo de 1999 de cadáveres de presos en la cárcel de Dubrava, Istok (noroeste de Kosovo).
Imagen de mayo de 1999 de cadáveres de presos en la cárcel de Dubrava, Istok (noroeste de Kosovo).REUTERS

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