Un octogenario mata en Madrid a su esposa y después se suicida
El homicida, ex oficial de la Guardia Civil, degolló a la mujer en el salón
Madrid sufrió ayer un nuevo caso de violencia doméstica. Gerardo García Pérez, ex teniente de la Guardia Civil de 89 años, degolló a su esposa, Carmen Pinilla Palomares, de 90 años, en el distrito de Villaverde. El supuesto homicida se suicidó instantes después lanzándose al vacío desde su piso, el sexto, letra A. La hija menor del matrimonio, Pilar, de unos 50 años, que residía con sus padres, tuvo que ser atendida por un psicólogo de una fuerte crisis de ansiedad.
Las dos muertes se produjeron sobre las 12.45 en el número 8 de la calle de Lezo, cuando García Pérez subió a su casa tras dar una vuelta por el barrio. Sin que mediara discusión entre ambos, cogió un cuchillo y le cortó la parte izquierda del cuello a su esposa. Ésta se encontraba sentada en un sillón del salón. La herida le produjo la muerte en el acto.
Seguidamente, el hombre se tiró desde su terraza. Murió del impacto contra el suelo. Un comunicante anónimo llamó al teléfono de emergencias 112 y pidió ayuda al ver el cuerpo de García Pérez tendido en la acera. Cuando llegaron los efectivos del servicio de ambulancias municipales no pudieron hacer nada por su vida, ya que la caída le había provocado la muerte en el acto.
Al regresar a su casa, unas vecinas le comentaron a la hija menor del matrimonio, empleada en unos grandes almacenes, que su padre se había suicidado al tirarse desde la terraza. La mujer no prestó crédito a este comentario y, al subir a su piso, halló el cadáver de la madre, lo que le produjo una crisis de ansiedad.
Los vecinos de las víctimas destacaron que nunca había habido problemas de malos tratos ni discusiones dentro del matrimonio que tenía otros dos hijos. La pareja residía en la calle de Lezo desde que fueron construidos los pisos, hace unos cuarenta años. 'Era gente muy educada, de la que nunca se oían problemas. Jamás ha tenido que venir la policía a su casa', señalaron.
La mujer fallecida no salía a la calle, ya que problemas de movilidad se lo impedían. Él se encargaba de hacer la compra. Habitualmente daba paseos cortos por el vecindario. Los vecinos destacaron que ninguno de los fallecidos tenía sus facultades mentales alteradas.
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