La UE convoca una cumbre en Berlín para hacer frente a las inundaciones
La ópera y la pinacoteca de Dresde quedan anegadas, pese al esfuerzo de miles de voluntarios
De nada sirvieron los esfuerzos de miles de voluntarios que desde el martes trataron de impedir el avance del agua con sus sacos terreros. Casi todo el casco antiguo de Dresde, que alberga joyas arquitectónicas como la Ópera Semper y el palacio Zwinger, se inundó ayer por una crecida del Elba que batió todos los registros históricos. Hasta 30.000 personas abandonaron a toda prisa sus casas en la capital sajona y huyeron de una riada que, muy posiblemente, en los próximos días ocasionará similares destrozos río abajo, en ciudades como Magdeburgo, donde miles de habitantes han huido.
Los dirigentes de los países afectados por las inundaciones se reunirán mañana en Berlín, en un encuentro al que asistirá el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, para adoptar medidas de urgencia en las regiones afectadas. Prodi visitó ayer Praga, donde el Gobierno estimó que los daños por las riadas en el país ascienden a 2.000 millones de euros.
En Alemania ya de nada sirvieron ayer los mapas históricos del llamado diluvio sajón, una gran inundación ocurrida en 1845 que las autoridades de Dresde venían consultando para tratar de dilucidar el cauce que podría tomar esta riada de 2002. Desde la noche del jueves se superó la correspondiente marca histórica del nivel de agua del Elba, 8,77 metros. Y el río no paró de crecer en toda la jornada, situándose a 9,24 metros en la tarde, mientras seguía subiendo a un ritmo de dos o tres centímetros por hora. Cinco veces más de lo normal, demasiado para una ciudad construida al lado de un río y, sobre todo, para aquellos barrios que sólo se sitúan a unos cuantos metros de la orilla. Como el casco antiguo, el mismo que, en los últimos años, había vuelto a resplandecer tras décadas de desidia y precariedad impuestas por el socialismo de la República Democrática Alemana (RDA).
No hubo modo de evitarlo: las plantas bajas de la Ópera Semper, del palacio Zwinger y de la Frauenkirche, cuya fachada y cúpula aún se reconstruyen tras haber sido destruidas en los bombardeos de 1945, volvieron a quedar anegadas, como ya sucedió el pasado martes, cuando se desbordó el Weisseritz, otro río menor, que también atraviesa la ciudad. La mayor parte de las obras de arte que se encuentran en estos edificios han podido ser rescatadas, pero los daños en murales, esculturas y dispositivos técnicos serán inmensos debido a la crecida, cuyas dimensiones sólo los más pesimistas alcanzaron a imaginar.
Escenas críticas se vivieron también en varios barrios residenciales de Dresde, donde los habitantes -hasta 30.000 personas, según estimaciones de las autoridades- tuvieron que ser evacuados. Cerca de un tercio de esta ciudad de 470.000 habitantes permanecía ayer sin electricidad, teléfono ni agua. Aunque el punto máximo de la crecida ya parecía cercano anoche, se temía que alguno de los puentes que atraviesan el Elba acabara por ceder a la presión de las aguas. La situación era aún más dramática en varias poblaciones de los alrededores, algunas de ellas completamente cercadas por la interminable y turbia corriente, con sus habitantes guarecidos detrás de diques improvisados con sacos terreros.
Alemania, en suma, seguirá viviendo durante días un estado de emergencia que hasta el momento sólo ha hecho necesarias aportaciones inimaginables hasta hace una semana, como la de EE UU, la OTAN y otros Estados, que están enviando equipos de rescate a la tercera economía del mundo y país más rico de la UE.
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