Una caravana contra el 'efecto Mateo'
Médicos del Mundo ha prestado asistencia ambulante a más de 1.200 prostitutas en las calles de Sevilla
La prostitución es un mundo regido por el efecto Mateo. Los trabajadores sociales, como Valentín Márquez, denominan así una tendencia que aprecian en los ambientes marginales: 'Al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará'. El programa de Médicos del Mundo de atención ambulante a toxicómanos y prostitutas lucha contra el efecto Mateo desde hace nueve años en Sevilla. Una caravana recorre cuatro días a la semana varios barrios de la ciudad (Sevilla Este, Alameda, Nervión, Carretera de Utrera y Polígono Sur), donde se concentran mujeres que comercian con sexo, para concienciarlas de la necesidad de que se protejan frente a enfermedades de transmisión sexual y, de paso, acercarlas a los recursos de atención sanitaria normalizados como el Centro de Enfermedades de Transmisión Sexual.
'Lo he comprobado por experiencia, cuando bajas la tarifa te humillan más'
En los últimos meses, la organización ha ha ampliado su programa a locales de alterne de Sevilla -una iniciativa que se desarrolla en Málaga desde hace tres años- donde imparten talleres sobre sexo seguro, vacunan a las mujeres contra la hepatitis B y entregan preservativos. En sus nueve años de atención ambulante por Sevilla han atendido a más de 1.200 prostitutas.
El temor al VIH, además de campañas permanentes como la de Médicos del Mundo, han generalizado el uso de condones entre las prostitutas. 'Soy toxicómana y puta, pero soy inteligente', zanja una mujer, después de recoger preservativos en la caravana que atienden Valentín Márquez y Juan Antonio Díaz. No piensa lo mismo de todas sus compañeras: 'Son muy inconscientes, algunas follan así por seis euros más'.
Ciertos clientes acostumbran a ofrecer más dinero por prescindir de los condones. Hay quien acepta, aunque apenas nadie lo reconoce. 'Si no se lo pone, que se la menee el solito', espeta una chica joven de lengua y cuerpo afilados. Trabaja en la zona de Nervión, donde la presencia de inmigrantes se ha disparado en los últimos años, al igual que en Sevilla Este, donde las recién llegadas no tuvieron una gran acogida entre las autóctonas.
En Nervión, las africanas se apostan en las mismas calles que las españolas, pero las mujeres que proceden del Este de Europa prefieren mantenerse alejadas y se exhiben cerca del estadio Sánchez Pizjuán. No pasan inadvertidas para los automovilistas: apostadas en una gran avenida con ropas ceñidas, pinturas llamativas y cabellos de rubio casi blanquecino. Pero la gran diferencia respecto a las africanas y españolas es su planteamiento vital. Trabajan sólo el tiempo suficiente para ahorrar dinero y retornar a su país.
'Casi todas dicen que quieren dejarlo, pero luego es difícil', explica Valentín Márquez. La adicción a la droga es el empujón que reciben muchas para salir a la calle, aunque en los últimos años el personal de Médicos del Mundo ha detectado un descenso de las toxicómanas, que achacan al programa de metadona, entre otros factores.
Detrás de cada historia hay un drama, pero detrás de algunas hay además jugarretas tan inoportunas que invitan a pensar que sus vidas están regidas permanentemente por el efecto Mateo de marras. Es el caso de una antigua azafata que se enganchó a la heroína después de engancharse a un tío. Se apartó durante dos años tras un programa de desintoxicación en Proyecto Hombre. Enderezó su vida. Encontró trabajo en una empresa. Y todo se vino abajo el día que el director la descubrió entre la plantilla: había sido uno de sus clientes mientras se prostituyó. La despidió.
Ha vuelto a la droga y a la calle. 'La plata (heroína) no es compatible con el trabajo', dice. Ahora suele trabajar dos días a la semana. Cobra 30 euros por una penetración y la mitad por una felación. Se niega tanto a aceptar intercambios sin condones como a rebajar su precio: 'Lo he comprobado por experiencia, cuando bajas las tarifas, te humillan más'. No abundan, dice, los miramientos entre el personal que paga los servicios de las rameras. 'Es muy rara la gente que te trata con respeto, suelen estar muy agresivos, sobre todos los jóvenes', expone.
Pagan por un trabajo, pero a veces actúan como si el precio incluyese otros excesos, se queja. Las prostitutas están tan estigmatizadas que es una de las razones por las que suelen inhibirse a la hora de acudir a un centro de salud o a un especialista. En los últimos meses, las que trabajan en Nervión se enfrentan a pandas de jóvenes que las acosan en motos. Varias han sufrido robos. Y al que no tiene, se le quitará. De nuevo el efecto Mateo, contra el que aún luchan algunos como Valentín Márquez o Juan Antonio Díaz.
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