Un Gobierno clandestino
¿Es impresión de uno o el Gobierno ha pasado a la clandestinidad? ¿Quién responde, pongamos por caso, de los estragos de la legionela, de los de la disentería? En la cola del pan, una señora con el bañador debajo del vestido ('desde aquí me voy a la piscina') aseguraba que la responsable de Sanidad era Ana Mato, pero un prejubilado dijo que no, que era una tal Pastor.
-¿Y el portavoz? -preguntó un chico que trotaba alegremente en dirección al puesto de variantes sobre un par de muletas.
-Ya no hay portavoz -sentenció el panadero-, porque nadie se quiere poner la misma camiseta que utilizó Pío Cabanillas. Huele a sudario.
La gente tampoco se ponía de acuerdo sobre quién era el responsable de la seguridad ciudadana.
Echa uno de menos la época en la que el Gobierno actuaba a plena luz y sabíamos que Cotino dirigía la policía (es un decir) y Celia Villalobos gobernaba los cocidos. Encendías la tele o abrías el periódico y ahí estaban todos.
-Yo creo que es Prosegur -aventuró un chico joven con mirada de loco, o de opositor.
-Pero si Prosegur -intervine yo- es una empresa privada.
-Más a mi favor -añadió el chico, haciendo un gesto de inteligencia loco; es decir, mirándome con la misma expresión con la que se mira al vacío.
-¿Entonces, Michavila qué hace?
-Michavila es un jugador de baloncesto.
En la cola de la carnicería volvió a salir el tema de la clandestinidad y la señora que llevaba el bañador debajo del vestido dijo que los ministros no se manifiestan porque el único que corta el bacalao es Rajoy.
-¿No veis -añadió- que lo mismo habla cuando se produce un roto que cuando sucede un descosido?
-Pero si a Rajoy lo habían quitado -dice un tipo con estetoscopio al cuello que pretende colarse con la historia de que es médico y ha dejado la consulta vacía.
-Lo quitaron de donde estaba, pero lo hicieron ministro de todo y nada. Por eso interviene cuando pasa algo y cuando no pasa nada -añade el carnicero planchando con la hoja del cuchillo una chuleta de cordero.
-Pues yo de aquí me voy a la piscina. Habíamos pensado ir a Baleares, pero están en alerta roja o amarilla, no recuerdo el color.
-¿Y por qué no comparece el ministro del Turismo? -pregunta un mecánico de coches que también ha tenido que suspender sus vacaciones y no le devuelven el dinero.
-Porque el responsable del turismo es Fraga, y Fraga comparece cuando le da la gana -asegura un señor calvo de labio leporino y gafas negras. Parece un infiltrado.
-Fraga Iribarne lleva el Ministerio de Galicia -corrige la señora que desde aquí se va a la piscina.
-Sea quien sea -añado yo con la expresión grave del presidente de una comunidad de vecinos-, debería comparecer.
-Si no ha comparecido Sanitas para explicar lo de la legionela, ya me explicará usted por qué tiene que comparecer Fraga para explicar el turismo.
-Pero si Sanitas es una empresa privada.
-Pues más a mi favor -dice el infiltrado.
Abandona uno el mercado echando de menos la época en la que el Gobierno actuaba a plena luz y sabíamos que Cotino dirigía la policía (es un decir) y Villalobos el cocido. Era una época dorada en la que abrías el periódico o encendías la televisión y ahí estaban todos, desde Pío Cabanillas a Álvarez Cascos, pasando por Esperanza Aguirre o Isabel Tocino. Y cada uno tenía una tontería que decir para alegrarnos la vida. ¿Qué fue de ellos? ¿Dónde están sus sustitutos? Uno comprende que les hayan prohibido hablar, porque enseguida dicen lo que piensan, pero ¿podrán continuar escondidos durante mucho tiempo con la que está cayendo? Es cierto, sí, que Trillo aún cocina para la prensa sus potajes shakespearianos, pero tiene uno la sensación de que lo hace por inercia, al modo en que a los cadáveres les crecen las uñas y el pelo en el interior de la fría tumba.
En cuanto a Loyola de Palacio ('Boliden es una golfa, muy sueca, pero muy guarra'), no es que se haya brotado, sino que quiere competir en sutilezas verbales con su hermana, cuya capacidad diplomática envidia. O eso, o que el Gobierno le ha ordenado hacer ruido para que se note menos la clandestinidad, o la inoperancia. O sea, que hasta aquí hemos llegado y desde aquí me voy a la piscina.
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