La mitad de los palestinos vive de la ayuda mundial
Tras dos años de Intifada, el 50% de la población recibe alimentos de organizaciones internacionales
Los informes y declaraciones institucionales sobre la acentuación de la crisis humanitaria en los territorios palestinos comienzan a acumularse, mientras nadie parece hacer nada por resolver realmente el problema. Los datos preliminares de un estudio financiado por la agencia de cooperación internacional de Estados Unidos, Usaid, muestran cómo el porcentaje de malnutrición entre los niños y adolescentes palestinos aumenta peligrosamente. También el número de casos de anemia encontrados entre niños de menos de cinco años y mujeres en edad fértil.
Otro informe previamente elaborado por la oficina de ayuda humanitaria de Naciones Unidas, UNOCHA, sitúa en el 62% el porcentaje de la población civil palestina que no tiene suficiente acceso a alimentos, alojamiento y servicios sanitarios. Según el documento, esto supone un 25% de incremento respecto de hace seis meses.
La malnutrición entre los niños y adolescentes palestinos aumenta peligrosamente
Según la ONU, el 62% de la población civil no tiene suficiente acceso a alimentos
El grave problema de abastecimiento de alimentos que han sufrido las poblaciones de Cisjordania y de la franja de Gaza a lo largo de los 22 últimos meses de Intifada ha llevado al Programa Mundial de Alimentos (PMA), dependiente de la agencia para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO), a reforzar su misión en los territorios autónomos palestinos. Su coordinador, Marc Regnault de la Mothe, se felicita de que un informe de la agencia internacional de cooperación de Estados Unidos (Usaid) haya sacado a la luz pública una tragedia que hasta ahora recibía una atención minoritaria. 'Los datos de este informe no hacen más que cuantificar lo que ya sabíamos', asegura. No obstante, Regnault añade: 'Lo que existe es un problema de malnutrición, que no de hambre'.
El mismo funcionario resalta entonces las diferencias, puntualizando que 'la malnutrición genera efectos negativos a medio y largo plazo, sobre todo en los niños, que más adelante experimentarán problemas de crecimiento físico e incluso psíquico'. Según Regnault, la malnutrición afecta también a las mujeres, 'que más adelante tendrán niños con estos mismos defectos'.
Hasta finales del pasado mes de marzo, en que dio comienzo la campaña militar Muro Defensivo, el PMA atendía a 370.000 beneficiarios en Cisjordania y la franja de Gaza, proporcionándoles productos básicos y alimentación suplementaria mediante dos programas, uno de emergencia y otro de rehabilitación.
Este último se convertía a su vez en un programa de creación de empleo, es decir, que los beneficiarios recibían sus bonos mensuales de alimentos después de haber completado un número concreto de horas de trabajo en la rehabilitación de infraestructuras.
Sin embargo, desde principios de abril, el PMA fusionó ambas intervenciones en un programa de acción único, conocido por el nombre de EMOP 10190, ampliando el número de beneficiarios a 500.000.
Por otra parte, la agencia de Naciones Unidas especializada para los refugiados palestinos (UNRWA) se encarga de la distribución de alimentos y medicamentos en los campos de refugiados, llegando hasta un total de 127.000 familias en la franja de Gaza y otras 90.000 en Cisjordania, lo que, dado el tamaño medio de las familias palestinas, hace que atienda las necesidades básicas de casi un millón de personas.
De esta forma, el medio millón del PMA y el millón de la UNRWA hacen que la mitad de la población de los territorios, que asciende a algo más de tres millones de personas, esté viviendo en estos momentos de la ayuda.
La principal dificultad a la que se tienen que enfrentar tanto el PMA como la UNRWA, y otras agencias de desarrollo internacionales y organizaciones no gubernamentales, para poder distribuir la ayuda humanitaria es el tupido sistema de cierres y controles militares articulado por el Ejército israelí por toda Cisjordania y en algunas zonas de la franja de Gaza. Por eso, y dadas las limitaciones logísticas de cada uno, se ven obligados a realizar acciones comunes.
Antes de que diera comienzo la Operación Muro Defensivo, el principal canal de distribución con el que trabajaba el PMA era el Ministerio de Asuntos Sociales de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), así como la principal ONG local en el ámbito de la agricultura y la alimentación, el Comité de Ayuda a la Agricultura Palestina. Pero, desde entonces, dadas las nuevas restricciones a la libre circulación de personas y mercancías impuestas a los palestinos, el PMA ha tenido que apoyarse en otras dos instituciones foráneas: el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Cisjordania y la Fundación de Viviendas Cooperativas (CHF), organización estadounidense con amplia experiencia en la franja de Gaza que antes de la Intifada trabajaba en el ámbito de la construcción y poco a poco ha ido transformando sus actividades en actuaciones de ayuda humanitaria de emergencia.
La incapacidad de intervención que padecen también los servicios sanitarios palestinos podría provocar eventualmente la propagación de epidemias, denuncia Fimia Ocampo, enfermera y coordinadora de programas de salud de la ONG española Solidaridad Internacional. 'Uno de los principales inconvenientes son las restricciones al movimiento, que hacen que ni el personal sanitario ni los pacientes puedan acceder a clínicas y hospitales, ni tampoco a las farmacias', comenta, escéptica de que sus condiciones de trabajo vayan a mejorar, a pesar de las recientes declaraciones del primer ministro israelí, Ariel Sharon, de que hará todo lo posible para facilitar la ayuda humanitaria.
El pasado 28 de junio, Sharon encomendaba al titular de Asuntos Exteriores, Simón Peres, la coordinación de toda la ayuda humanitaria en los territorios palestinos. No sólo le otorgaba el mandato, sino que le dotaba de una línea presupuestaria y de un equipo de especialistas, según un comunicado de la Oficina del Primer Ministro.
'Desde que Peres se hizo cargo no hemos apreciado ninguna mejora sobre el terreno', afirma Claudia Rodríguez, coordinadora de la ONG Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL) en los territorios palestinos.
'El Ejército estableció un comité, liderado por el especialista Baruch Spiegel, que elaboró un documento de recomendaciones sobre cómo mejorar la gestión de la ayuda en los territorios, pero hasta ahora no se ha aplicado ninguna de sus sugerencias', agrega Rodríguez, para quien las limitaciones de acceso dificultan en gran medida su capacidad de distribución de alimentos, agua, medicinas, colchonetas y mantas.
'La única excepción han sido los convoyes que hemos hecho en cooperación con otras organizaciones y con coordinación previa con el Ejército', afirma la cooperante española. Así las cosas, las organizaciones humanitarias esperan que el hecho de que el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, nombrara esta semana pasada a una enviada especial, la ex directora general del Programa Mundial de Alimentos Catherine Bertini, para que supervise la situación en los territorios palestinos, ayude a que el Gobierno israelí facilite por fin el acceso libre y sin restricciones a las poblaciones necesitadas.
[Por otra parte, una habitante del asentamiento judío de Mejora, a 15 kilómetros de Nablús, murió anoche en un ataque realizado por un palestino que se inflitró en la colonia y que fue abatido poco después, informa la agencia France Presse. Otros dos habitantes del asentamiento resultaron heridos en el ataque].
El informe del 'amigo americano'
A pesar de la proliferación de informes de este tipo, elaborados por las diferentes agencias de las Naciones Unidas y otras agencias de desarrollo de terceros Estados, ninguno había provocado tanta atención y polémica como el financiado por Usaid, la Agencia de Cooperación Internacional de Estados Unidos. La investigación en sí ha sido llevada a cabo por una ONG norteamericana, Care International, que a su vez subcontrató el trabajo de campo y la tabulación de los datos a expertos de la Universidad palestina de Al-Quds y de la consultoría Global Management Consulting Group, además de contar con la ayuda técnica de especialistas de la Universidad estadounidense John Hopkins. Tal como explica el informe, hecho público esta semana, la investigación consta de tres partes: una encuesta a familias, para poder medir directamente tanto los niveles de malnutrición aguda y crónica, así como evaluar los niveles de anemia y de consumo de alimentos; un estudio de mercado, para valorar la capacidad del mercado de abastecer de los alimentos necesarios; y un análisis clínico, para evaluar la capacidad del sistema sanitario de reconocer y tratar a tiempo los casos de malnutrición y anemia. Según especifica el documento, mientras que los datos preliminares de las dos primeras partes aparecen ya en este informe interino, los correspondientes a la tercera serán publicados a finales de este mes. Y el informe definitivo será presentado a principios del próximo mes de septiembre. La encuesta a las familias muestra cómo el 22,5% de los niños de menos de cinco años sufre malnutrición y el 19,7% de ellos sufre anemia (de éstos, un 20,9% en Cisjordania y un 18,9% en Gaza). Los indicadores de anemia en mujeres en edad fértil no embarazadas han subido hasta el 10,8% (9,5% en Cisjordania y 12% en Gaza). Por su parte, el estudio de mercado muestra una escasez de alimentos ricos en proteínas, tales como el pescado, la pollería y los derivados lácteos. Además, muestra cómo más de la mitad de las familias han disminuido su consumo de alimentos, argumentando falta de dinero para pagarlos en un 65% y la incapacidad para adquirirlos debido a la imposición de toques de queda en un 33% de los casos.
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