Baleares, un paraíso del 'dinero b'
En Baleares se mueve mucho dinero líquido, no fácilmente controlable. Es la zona de España que posiblemente mayor rendimiento inmobiliario ha generado en los últimos 40 años, y en la que han surgido con rapidez muchas fortunas, grandes y medianas, al aire del enorme negocio turístico y residencial.
Con una actividad diseminada en decenas de miles de empresas, hasta la llegada del euro, en enero de 2002, la comunidad balear fue un paraíso del dinero negro, con un volumen de economía sumergida cercano al 30%. Miles de chalés en áreas rústicas y urbanizaciones de segundo nivel de Mallorca, por ejemplo, surgieron sin permiso urbanístico, ilegalmente.
La práctica o el uso del dinero b se intenta implantar de nuevo, oscureciendo una parte del volumen de las transacciones y, en especial, aprovechando el activismo comprador y constructor que desde hace más de una década mantiene la clientela extranjera.
Un empresario inmobiliario mediano de Baleares 'no existe', es 'indetectable' para los ordenadores del fisco o de los Ayuntamientos
La presencia de 10 millones de turistas anuales en un territorio de 830.000 habitantes hace muy difícil el control de la microeconomía
Más de 50.000 alemanes se supone que tienen bienes en Mallorca, aunque oficialmente sólo 15.000 son residentes formales. El abanico de propiedades abarca a los cientos de potentados que amarran sus yates de millones de euros en los puertos y poseen residencias de hasta 10 millones de euros, pero la mayoría de germanos de Mallorca son de clase media alta, que tienen casas de campo restauradas y chalés de lujo al lado del mar. El valor patrimonial se ha multiplicado en algunos casos por 10. Recientemente, los servicios de inspección fiscal alemanes anunciaron el rastreo de propiedades inmobiliarias en España, donde se estima que existen unos 400.000 propietarios de ese país.
La presencia de 10 millones de turistas anuales en un territorio que tiene una población de 830.000 personas -de las que el 10% no es de nacionalidad española- convierte en complejo el control de la microeconomía.
Las declaraciones fiscales sobre el precio real en compraventas se han intentado adulterar por tradición, y existe la creencia de que se rebaja una parte de las cajas de recaudación de la gran malla comercial en puertos deportivos, urbanizaciones, miles de tiendas, discotecas, restaurantes y bares.
En las cafeterías, terrazas y discotecas es donde históricamente los hoteles han alcanzado el volumen de beneficios más considerable. La tradición señala que los frutos de estas actividades podían ser distraídos repartidos en cestas y bolsas de plástico, como sucedía aún en dos empresas medianas en 2002.
La actividad sumergida tiene buenos cauces y una cultura por los que resurgir. Un empresario inmobiliario mediano de Baleares no existe, es indetectable para los ordenadores del fisco o las multas de las autoridades locales, porque se ufana de no figurar en sociedades, tiene sus bienes transferidos a pantallas y siempre paga en efectivo.
En este entorno son frecuentes los pagos en especie, sin acudir a talones bancarios o a tarjeta, que no dejan rastro fiscal ni bancario. La facturación -acaso a mitades blanco-negro-, la doble contabilidad y el trasiego local e internacional de fondos ocultos sucede en las transferencias de bienes de lujo, barcos, obras de arte o antigüedades.
Los negocios se sumergen en parte al intentar el manejo de dinero invisible, y se presenta inevitable para el fisco cuando, por ejemplo, este mes en Formentera se pagarán más de 9.000 euros por el alquiler de una casa particular, o en Mallorca se han vendido chalés de lujo, para el mercado alemán, de tres millones euros.
En el conjunto de las Baleares, muchos miles de ciudadanos locales y extranjeros sitúan en el mercado paralelo de alquileres y ventas -ajeno al control de Hacienda o Turismo- sus propios domicilios, segundas residencias o edificios rurales, reformados adrede para albergar turistas.
Los circuitos de acogida de amigos y realquileres de casas se hacen cada vez más amplios, en ámbitos no siempre de lujo. En este sector, los alemanes tienen un peso considerable. La colonia se autoabastece, mantiene servicios y medios de comunicación propios y zonas económicas casi cerradas. El mayor empresario de venta de casas de Mallorca es alemán: Mathias Khun.
Los hoteleros tradicionales se quejan de que seis de cada diez viajeros que entran en los aeropuertos van a hoteles y apartamentos. El resto ocupa sus propias viviendas o barcos, o ingresan en este mercado turístico b.
Casos reales
LA FAMILIA DE UN ALCALDE de Baleares compró un solar pagando una parte en dinero negro a un recaudador de impuestos. Un juez participó en el traspaso de una plaza de aparcamiento en condiciones seme-jantes. Un asesor fiscal pagó sin recibo las clases que recibió de un subinspector de Hacienda. Un comerciante de espectáculos, que controla televisiones locales, fue condenado por dos delitos fiscales: no facturaba. Un empresario médico proclama que pretende guardar seis millones de euros en una caja fuerte en su casa. Varias familias alemanas han adquirido en Calvià, Santanyí y Andratx chalés de 3,5 millones de euros, en los que trabajaban a destajo escayolistas que cobraron 90.000 euros al mes. Numerosos ricos se convierten en propietarios de mansiones que sufragan parcialmente con dinero b (cash o de bolsillo); el solar se compró y revendió sin transparencia fiscal, y en la edificación, el promotor y el constructor eximieron una parte de sus operaciones de la contabilidad oficial. Es el efecto multiplicador de la economía negra. Miles de pequeñas compañías de servicios y operarios de la construcción -sector que duplicó en Baleares su magnitud y número de empleados- han cobrado por las urgencias de fin de obra facturas y sobres semanales desmesurados, con cantidades no consignadas en nómina, con las que a su vez se blanquea en compras de bienes e inversiones que continúan la espiral irregular. La familia de un notario quiso vender una propiedad a un Ayuntamiento por una cantidad que no constase en la escritura. La organización ecologista Greenpeace no pudo comprar una sede en Palma porque los vendedores pretendían ocultar una parte de los pagos. Un ministro de este Gobierno reconoció en su despacho que en Baleares nadie vende en blanco, no se es transparente ante el fisco. El mayor robo que se ha denunciado en los últimos años en Mallorca fue el del botín de tres millones de euros ocultos en cajas de seguridad de la sede de una empresa constructora y hotelera de Manacor que tenía una caja b. Un empresario alemán de una gran barra cervecera de Palma, Meisel, fue asesinado en su casa; en un hueco oculto guardaba dos millones de euros.
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