Los talentos de Tàpies y Chillida dialogan en el Guggenheim de Berlín
30 trabajos muestran las semejanzas y divergencias entre ambos artistas
Antoni Tàpies y Eduardo Chillida se vuelven a reunir una vez más este año entre las paredes de un museo para mostrar lo bien que están unidos. A principios de año fue en Roma. Esta vez, en Berlín. El museo Guggenheim de Berlín ofrece hasta finales de verano una exposición con una treintena de trabajos de ambos autores. La intención, según los organizadores, es mostrar sus similitudes y divergencias en el desarrollo de su prolífica obra.
Antoni Tàpies nació en Barcelona en 1923; Eduardo Chillida, en San Sebastián en 1924. Partiendo de la coincidencia temporal e histórica en sus respectivas carreras -'Tienen una larga vida juntos', dice Petra Joos, uno de los comisarios, llegada del Guggenheim de Bilbao-, la exhibición titulada Eduardo Chillida-Antoni Tàpies ofrece un recorrido desde los años cincuenta a los noventa.
Y se sirve para ello de pinturas, dibujos y esculturas procedentes de la colección Solomon R. Guggenheim de Nueva York y de diversas donaciones particulares y públicas, como la de la familia de Chillida o la colección Essl, de Viena.
Los dos artistas son bien conocidos y entusiasman en Alemania. 'Ambos han influido mucho en el arte alemán, eso es algo indudable. Es quizá por esa relación tan poderosa con su lugar de origen, con la tradición, la historia y la cultura del lugar donde nacieron. Y porque a pesar, naturalmente, de sus características individuales, ambos artistas poseen un alto sentido político del arte. Ese credo común, según el cual el arte debe ser verdadero, palpable, real', apuntan los organizadores en el acto de presentación de esta muestra que se podrá visitar hasta el próximo 27 de septiembre.
'Capturar el espacio'
Tanto Tàpies como Chillida tratan de 'capturar el espacio, de moldearlo... Intentan dar nuevas formas a la realidad cotidiana, usando distintos objetos y materiales', dice la comisaria Joos, delante de una de las piezas de Tàpies (Amor, 1991, procedente de Viena) más celebradas, en la que no falta ni arena, ni ropa interior, ni camisetas, ni pintura negra...
Los dos creadores, añade, son grandes artesanos, saben manejar su oficio y le dan al arte un sentido tangible. El catalán maneja con maestría el espacio artístico, mediante texturas descubre objetos y los presenta como si surgieran por primera vez ante los ojos del espectador. Chillida conforma sus obras con la utilización de diferentes elementos: papel, hierro, acero o alabastro. En su trabajo, el artista trata de despertar la vida que se esconde, que late, en la superficie opaca de las cosas.
Entre las piezas de Chillida que se muestran en el casi recién estrenado edificio del Guggenheim de Berlín, situado en la avenida Unter den Linden, destaca el modelo en acero de El Peine de los Vientos, una de las esculturas emblemáticas de Chillida, instalada en San Sebastián, y el gran díptico (Large Brown, 1978) de Tàpies.
Actividades paralelas
Los dos artistas, de forma individual, han sido protagonistas en diversas ocasiones de exposiciones tanto en el Guggenheim de Nueva York como en el de Bilbao. Y en conjunto se han podido ver sus obras este último año (hasta marzo) en dos ocasiones, en la Academia de España de Roma con piezas de la colección de la Fundación Telefónica, y en Bilbao, en la misma casa que ahora organiza la muestra de Berlín.
Como viene siendo habitual en el Museo Guggenheim, cada una de las exposiciones que organiza va acompañada de numerosas actividades paralelas como lecturas, conciertos y conferencias. Para celebrar el encuentro entre Tàpies y Chillida, entre otros, se podrá escuchar a la Joven Orquesta Nacional de España (5 de agosto) y se ha organizado una noche especial dedicada al arte español (el 31 de ese mismo mes) que coincidirá además con la llamada Larga Noche de los Museos berlinesa. Ese día los museos no cierran.
Intensa relación con Alemania
Tanto Eduardo Chillida como Antoni Tàpies tienen obra repartida por todo el país (en Düsseldorf, Francfort o Múnich), en distintas colecciones. En el caso de Chillida, su relación con la cultura alemana siempre fue muy intensa -el artista recibió el premio de escultura de la Fundación Piepenbrock de Berlín hace dos años- a través de la música y la literatura. Incluso, una de sus obras, titulada Berlín, preside uno de los edificios más importantes de la ciudad, la cancillería alemana. Allí, en el inmenso edificio realizado por Axel Shultes al lado del río Spree, por donde todos los días entra y sale el canciller Schröder, se alza la gran pieza de 88 toneladas de peso. Para realizarla, el autor se inspiró en una pequeña escultura del artista dedicada al poeta Novalis y en dos viajes realizados a la capital alemana, en 1988 y en 1991, en esta última ocasión para la inauguración de una gran muestra en el Museo de Martin Gropius Bau.
Babelia
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