Un grupo de arquitectos defiende la ciudad policéntrica para afrontar el futuro
Navarro Baldeweg, Siza, Bohigas y Zaera debaten en El Escorial soluciones urbanas
En 2025, el 82% de la población mundial, que actualmente es de 6.700 millones, habitará en las grandes ciudades. Ante un dato tan escalofriante, la pregunta es qué modelo de ciudad será capaz de soportar este gran cambio en la geografía humana. Las respuestas al enigma se suceden esta semana en el seminario La ciudad física, que imparte el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, en los cursos de verano de la Universidad Complutense, donde participan Álvaro Siza, Juan Navarro Baldeweg, Alejandro Zaera y Oriol Bohigas.
Una vez saturado el equilibrio centro-periferia y demostrado que es insostenible la separación de los lugares de trabajo, ocio y vivienda, los expertos vuelven la mirada hacia la idea de la ciudad policéntrica: una ciudad compacta que integre los distintos usos alrededor de pequeños centros.
El planteamiento del curso La ciudad física, con 200 alumnos, no es sólo arquitectónico, sino que acude a otras disciplinas para entender el concepto de ciudad. El filósofo Francisco Jarauta, el historiador, crítico y artista William Curtis, el escritor Vicente Verdú y el urbanista Manuel González Fustegueras aportan también su visión sobre la construcción de la ciudad del siglo XXI.
Para Vázquez Consuegra (Sevilla, 1945) existen dos ciudades que resumen pasado y futuro en Occidente. 'Venecia, desde sus inicios, es el mito del pasado. En la época renacentista, era el sueño del pasado oriental; en el siglo XX, el sueño del Romanticismo, y hoy es el mayor parque temático del mundo. Se ha convertido en un foco de atracción turística que oculta todo lo que ocurre en su seno. Nueva York, sin embargo, nació con el mito del futuro del cual no puede desprenderse. El símbolo del progreso de Occidente es Manhattan'.
Dispersión
'La dispersión de los lugares de trabajo, ocio y vivienda ha conllevado un aumento insostenible de los costes de transportes e infraestructuras. Así que una vez demostrado que el modelo de ciudad difusa no funciona, se están volviendo los ojos hacia un urbanismo más compacto en los que los edificios tengan usos mixtos y exista un control sobre el territorio para frenar la proliferación de adosados', comenta el arquitecto sevillano que está construyendo el Museo del Mar de Génova (Italia) y el de Arqueología Marítima de Cartagena.
William Curtis (Kent, Gran Bretaña, 1948), que disertó sobre El papel político y cultural de los monumentos, cautivó a los alumnos con sus ideas sobre cómo la ciudad necesita de la naturaleza y de los monumentos para existir. 'La carga simbólica de los monumentos marca una ciudad no sólo por su existencia, sino también por su desaparición. Por ejemplo, la destrucción de La Bastille en París que significó el nacimiento de la República; las Torres Gemelas, cuya importancia es ahora mucho mayor que cuando existían, o la destrucción de los budas en Afganistán, que simboliza una clara manipulación del poder y un reto lanzado al mundo', declara el historiador.
El pintor y arquitecto Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939), autor del Museo de las Cuevas de Altamira, eligió su proyecto Teatros del Canal en Madrid, cuyas obras comenzarán en agosto, para explicar su postura. 'La labor del arquitecto es clarificar, más que ordenar. No se trata de poner orden, sino de hacerlo visible'. Su idea de ciudad implica la construcción de edificios públicos que dialoguen con su entorno para difuminar los límites entre los espacios abiertos y la construcción.
El filósofo Francisco Jarauta advirtió sobre la muerte del modelo de ciudad europeo. 'En 1900 la población del planeta era de 1.300 millones, los mismos habitantes que hoy tiene India; mientras que ahora somos 6.700 millones. Las predicciones demográficas apuntan a que en 2025, el 82 % de la población mundial habitará las grandes ciudades', asegura. Según Jarauta, la ciudad ha servido para establecer los códigos de identidad basándose en historia, tradiciones, poder y ley. 'Entre la ciudad histórica y la genérica se encuentra el marco de la ciudad ideal. La ciudad se ha convertido en un laberinto de formas de vida y también de tolerancia'.
El estudio Ben Van Berkel, representado por la arquitecta madrileña Olga Vázquez-Ruano, y el arquitecto y paisajista Adriaan Geuze (Holanda, 1960), quien ha colaborado con Koolhaas en muchos de sus proyectos, dibujaron ayer una perspectiva más atrevida de la ciudad del siglo XXI. Vázquez-Ruano, de 27 años, habló sobre La velocidad de las construcciones públicas a través de tres proyectos de uso público necesarios para las nuevas ciudades que están en busca de su identidad. 'Nuestro trabajo es cada vez más interdisciplinar lo que nos permite también responder a las distintas necesidades de los ciudadanos'.
Geuze es partidario de una nueva ciudad para Occidente en la que los ciudadanos tendrán varias casas -una habitación en la casa de los padres, otra vivienda con su propia familia y una tercera en un lugar de ocio- y el coche o el resto de los medios de transporte serán aliados del hombre, en lugar de enemigos como sucede hoy. 'En la nueva ciudad tendremos que hablar de base, en lugar de hogar', asegura Geuze, que ha proyectado el Jardín Botánico de Taiwan y en Utrech convirtió en un jardín una antena para teléfonos móviles.
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