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Las pérdidas agrícolas por la desertificación en la región superan los 71 millones de euros al año

Medio Ambiente prepara un plan de choque para el millón y medio de hectáreas afectadas

La desertificación en Andalucía afecta a más del 30% del territorio, lo que supone degradación en el terreno y superficies que no se pueden cultivar, llegando a generar pérdidas económicas en la agricultura que la Consejería de Medio Ambiente calcula en 71,5 millones de euros anuales. Para paliar las consecuencias económicas y medioambientales se está elaborando un plan de control autonómico que, en primer lugar, ha analizado la situación para, posteriormente, iniciar medidas que frenen la tendencia actual y recuperen terrenos. El borrador del plan destaca que del total de terreno afectado por la desertificación un 13%, un millón y medio de hectáreas, sufre este problema en grado alto o muy alto.

La erosión afecta fundamentalmente a terrenos que tienen una pendiente superior al 15%, en los que se ha detectado una pérdida de suelo tres veces superior a los terrenos llanos. Tomando como referente Jaén se pone como ejemplo que la erosión del olivar supone la generación de un volumen de sedimentos tal que implicaría que en tan sólo 50 años se llenaría la capacidad de embalse total de esta provincia, que tiene 2.434 hectometros cúbicos de agua en sus 13 pantanos.

La erosión en Andalucía se une a la salinización de terrenos situados en la costa, a la contaminación de suelo que afeta a terrenos del valle del Guadalquivir por un elevado uso de pesticidas y fertilizantes y al incremento de las temperaturas por el cambio climático que ayudan a la desertificación por una menor incidencia de la lluvia. Todos estos fenómenos llevan a pérdidas económicas en la agricultura. Problema que se agrava teniendo en cuenta que la capacidad de los embalses andaluces se reduce anualmente debido a la acumulación de los sedimentos que se arrastran desde los ríos a consecuencia de la erosión de las tierras. Nuevamente el informe alude a ejemplos de Jaén destacando que dos pantanos construidos a mediados del siglo pasado, el de Doña Aldonza y Pedro Marín, están colmatados completamente, pero es que además otros nueve están aterrados por encima del 6% de su capacidad.

Contaminación de acuíferos

'Esa misma erosión junto con la sobreexplotación y la contaminación de los acuíferos está originando una preocupante degradación de los humedales andaluces', destaca el estudio de Medio Ambiente. Ya ha desaparecido casi el 22% de estas zonas, el 18% de las que quedan están alteradas y casi el 20% tienen la clasificación de 'muy alteradas'.

'La desertificación produce una disminución en la capacidad productiva de los suelos y una merma en los recursos hídricos, cuya calidad es, además, cada vez menor, lo que dificulta a largo plazo el desarrollo sostenible de las regiones afectadas', prosigue el estudio. La situación se complica al comprobar que se pierde biodiversidad, 'lo que supone una clara y preocupante hipoteca del futuro de las generaciones venideras'.

Las zonas más afectadas por la desertificación en Andalucía son los sistemas béticos, ya que en ellos concurren varias circunstancias que los hacen especialmente sensibles. Entre ellas se encuentra el tener un clima con precipitaciones irregulares, normalmente inferiores a los 600 milímetros con puntos que no llegan ni a un tercio de esta cantidad, que además habitualmente se producen con mucha intensidad y en muy poco tiempo. Tienen también relieves accidentados, fuertes pendientes, desniveles, una elevada gama de materiales y deficiente cobertura vegetal en el suelo.

Medio Ambiente estima como escenarios previsibles de desertificación en las tierras mediterráneas las que tienen cultivos herbáceos de secano, los cultivos leñosos, los cultivos marginales abandonados y los suelos degradados por los cultivos agroindustriales, las áreas sobrepastoreadas y las que tienen incendios frecuentes.

El plan que propone la Consejería de Medio Ambiente es consecuencia del debate parlamentario de diciembre de 2000 tras el que se instó al Gobierno a presentar un programa de actuación sobre el territorio que frene el avance de la desertificación. El pasado junio, coincidiendo con la celebración del Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía, se presentó el borrador de ese plan que prevé un margen de actuación de 10 años y una inversión de más de 12.500 millones de euros con la participación de varias administraciones.

El plan supondrá la aprobación de una normativa que proteja el suelo frente a prácticas agrarias perjudiciales. También se ordenarán las superficies de regadíos y las de invernaderos teniendo como punto de referencia la sostenibilidad del riego; se impulsraá el uso de aguas recicladas en la agricultura o el empleo de métodos de producción que sean respetuosos con el medio ambiente.

Todo se realizará a partir de tres programas diferentes de gestión sostenible, otro más de puesta en valor de las zonas áridas, más programas de I+D, y uno más de formación ambiental.

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