"El sida aún no ha tocado techo"
Onusida, la agencia de la ONU contra el sida, hace hoy público su último informe. El balance es a la vez desalentador y optimista. La enfermedad sigue progresando y aún no ha alcanzado un hipotético techo natural, pero la comunidad internacional ha tomado conciencia, asegura Peter Piot, aunque reconoce que la prioridad de los países donantes se ha centrado más en el 11-S. El informe será documento de trabajo de la próxima Conferencia Internacional de Barcelona, entre los próximos días 7 y 12 de julio.
Pregunta. ¿Qué espera de la conferencia de Barcelona ?
Respuesta. Vivimos una nueva era en la respuesta mundial contra el sida. El mundo se ha despertado desde la conferencia de Durban hace dos años. Aquello resultó bastante deprimente: no había compromiso político y el discurso del presidente surafricano Thabo Mbeki fue cuando menos desalentador, pero ahora hay un deseo de acción política al más alto nivel. Los programas de financiación se han duplicado desde Durban. El coste de los fármacos ha bajado drásticamente. Pero aún queda mucho por hacer. Lo más sorprendente del informe es que, contra lo que se esperaba, la enfermedad no ha alcanzado techo en los países más afectados.
'Sólo 730.000 de los 40 millones de infectados cuentan con antirretrovirales'
P. De hecho, el informe subraya que estamos en la primera etapa de desarrollo del virus.
R. Había una esperanza de que la epidemia alcanzara un nivel natural de saturación. Pero no debemos contar con ello. Las cifras crecen, aunque esperamos que se noten pronto los efectos de los programas de prevención de los últimos dos años. Además no hay que olvidar que la mayoría de la gente infectada sigue viva, aunque sin tratamiento van a morir. Imagínese las consecuencias si un tercio de los españoles estuvieran infectados: se colapsaría la estructura económica y social del país.
P. En la Cumbre del Milenio de hace dos años, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, pidió entre 7.100 y 11.000 millones de dólares para luchar contra el sida y creó un Fondo Global. Las respuestas han sido cuando menos tímidas.
R. Es cierto. Los países en desarrollo necesitan 11.000 millones de dólares. Sólo hemos recaudado 3.000 millones, de los que nos quedan 2.000 millones para los próximos tres años. Esta suma incluye aportaciones de países desarrollados, ayudas bilaterales, préstamos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Creo que los grandes donantes están esperando a comprobar que el dinero se usa convenientemente. Los compromisos de la reciente cumbre de Monterrey (México) sobre financiación al desarrollo han tenido un impacto positivo. Pero el 11-S nos ha afectado. El dinero que se usa contra el terrorismo no se pueda usar para otras cosas.
P. ¿El 11-S ha desplazado al sida de las prioridades internacionales?
R. Sí. Tras el 11-S, los países en desarrollo cayeron del mapa. Sólo hace falta ver la prensa. Pero están volviendo poco a poco, sobre todo Asia, y Europa del Este, en especial Rusia, donde la epidemia experimenta el mayor crecimiento desde que se descubrió. Cada año se duplican los casos. También ha habido consecuencias económicas. Creo que sin el 11-S tendríamos más que los 3.000 millones de dólares contra el sida.
P. El informe también anima a los países a recurrir a medicamentos genéricos y toma como ejemplo Brasil, donde han funcionado muy bien.
R. Pedimos que bajen los precios. No nos importa de dónde vengan los fármacos. En Brasil se ha logrado, por dos razones, tratar a más de 100.000 personas: primero, gracias a la producción local y a los acuerdos con las compañías farmacéuticas; y segundo, porque el Gobierno subvenciona todo el programa. Los genéricos cuestan una media de un euro al día, pero siguen siendo demasiado caros para mucha gente. Otra de las conclusiones importantes del informe es que el tratamiento resulta inabordable para la mayoría de enfermos. De los 40 millones de personas infectadas, tan sólo 730.000 reciben antivirales: 500.000 viven en países desarrollados y 30.000 en África. Creo que las cifras hablan por sí solas.
P. El informe critica duramente a los países que aún no quieren reconocer la situación, pero no menciona a Suráfrica.
R. Hubo un gran cambio en Suráfrica cuando se escribía el informe. Al principio la mencionábamos, pero el Gobierno en abril cambió la situación: ahora las víctimas acceden a todos los programas que el Gobierno antes no quería apoyar. Los peores ejemplos son Asia central y Europa del Este, menos Ucrania y Rumania. El caso chino es complicado. Hay muchos progresos a nivel del Gobierno, pero muchas provincias siguen sin encarar el problema.
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