Pescadores sicilianos y dandis
Un mercado en crisis obliga a los modistos a dar el 'triple salto' en las pasarelas de la moda masculina de Milán
Es difícil no tomarse en serio un negocio que mueve todos los años decenas de miles de millones de euros, pero las pasarelas de Milán, en versión moda masculina, recuerdan demasiado a una fiesta de disfraces. Mientras la moda femenina, con todas sus exageraciones, parece más o menos en sintonía con las expectativas de las compradoras, la masculina da pavorosos bandazos, sin llegar a encontrar un verdadero interlocutor masculino.
Así se comprende que entre las propuestas de ropa para la primavera-verano 2003 presentadas esta semana abunden las sugerencias imponibles, como los conjuntos de pescador siciliano con jersey de red -poco aconsejables para ser lucidos ante los genuinos pescadores-, los pantalones cortos en lana y las guirnaldas de tela que adornaban los cuellos andróginos de los modelos de Prada, o las camisas transparentes para dandis de vacaciones en Bali o en Hawai, propuestos por Versace o Gianfranco Ferré.
Con un mercado en crisis que ha puesto contra las cuerdas a firmas tan sólidas como Gucci o Prada -que ha optado por posponer su salida a Bolsa- se comprende que los artistas del negocio hayan echado el resto para atraer compradores o, al menos, para provocar ese punto de escándalo tan necesario al mundo de la moda. El show empezó con un desfile de carretas tiradas por bueyes a lo largo de Via Montenapoleone, la calle de la moda milanesa, para seguir en escenarios más acordes con la ola de calor que atormenta a Italia desde hace dos semanas, como piscinas y falsos decorados playeros, en salas con buena refrigeración.
Pese a la variedad de propuestas, la inspiración para la próxima temporada llega claramente de Oriente. La mayoría de los modistas se han dedicado a viajar física o virtualmente por Asia, en busca de una inspiración que a fuerza de exotismo resulta cada vez más previsible.
Algo de este estilo oriental flotaba en los modelos propuestos por Giorgio Armani, el rey de la moda milanesa, aunque la prenda más comentada ha sido una nueva chaqueta cruzada, al estilo Vittorio de Sica, es decir, con un toque de neorrealismo a precios astronómicos. Otros, como la pareja siciliana Dolce & Gabbana, han regresado a las raíces isleñas con inamovible fe, aprovechando todo, desde el look pescador al estilo vagamente mafioso.
Había sugerencias japonesas, en cambio, en la ropa exhibida por la firma Gucci. El diseñador de la casa, Tom Ford, ha echado mano de espléndidos quimonos de seda, conjuntados con pantalones de seda, lucidos por modelos delicados con el torso desnudo.
Una prenda llena de elegancia a la que Ford, un tipo con la mirada puesta en la clientela gay, ha añadido cazadoras de seda con una selección de escenas eróticas japonesas estampadas a mano sobre el rico tejido. Todo en sintonía con una frase obscena escrito en las zapatillas de terciopelo que calzaban los modelos, frase que sólo se leía cuando los chicos juntaban los pies.
Valentino, otro eterno del negocio modisteril, abundó en los mismos motivos orientales, pero está vez partiendo de China, y sin añadir detalles fuera de tono. Lo suyo es la fantasía, un poco afeminada, que desde luego encantó a su nueva musa, la actriz Gwyneth Paltrow.
Los únicos sostenedores de la tradición masculina, aparte de Armani, fueron los americanos Ralph Laurent y Calvin Klein. El primero, con propuestas perfectas para el escritor Tom Wolfe; el segundo, limitando las novedades al colorido.
Babelia
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