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Los 'halcones' hicieron campaña en EE UU contra el líder palestino<p>

Horas antes de que Bush pronunciase el discurso en el que condicionó la creación de un Estado palestino a la desaparición política de Yasir Arafat, la Casa Blanca vivió el mismo debate que se viene repitiendo desde el comienzo de este mandato presidencial: la moderación por la que aboga siempre el secretario de Estado, Colin Powell, no logró aplacar la dureza que reclaman el vicepresidente, Dick Cheney, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Bush se inclinó finalmente del lado de los halcones tras recibir informaciones de la CIA que vinculaban a Arafat con pagos a un grupo terrorista palestino.

Durante meses, Rumsfeld y Cheney han envilecido ante Bush la figura del líder palestino. Powell tiraba de la cuerda en el otro sentido y trataba de convencer al presidente de que Arafat es, lo quiera o no, el representante que los palestinos identifican como su máxima referencia política. Según fuentes del Departamento de Estado, las maniobras de Cheney y Rumsfeld para cercenar los vínculos con Arafat alcanzaron el cenit en enero, cuando aprovecharon un viaje de Powell a Asia para convencer a Bush de que Arafat debía ser formalmente calificado como 'terrorista'.

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