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La alcaldesa de Lasarte denuncia una campaña proetarra para que renuncie a la reelección

La socialista Urchueguía sufrió agresiones desde el público al presidir un partido de pelota

Ana Urchueguía, la alcaldesa socialista de Lasarte (Guipúzcoa), denunció ayer en una conferencia de prensa que es objeto de una campaña premeditada del entorno simpatizante de ETA para intimidarla y conseguir que desista de presentarse a la reelección como primera edil. Urchueguía es la única alcaldesa socialista que gobierna con mayoría absoluta en un pueblo guipuzcoano y el domingo pasado fue insultada y agredida por un público multitudinario, ante la pasividad de las autoridades, durante la hora de duración de la final del torneo de pelota interpueblos celebrada en San Sebastián.

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La regidora tuvo que aguantar, atónita, durante los tres cuartos de hora del partido que una mayoría de las casi 2.000 personas del público corearan, a ritmo de charanga, la consigna: 'Urchueguía asesina', que alternaban con otras, entre ellas: 'Que se vaya, se vaya, de una puta vez'.

En la tribuna de autoridades del Frontón Atano III, Urchueguía soportó el chaparrón pese a que estaba situada a un metro suyo la alcaldesa de Hernani, Mertxe Etxeberria, de Batasuna, que por momentos seguía el ritmo de las atronadoras consignas con el puño en alto.

La alcaldesa no se dio cuenta entonces de que habían colocado delante de la tribuna donde estaba situada una pancarta con el lema 'Urchueguía fascista'. La vio al bajar a la cancha del frontón para recoger los premios junto al presidente de la Federación guipuzcoana de Pelota, Mikel Amenabar; el director de Deportes de la Diputación, Kote Olaizola, y el director de la Obra Social de Kutxa, Jesús María Alkain. Nada más situarse frente al público recibió un golpe seco de un rollo de cinta de embalar a la altura del esternón, que le dobló y le dejó sin aire. Asistida por Alkain, la primera edil abandonó el recinto junto a sus guardaespaldas en medio de una lluvia de objetos, mecheros y plásticos. Amenabar indicó que si la pancarta se hubiese detectado cuando el público entraba se podía haber retirado y admitió que no existía ningún tipo de servicio de seguridad. 'Con el frontón lleno, ¿quién es el guapo que quita la pancarta?, ¿qué medios teníamos para hacerlo?', se preguntó.

En marzo de 2001, la alcaldesa dirigió con templanza y energía el pleno que siguió al asesinato por ETA de su teniente de alcalde, Froilán Elespe. Entonces, exigió a los enfurecidos ediles socialistas que dejaran hablar a los de Batasuna para que se constatara la diferencia que separa a los demócratas de quienes no lo son. Ayer reconocía que, por vez primera, el domingo sintió miedo.

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Urchueguía está habituada a las amenazas de los proetarras, incrementadas desde aquel pleno. Pero la experiencia del domingo, a su juicio premeditada, le ha impactado. 'Estoy machacada', reconoce.

Su indignación se orienta a denunciar la indiferencia, la permisividad y la pasividad con la que un sector del público y autoridades asistieron a este linchamiento personal. 'Me amenazaron, insultaron y agredieron y nadie hizo nada para evitarlo. La única salida que tuve fue marcharme', dijo. 'Ni siquiera se acercó ningún agente de la autoridad'.

Tampoco ayer recibió un gesto de solidaridad de los ediles del PNV o de EA. Patxi López, secretario de los socialistas vascos, expresó su indignación y reclamó la condena unánime a este ataque 'contra la mayoría de los ciudadanos de Lasarte'.

El PP se solidarizó con la alcaldesa socialista y la presidenta del PP en Guipúzcoa, María San Gil, afirmó: 'Por mucho que ciertas formaciones políticas, e incluso el Ejecutivo de Ibarretxe, se empeñen en intentar disimular lo evidente y en decir a la sociedad lo bien que se vive en Euskadi, la cruda realidad es otra'. San Gil destacó que 'durante muchos años se ha sembrado el odio y el desprecio en esta tierra, con el sospechoso silencio de muchos, y estos son los resultados: una sociedad enferma...'.

La Asociación de Municipios Vascos-Eudel condenó el ataque y se solidarizó con la víctima.

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