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CUMBRE DE LA UE EN SEVILLA

Chirac se convierte en el ganador de la cita andaluza

Carlos Yárnoz

El presidente francés, Jacques Chirac, regresó ayer de Sevilla a París como el gran ganador de la cumbre. Al término de la cita comentó a los periodistas que se iba 'contento' y que la reunión había sido 'perfecta'. Para él desde luego, porque venció por goleada en todos los frentes que abrió. Y encima sólo seis días después de su gran triunfo electoral que le han permitido acudir a la capital andaluza sin su habitual sombra del primer ministro a causa de la ya extinta cohabitación.

Comenzó su paseo triunfal en la madrugada del viernes cuando su ministro de Finanzas, Francis Mer, logró suavizar el compromiso de que en 2004 todos los países de la UE logren el equilibrio presupuestario. Al condicionar esa meta a que el crecimiento sea del 3%, París se ha librado de la amenaza de sufrir un aviso de la Comisión por el elevado déficit francés, que este año acabará en el 2,5%, cerca ya del fatídico 3% fijado como límite infranqueable en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. 'Ha sido un buen arreglo', señaló el líder francés al comentar el documento pactado en Madrid por los ministros de Finanzas de los Quince.

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Pero la faena la redondeó el propio Chirac en Sevilla por partida doble. De entrada, bloqueó la propuesta para dar un primer paso encaminado a poner freno a la cultura del veto en las cumbres. Pero su gran logro consistió en eliminar de las conclusiones el castigo automático a los países que no colaboren en la lucha contra la inmigración ilegal. Francia, con un gobierno conservador, encabezó el grupo opositor a esa iniciativa.

Sonriente y, como siempre, seductor, Chirac repartió por Sevilla el discurso teóricamente más humano: 'Estoy feliz de que la cumbre haya adoptado un acuerdo a la vez equilibrado y humano del problema, como Francia deseaba; un acuerdo basado en el diálogo, en la concertación, en la incitación, y no en la sanción o la condicionalidad'. Ésa era su teoría: premiar a quienes colaboren en lugar de castigar a quienes no lo hagan. Y ésa fue la idea que transmitió antes de llegar a Sevilla a Blair, partidario hace dos semanas de enviar barcos de guerra frente a las pateras y que en la capital andaluza dejó claro a Aznar que se lo había pensado dos veces y ya no quería hablar de castigos. Así, ha sido Aznar quien se ha quedado sin un arma clara para poder usarla frente a Marruecos. 'No he observado decepción entre nuestros amigos', dijo con media risa al preguntarle si España había aceptado a regañadientes.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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