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VISTO / OÍDO
Columna
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Testamento vital

Tenemos otra tontería idiomática adherida al cuerpo de leyes y a la difusión. No sé por qué nos preocupamos tanto de los barbarismos cuando el problema está en el uso de las palabras castizas para tapar el sentido, retorcer la expresión. 'Vital' determina en este testamento, con formalidades y testigos, lo que uno desea que le hagan en riesgo de muerte irreversible: dejarle morir. Creen que no es lo mismo que matarle, pero se mata igual por acción que por omisión: siempre hay que cortar un tubo o no aplicar un goteo. Con lo de 'testamento vital' se sustituye la palabra maldita: 'eutanasia', que el Estado confesional no permite. Y se acude a docenas de palabras que han ido perdiendo el sentido; sobre todo en estos últimos años en los que España -quiero decir 'ellos'- trata de mantener el vocabulario restrictivo, represivo y obligatorio de forma que quiera ir diciendo otra cosa.

Todo lo que rodea a este acto trágico de la muerte voluntaria es un idioma feo y desfigurado. Aparte del término muerte, y de considerarla como voluntaria, saltan palabras augustas e idiotizadas: dignidad, por ejemplo. Las varias partes del tema hablan del derecho a una 'muerte digna'. ¿Qué tendrá que ver la dignidad con la muerte? Recuerda los dísticos militares a la italiana: 'Un bel morire tutta una vita onora'. El problema es mucho más simple: alguien muere, no puede sufrir los dolores ni su prolongación, no tiene medios físicos para acabar, y otro debe ayudarle. Sin duda, el médico, víctima de una equívoca frase hipocrática que lleva miles de años enredando: el médico está para sanar y no para matar. El médico, y los familiares, están para ayudar a no sufrir al enfermo para nada: y menos para la entelequia de salvar dos o tres almas, entre ellas la del médico. ¿Salvarlas de qué? ¿Es que si su propio infierno existiese no irían a él de cabeza por haber prolongado, a veces durante años, el sufrimiento de una persona?

Uno no puede pedir vivir, entre otras cosas porque lo que no existe de ninguna manera y en ningún sitio no puede pedir nada. 'Me nacieron', dice Unamuno al principio de su biografía. Pero uno puede pedir morir, y morir por sí mismo si no puede soportar vivir; que no es solamente tener dolores físicos. No estoy en ese bando: creo que hay que luchar contra la muerte, que es una imposición cruel y malvada, pero creo que se puede estar de parte de ella si la vida es una dictadura peor.

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