El Sónar sube su temperatura cultural
El festival abre su novena edición en Barcelona con mucho público y una amplia oferta
A la salida puede visitarse una pequeña exposición en una sala del Macba con entrada sólo desde el exterior en la que se rinde tributo a Maradona, el protagonista de la imagen del festival de este año. Pero no se acaba aquí el Sónar de día. El circuito completo puede ser extenuante. Dos calles más abajo, en La Capella se presenta una interesante exposición de diseño gráfico del colectivo británico Designer's Republic, que ha tenido gran influencia en los noventa. Está englobada en el programa del Sónar, pero la sala está casi vacía. Y eso que, en un festival que no se caracteriza por tener precios populares, esta recomendable exposición es gratis. Mejor suerte tienen los artistas que exponen en el Centro de Arte Santa Mónica, al final de La Rambla. Allí se ha instalado Sonarama, el apartado más experimental y artístico del festival. Destacan con brillo propio los vídeos de Christian Marclay. El creador estadounidense, uno de los pioneros en la experimentación sonora, presenta en un monitor Telephones (1995), de visión imprescindible, y Mixed reviews (2000), una proyección de un vídeo silencioso en el que un personaje interpreta en lenguaje para sordos un texto sobre música y partituras musicales. Todo un guiño a la crítica. También sorprende en esta sección el robot histérico de los holandeses Edwin Van der Heide y Marnix de Nijs, un artefacto que gira a más o menos velocidad en función del número de personas que hay en la habitación. Una instalación sonora de Franz Pomassl, no apta, según señala el cartel, para epilépticos, y espectáculos audiovisuales en directo completan la oferta de este espacio en el que también puede consultarse el vídeo y la música a la carta del festival.
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