Las cajas se resisten a una dirección política
El 'pinchazo' de varios proyectos retrasa el arranque de la corporación industrial
La corporación financiera operará antes del verano sin las mayores y mejores participaciones accionariales de las dos cajas de ahorros valencianas. Esta idea, que el entonces director general de la CAM, Juan Antonio Gisbert, sacó de su chistera en el verano de 2000 para posponer el intento del Consell del PP de fusionar Bancaixa con la CAM, la recogió el presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, y la vendió como el noviazgo previo a la consecución de una gran caja valenciana. La corporación sigue, sin embargo, medio año después de su constitución, detenida ante la indiferencia, cuando no oposición, de las cajas. La Generalitat anuncia que el proyecto arrancará en pocas semanas.
El Consell quiere un hombre próximo al PP y las cajas exigen uno de sus ejecutivos
La corporación se hizo con participaciones de unas sociedades, la mayoría en pérdidas
Desde que Bancaixa y la CAM constituyeran en noviembre de 2001 la corporación al 50% son varios los intentos frustrados para ponerla en marcha. En febrero de este año, la corporación se hallaba en plena bronca interna, no por sus estatutos sociales, sino por la elección del que será su equipo de dirección. La Generalitat quería colocar a un hombre del PP al frente de la corporación, concretamente al ex consejero de Industria y ex alcalde de La Núcia Diego Such, y las cajas consideraban innegociable la presencia de sus ejecutivos en la cúpula. Más claro: la corporación es jurídicamente una sociedad limitada, donde los dos únicos accionistas son las cajas, pero sin los controles internos de los que disponen estas últimas. El poder de maniobra de sus órganos de gobierno es total. El pulso continúa tres meses después. Such sigue autoproponiéndose en la lista de candidatos, mientras Bancaixa apuesta por uno de sus ejecutivos: Arturo Alario. Y ahí siguen.
Pero ¿a qué tanta pelea por una corporación vacía de contenido? Ni Bancaixa ni la CAM han reducido un ápice el grado de desconfianza de sus equipos directivos y tampoco han logrado homogeneizar su política de inversiones. Si la CAM tiene una participación en el grupo Sol Meliá, Bancaixa ha visto la oportunidad en NH Hoteles. Y cuando coinciden, es el caso de la boyante inmobiliaria Bami, ésta no está en la corporación. En el momento de su constitución, las cajas sólo le confiaron un batiburrillo de participaciones accionariales en 10 sociedades, la mayoría en pérdidas y/o ligadas a proyectos promovidos por el Gobierno popular (Encovagas, Terra Mítica, Hospital La Ribera...). Sólo la participación de Áurea, compañía de autopistas concesionaria de la A-7, brillaba en este invento financiero. Todo apuntaba a que la corporación incorporaría en un futuro inmediato a sociedades de peso, siguiendo el modelo de la corporación de La Caixa o Caja Madrid.
Una de las llamadas a entrar era Aguas de Valencia, entonces en pleno proceso de valencianización. En la compañía hídrica, ganadora del contrato de agua potable de la capital, el intento de Bancaixa, guiada por el Consell, de meter a la CAM en su accionariado ha fracasado, aunque no está del todo descartado que la caja se incorpore a corto plazo.
El negocio de las autopistas también ha pinchado, aunque ahora se busquen parches. El proyecto de fusión de Áurea con la catalana Acesa reducirá la presencia de Bancaixa y la CAM en la que será la tercera operadora europea de autopistas de peaje, que controlará La Caixa. Los valencianos ocupaban, con un 15% del capital, dos asientos en el consejo de Áurea, que tras la fusión apenas alcanzaría el 5%. El Consell y las cajas negocian una mejora de su participación en la sociedad fusionada para conservar la única joya de su corporación, pero todavía es precipitado aventurar el resultado de estos contactos.
Detrás del proyecto de la Generalitat de incorporar a entidades financieras y empresarios locales al negocio del gas estaba Encovagas, sociedad promotora de una planta regasificadora en la Comunidad. Esta sociedad, miembro de la corporación, también ha sido neutralizada por el proyecto de la compañía gallega Unión Fenosa en Sagunto, al que se ha adherido Iberdrola. Son muchos reveses en poco tiempo para un proyecto tan reciente.
Fuentes políticas opinan, sin embargo, que, con independencia de que la corporación arranque con más o menos lustre, es mejor que eche andar antes del verano que esperar al otoño, inicio de un curso político contaminado por las elecciones autonómicas de 2003. Se esperan noticias esta semana.
Mientras tanto, en los bancos de la oposición, los socialistas discuten en estos momentos cuál será su posición ante la corporación. El Gobierno valenciano todavía no se ha sentado a hablar de este asunto con los socialistas, con los que también tiene pendiente cómo se adaptará la ley de cajas valencianas a los cambios que introduce la Ley Financiera, entre ellos la reducción de la presencia pública en los órganos de gobierno de las cajas de ahorros.
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