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El Museo Británico despedirá a 150 empleados para paliar su déficit

El Museo Británico deberá endurecer su programa de recorte de costes para afrontar un déficit estimado en 6,5 millones de libras (unos 10 millones de euros) para 2004. El hueco en las finanzas, que hace sólo unos meses se cifró en 5 millones de libras, forzará un recorte de plantilla en todas las divisiones y departamentos de la reputada institución pública y polémica morada de los frisos del Partenón, entre otras joyas mundiales.

Las nuevas previsiones, recogidas por la publicación on line especializada The Art Newspaper y confirmadas ayer por el museo, podrían llevar al cierre de salas al público no especializado y a la eliminación de puestos de responsabilidad en los 10 departamentos en que se divide la colección.

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El plan de choque se ejecutará gradualmente durante los dos próximos años, cuando las celebraciones por el 250º aniversario de la fundación del museo estén en pleno apogeo. No todos los detalles se han dado a conocer, pero, de entrada, 150 empleados -el 7% de la plantilla- perderán su puesto de trabajo y la contratación de personal se enfocará a programas concretos. Al mismo tiempo, en una estrategia que ya está en marcha, se reducirán las horas de apertura y cierre de las distintas salas.

Christopher Jones, responsable económico del museo, relaciona la crisis financiera con el parón turístico que sufrió Londres a partir del 11 de septiembre y con la reduccción 'en el valor real' de la ayuda estatal. La subvención, de unos 57 millones de euros, supone un deterioro de la contribución estatal del 30% a lo largo de los últimos 10 años, según las estimaciones de Jones.

El museo, por otro lado, fue visitado por 4,6 millones de personas en 2001, un millón menos que el año anterior. El acceso es gratuito, pero cada visitante gasta una media de 1,55 euros en las tiendas y cafeterías de la institución. La crisis coincide con un momento de esplendor del museo, tras la inauguración de la gran cúpula central del arquitecto Norman Foster. Pero, a diferencia de otras instituciones, como la Tate, el British no ha sabido programar una serie continuada e impactante de exposiciones temporales que tienten al gran público a gastar en los productos derivados del arte.

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