Representantes de la nueva narrativa estadounidense se reúnen en Barcelona
Palahniuk, Sedaris, Chabon, Julavits y Lethem muestran más diferencias que semejanzas
Si tuvieran que dilucidar un rasgo en común, Jonathan Lethem diría el 'entusiasmo', Chuck Palahniuk lo resumiría como una 'oposición a los autores de la generación anterior', y Michael Chabon zanjaría la cuestión diciendo que el concepto de generación ha sido 'secuestrado por la mercadotecnia'. Son tres de los escritores estadounidenses que, junto a David Sedaris y Heidi Julavits, se reúnen esta semana en Barcelona en unas jornadas organizadas por la editorial Mondadori, que los ha traducido a todos ellos bajo la etiqueta The Next Generation.
'El editor necesita etiquetas para acotar el río de información que recibe constantemente', advirtió ayer Claudio López Lamadrid, editor de Mondadori, en el inicio de estas jornadas dedicadas a la nueva narrativa estadounidense, que se celebran hasta mañana en el Instituto de Estudios Norteamericanos de Barcelona. Además de los invitados, la etiqueta The Next Generation incluye también a autores como David Foster Wallace, Matthew Klam y George Saunders.
Tras las 'diferencias abismales' que hay, por ejemplo, entre la recreación de la América rural en tiempos de la Gran Depresión en El palacio mineral, de Julavits, y las historias violentas y aparentemente amorales de Palahniuk en El club de la lucha, esta nueva ola de autores nacidos en la década de los sesenta sólo tiene en común 'la edad, su presencia en las listas de autores que más cuentan y la adscripción a la cultura pop', según López Lamadrid. Los autores, por su parte, dedicaron la sesión inaugural de las charlas a hablar de sus respectivas obras, referentes y motivaciones a la hora de escribir.
Rompió el fuego Michael Chabon, premio Pulitzer 2001 con Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, novela en la que mezcla las andanzas de dos inmigrantes judíos en Nueva York con la evocación de los años dorados del cómic y sus superhéroes: historia en mayúsculas y cultura popular. 'Procedo de una familia de inmigrantes que ha hecho grandes sacrificios para asimilar la cultura americana', explicó, 'y de alguna manera he intentado recuperar algo de un pasado que se perdió con demasiada rapidez'. Otro autor que se remitió a su entorno familiar fue el autor de Huérfanos de Brooklyn, Jonathan Lethem, quien se definió a sí mismo como alguien que 'crea artefactos que sirven para entretener al público'. En esta novela, que ganó el Premio Nacional de la Crítica de Estados Unidos en 1999, se propuso 'romper' con sus 'inhibiciones para hablar del mundo que conocía', para explicar su 'entusiasmo por la textura de la realidad', afirmó.
El satírico David Sedaris -quien observó que al haber nacido en 1956 es 'demasiado viejo' para ser incluido en la Next Generation- también reconoció su tendencia a nutrirse de las vidas de sus familiares para escribir, como se hace patente en Cíclopes. Conocido por las delirantes e impúdicas historias que contaba en un programa de radio, Sedaris explicó que vive 'esperando material' para sus narraciones.
De igual forma, como un 'vampiro', se definió Chuck Palahniuk, aunque desde un punto de vista que algunos tacharían, como mínimo, de provocador. Desconcertante, el autor de Superviviente y Asfixia explicó que su pretensión con El club de la lucha fue emular el éxito de El club de la buena estrella, de Amy Tan, y 'ofrecer un marco de relación social en tiempos en que se desvanecen los modelos a seguir'. A juicio de Palahniuk, este tipo de 'ficción transgresora' que su novela encarna junto a obras como American psycho, de Bret Easton Ellis, y Trainspotting, de Irvine Welsh, se ha truncado después de los atentados del pasado 11 de septiembre en Estados Unidos. Disintió Heidi Julavits, quien recordó que meses después del 11-S 'hay cada vez más temas que vuelven a estar permitidos'.
Babelia
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