'Antes de hacer xenotrasplantes debemos conocer los retrovirus'
Aunque uno de los principios básicos que hemos de respetar en la investigación biomédica es tratar de evitar cualquier riesgo, también hemos de admitir que el riesgo cero no existe. Vivir ya es todo un riesgo y sin asumir cierto riesgo no avanzaría la investigación en biomedicina y no habría progreso', afirma Jonathan Stoye, director del departamento de Virología del Instituto Nacional de Investigación Médica de Londres (Reino Unido). Las palabras de este científico, experto en retrovirus endógenos y xenotrasplante, intentan explicar la cautela y la valentía con que se están desarrollando a un tiempo los estudios de trasplantes de órganos de origen animal (xenoinjertos) en receptores humanos.
'No sabemos qué puede pasar si estos retrovirus pasan de la especie animal a la humana'
Para Stoye, que ha participado en Madrid en un simposio internacional sobre Nuevas formas de acción infecciosa, organizado por la Fundación Ramón Areces, el xenotrasplante brinda un beneficio potencial enorme para la humanidad, pero 'antes de llevarse a la práctica clínica es necesario tener muy claros algunos aspectos, como la función de los retrovirus endógenos'.
Estos microorganismos son virus que, de forma natural y a lo largo de miles de millones de años, han insertado sus genes en los cromosomas del huésped en que están alojados, ya sea un animal o un hombre, y de este modo los retrovirus pasan a formar parte del cromosoma en que se encuentran y se replican con él.
'Muchos de estos virus, que constituyen más del 5% del material genético de nuestros cromosomas, no son funcionales, sino defectivos, ya que no tienen ninguna función ni crean problemas. Sin embargo, una parte de ellos puede reactivarse y multiplicarse como virus con capacidad infecciosa y todavía no conocemos bien las consecuencias', explica Stoye.
Los retrovirus endógenos empezaron a estudiarse hace 30 años, si bien el avance en su conocimiento es reciente por su posible relación con la aparición de ciertos cánceres en humanos. Los conocimientos más actuales, según el especialista británico, permiten ya descartar tal relación y conducen a la conclusión de que su interés clínico hoy por hoy sólo está en el xenotrasplante.
'Pensamos que en el hombre estos microorganismos no tienen repercusiones patológicas. Hay algunos investigadores que los han relacionado con la enfermedad autoinmune conocida como lupus eritematoso sistémico. Personalmente, creo que no existe ninguna asociación. Sin embargo, en gatos se ha podido comprobar que cierto número de leucemias felinas están causadas por los retrovirus endógenos del propio animal', explica.
Como indica Stoye, los conocimientos actuales sugieren que en la especie humana se ha establecido un buen equilibrio entre el sistema inmunológico o defensivo y estos agentes, de tal modo que permanecerían latentes y no resultarían dañinos. 'Pero no sabemos qué podría suceder si estos retrovirus pasan de la especie animal a la humana mediante el xenotrasplante. Porque además no podemos olvidar que un paciente humano que va a ser receptor de un injerto ha sido inmunodeprimido para reducir las posibilidades del rechazo', añade.
En este punto hay un gran debate científico, a juicio de Stoye, por cuanto unos autores, que piensan que los riesgos son más teóricos que reales, apuestan por zanjar esas reservas y lanzarse a trabajar en un campo 'que puede salvar muchas vidas', mientras que otros, 'más conservadores o menos arriesgados', no conciben tal posibilidad.
En el caso del xenotrasplante, según este investigador, es imprescindible que sean superados tres aspectos: reducir al máximo el riesgo del rechazo, comprobar la compatibilidad fisiológica entre el injerto del animal y el del humano y descartar la posibilidad de que los retrovirus endógenos del xenoinjerto puedan causar enfermedad en el receptor.
'Cuando tengamos bien claras estas premisas', advierte, 'habremos dado un gran paso en la investigación en xenotrasplante. La mayoría de los investigadores creen que el animal idóneo para esta práctica es el cerdo, puesto que sus órganos trasplantables son fisiológicamente similares a los humanos y porque estos animales se reproducen rápidamente, con lo que no tenemos problemas de disponibilidad'.
Los estudios en chimpancés y babuinos, que también empezaron a realizarse, pronto fueron descartados. En los primeros por tratarse de una especie en extinción y en los segundos por ser los xenoinjertos demasiado pequeños, excepto si fuesen empleados en niños.
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