La inseguridad como motor del cambio

Cuando el alemán Ulrich Beck, uno de los más brillantes sociólogos actuales, estaba elaborando y dando a conocer su concepto central de la 'sociedad del riesgo', sobrevino la catástrofe de Chernóbil, que puso trágicamente de manifiesto la pertinencia de su análisis. Luego llegarían las vacas locas, las crisis financieras y otras catástrofes provocadas por el hombre. En esta obra. Beck pretende ir hasta 'las últimas consecuencias' de su concepto original para analizar la 'sociedad del riesgo global', que ya no se pueden definir parámetros nacionales. Los mega-riesgos han cruzado 'el límite de lo asegurable', más allá del cual comienza esa sociedad del riesgo. Las compañías de seguros no pueden asumir indemnizaciones ante desastres nucleares, consecuencias del cambio climático, colapsos de economías o futuras consecuencias perniciosas de las nuevas tecnologías. A la vez, critica que los científicos e ingenieros se reserven 'el monopolio en el diagnóstico de los peligros'.

En los mercados globales, Beck ve una 'correlación entre la distribución de bienes y la distribución de males', y una 'irresponsabilidad organizada', en la que a una primera oleada de desregulación nacional sigue otra de regulación transnacional. En esta economía, al destruir su ecología, los pobres pueden 'acabar destruyéndose a sí mismos, con efectos colaterales para los ricos'. El riesgo global, según esta visión, no es algo que afecte únicamente a Occidente, pues en este nuevo contexto 'las sociedades no occidentales comparten con Occidente no sólo el mismo espacio y tiempo, sino (...) los mismos retos básicos (en diferentes lugares y con diferentes percepciones culturales)' de lo que el sociólogo alemán llama 'la segunda modernidad'. En ésta, a diferencia de la primera, la sociedad ha de responder simultáneamente al menos a cinco retos: la globalización, la individualización, la revolución de los géneros, el subempleo y los riesgos globales, en cuyo centro sitúa a los ecológicos. Beck, al contrario de muchos otros, alerta de que muchas partes del Tercer Mundo 'muestran hoy a Europa la imagen de su propio futuro', antes que al revés.

En un capítulo inicial, cuyo título habla casi por sí sólo -El manifiesto cosmopolita- y en otras partes del libro, Ulrich Beck pide la instauración de un diálogo transnacional-nacional, la creación de 'partidos cosmopolitas' y la 'reinvención de la política', que no puede seguir siendo nacional y que ha de hacer frente a una subpolítica que, través de ONG y otros cauces y medios, en cuyo centro está la televisión, ha supuesto la desintegración del poder tradicional. Para Beck, la socialización del riesgo puede convertirse en una importante base para generar sentimientos de pertenencia a una comunidad.

Son ideas que ya había expresado en obras anteriores. Esta colección de ensayos las recoge de forma estructurada y enriquecida y saca punta a los conceptos que tanto ha contribuido a desarrollar y que resultan sumamente pertinentes para entender el mundo actual, en el que la idea central de riesgo invierte la relación entre pasado, presente y futuro, pues obliga a comenzar por lo que podría suceder antes que por lo que ya ha sucedido.