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CUMBRE UNIÓN EUROPEA-AMÉRICA LATINA
Columna
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La Unión Europea y el patio trasero americano

En 1999, los líderes de la Unión Europea y de América Latina y Caribe se reunieron en Río de Janeiro, donde en el marco de la 19ª Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, determinaron las 54 prioridades de un programa común de trabajo, y formularon un conjunto de propuestas y de acciones encaminadas a promover una Asociación Estratégica entre las dos áreas, cuyo objetivo fundamental era estimular el desarrollo económico y social de los países que les componían. Tres años después estamos muy lejos de las esperanzadoras expectativas que entonces se diseñaron, pues la degradación de la situación en la gran mayoría de los países latinoamericanos, a pesar del maquillaje que quiere practicarse manipulando los indicadores económicos de algunos países, es alarmante. La regresión económica en forma de pobreza / miseria o simplemente de precariedad, la fragilidad social a la que el desasistimiento público y comunitario está confiriendo perfiles dramáticos, y la involución ciudadana de países y pueblos apenas establecidos en democracia, ponen gravemente en peligro el destino de una área ecopolítica y ecocultural cuya estabilidad y progreso son decisivos para el futuro del mundo.

La política exterior estadounidense ha considerado siempre todas las tierras situadas al sur de Río Grande como su hinterland natural, su patio trasero. El Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte del que forman parte Estados Unidos, Canadá y México, es el primer intento de dar figura institucional a esa relación asimétrica. La segunda es el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) promovido y creado también por Estados Unidos, en 1994, cuyo propósito es institucionalizar la hegemonía político-económica USA y extenderla a todos los países de América Latina. Se trata de un proceso, cuyo cumplimiento, a la vista de los resultados de los siete años de TLC, puede significar la total recolonización de Iberoamérica por parte de los Estados Unidos. Pues, hoy el 75 % de las importaciones de México y el 89% de las exportaciones se hacen con sus vecinos del Norte, la deuda externa mexicana se acerca a los 180.000 millones de dólares, más de la mitad de la estructura del empleo es precaria e informal, cerca del 50% de la población mexicana vive en la pobreza y el 20% en la miseria.

¿Qué puede hacer Europa si renuncia a tener su propio patio trasero? La UE es el segundo partenaire comercial de América Latina, el primer inversor y el primer proveedor de ayuda a la zona con más del 60% de la contribución mundial. Desde esa posición podría constituirse en una alternativa solidaria y de progreso frente al ALCA, como ha puesto de manifiesto el Foro Social Alternativo que estos días se ha reunido en Madrid y que desembocará en el Foro Social Trasatlántico. Porque si es evidente que no resulta fácil, con los nacionalismos económicos a flor de piel, negociar un verdadero desarme arancelario y de productos, es, sin embargo, una broma de mal gusto, que queramos compensarlo con un programa de cooperación que prevé para la lucha contra la pobreza, la promoción de la sociedad de la información, la defensa de los derechos humanos y la formación en Europa de los estudiantes latinoamericanos, un presupuesto total de 50 millones de euros anuales durante cinco años. Si lo comparamos con el presupuesto para la adaptación de los países candidatos, con el destinado al sureste europeo o incluso con el del Mediterráneo, es un verdadero escarnio. ¿Es de recibo que se lance, a bombo y platillo el programa Alban para 4.000 estudiantes, siete años de duración y sólo 88,5 millones de euros? Más allá de los dineros, si de verdad se quiere adecentar la vida política y económica, ¿por qué no se crea un tribunal económico eurolatinoamericano para los grandes defraudadores públicos? Si de verdad se quieren promover los derechos humanos, ¿por qué no se estimula a los gobernantes latinoamericanos para que establezcan en su área un Tribunal, o cuanto menos, una Comisión de Derechos Humanos?

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