EE UU ha gastado 19.000 millones de euros en la guerra de Afganistán
La guerra de Afganistán ha costado, hasta el momento, 17.000 millones de dólares (unos 19.000 millones de euros) al Tesoro estadounidense, de los que 3.700 millones corresponden a la CIA y los servicios de espionaje del Pentágono. El Congreso, que conoció el martes esas cifras, no planteó ninguna objeción. Las dos cámaras parlamentarias han decidido no regatear con la Casa Blanca en materia de gastos antiterroristas. Aunque los presupuestos destinados a espionaje son secretos, se sabe que la Comité de Inteligencia del Senado ha aprobado todas las peticiones de fondos planteadas por el Gobierno e incluso ha hecho algo tan inusual como felicitar por escrito al poder Ejecutivo por 'el alto nivel de recursos solicitados para el ejercicio 2003'.
Sabiendo que dispone de una financiación casi ilimitada, el director del FBI, Robert Mueller, ha anunciado un plan de reformas que incluye la creación de una nueva superbrigada antiterrorista, con sede en Washington y dedicada a supervisar investigaciones en todo el mundo. En el próximo año serán contratados unos 1.600 nuevos agentes, la mayoría de los cuales engrosarán las oficinas de lucha contra el terrorismo. La Agencia Nacional de Seguridad, dedicada a la intercepción de comunicaciones electrónicas, dispondrá en 2003 de 1.000 millones de dólares suplementarios para adquirir equipamiento informático de última generación. El presupuesto de la CIA registrará un aumento estimado en unos 500 millones de dólares, para hacer frente a su aumento de plantilla.
Críticas al espionaje
La reorganización de los servicios de espionaje, sobre la que Mueller presentará un programa al Congreso, acabará en gran parte con la tradicional división legal entre asuntos circunscritos al territorio estadounidense (FBI) y asuntos extranjeros (CIA). Tanto la CIA como el FBI han sufrido duras críticas parlamentarias por su descoordinación y su incapacidad para prever los acontecimientos del 11 de septiembre, y el presidente George W. Bush ha ordenado que ambas instituciones trabajen conjuntamente y, en caso de necesidad, se intercambien las funciones. En estos momentos la CIA ya se ocupa de asuntos dentro de Estados Unidos y numerosos agentes del FBI trabajan en el exterior.
La obsesión por el antiterrorismo inquieta a buena parte de los 11.000 agentes del FBI, que temen que sus tareas habituales (lucha contra el narcotráfico, el crimen organizado y otros delitos federales) queden relegadas a un segundo plano.
Otros temen que la generosidad con que se dota a la CIA fomente el derroche y no comporte mucha más eficacia. 'Mucho de lo que se está haciendo es redundante y duplica servicios que ya existían', advirtió Steven Aftergood, director de Proyecto sobre Secretos de Gobierno, un organismo independiente que estudia el funcionamiento de la CIA.
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