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Reportaje:

Acento ecuatoriano en Carboneros

Entrega de la primera casa a los inmigrantes que repoblarán las aldeas

Ginés Donaire

'Ha sido un sueño hecho realidad, o más bien el gordo de la lotería'. Juan Bautista Lupercio, un ecuatoriano de 39 años, no cabía ayer de gozo. Como caídas del cielo se le acumularon las buenas noticias: ha encontrado un trabajo estable, le han donado una casa que a él más bien le parece un palacio y, por si fuera poco, por vez primera desde que hace tres años tomó rumbo a España podrá vivir con toda su familia, con su mujer y sus cinco hijos.

La llegada de cuatro de ellos, ayer al medio día, fue el momento más emotivo de una jornada muy especial para Juan y María Florencia Quinde, su esposa de 33 años. Una jornada, la del 13 de mayo de 2002, que supuso el inicio de un proyecto ambicioso del Ayuntamiento de Carboneros (Jaén) que, en caso de cuajar en todos sus extremos, marcará el fin del proceso de envejecimiento y despoblación de las aldeas de este pequeño municipio de apenas 700 habitantes.

'Es una alegría volver a ver niños por las calles en una aldea donde más de la mitad de su población tiene más de 70 años', se congratula el no menos eufórico alcalde de Carboneros, Domingo Bonillo, principal artífice de una singular e imaginativa iniciativa para dar vida de nuevo a las aldeas de La Mesa y El Acebuchar. De alguna manera, supone una vuelta al pasado de este enclave ubicado a pie de la carretera N-IV Madrid-Sevilla, a un paso de Despeñaperros. Una repoblación similar a la que en el siglo XVIII llevó a cabo Carlos III con criterios reformistas para crear nuevas poblaciones con colonos de los países del centro de Europa.

Colons, que así se llama el proyecto repoblador de este municipio, incorpora sólo una variante importante: sus futuros habitantes serán inmigrantes de Ecuador. ¿Por qué ecuatorianos? 'Porque pensamos que, por razones de idioma y de raíces hispanas, son quienes mejor se pueden integrar con la población nativa de Carboneros', explica el alcalde, que se vio desbordado cuando el pasado verano lanzó a los cuatro vientos su idea. El efecto llamada trajo hasta el pueblo a más de un centenar de ecuatorianos y el Ayuntamiento recibió más de 300 solicitudes de trabajadores de aquel país.

Meses más tarde, cuando los ánimos se han serenado, el Ayuntamiento ha encontrado la financiación necesaria para adquirir la primera vivienda en la aldea de La Mesa, que se ha adjudicado a la familia que mejor perfil ofrecía entre una decena que habían sido preseleccionadas. Si todo transcurre como está previsto, en los próximos meses se irán comprando otras diez. La Junta de Andalucía ha financiado los más de 24.000 euros que ha costado la casa de más de 300 metros cuadrados que ayer estrenaron Juan, María y sus cinco hijos.

Juan Bautista Lupercio, que hasta ahora estaba empleado en la construcción en Madrid, trabajará a partir de ahora en la agricultura. Un empresario que ha preferido permanecer en el anonimato lo va a contratar para que se encargue de gestionar su finca de 3.500 olivos. Su esposa, que estaba en el paro desde que fue despedida como limpiadora en una casa de Madrid al quedarse embarazada, cuidará de momento de sus cinco hijos, que en los próximos días se escolarizarán en Carboneros.

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'Operación dulzura'

Las lágrimas de Juan y María cuando ayer se reencontraron con cuatro de sus cinco hijos estaban más que justificadas. Hacía más de dos años que no veían a Ángel, el mayor, de 13 años; Juliana y Sofía, dos gemelas de 13, y Leopoldo, al que su madre dejó en Ecuador con menos de dos años. Ninguno de ellos conocía a su hermanita María Belén, de sólo seis meses. El abrazo en el que todos se fundieron al medio día de ayer emocionó también a los habitantes de La Mesa, que a partir de ahora serán sus vecinos. 'Estamos muy agradecidos a todos', no se cansaba de repetir una y otra vez María, agradecida por la generosidad recibida de las autoridades locales y de los vecinos que, nada más llegar, ya les obsequiaron con alimentos y otros enseres.

Los cuatro hijos mayores del matrimonio ecuatoriano aterrizaron ayer por la mañana en el aeropuerto madrileño de Barajas. Su llegada fue posible gracias a la llamada Operación dulzura que promueve la Asociación de Ecuatorianos y Amigos de Extranjeros (Adelaye). Su presidenta, Rita Gortayre, recordaba que hay 275 hijos de inmigrantes a la espera de poder ser traídos a España. Hasta ahora, sólo se han encontrado recursos económicos, a través de rifas y la colaboración de los propios trabajadores inmigrantes, para traer a medio centenar de ellos. Es la historia más dulce larvada por los más de 300 ecuatorianos que han llegado a España en los últimos años, de los que más de la mitad siguen a la espera de regularizar su estancia en el país. 'Hace falta el apoyo de otras comunidades autónomas y, sobre todo, del Gobierno para poner en marcha más proyectos como el de Carboneros y poder juntar a los inmigrantes con sus hijos', demandó Rita Gortayre.

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