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Columna
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El imperio 'desfirma'

Andrés Ortega

La Administración de Bush ha sentado un precedente al ser el primer Gobierno que desfirma (unsigns, o retira la firma) de un tratado, el Estatuto de la Corte Penal Internacional (CPI). Se esperaba, lo que no quita para que agrande así la separación entre los dos orillas del Atlántico o respecto al resto de las Américas.

Se denuncian tratados ratificados, pero esto es diferente. Y si EE UU da este paso es porque firmar un tratado, como Clinton hizo con el estatuto el último día en que podía, el 31 de diciembre de 2000, no resulta gratuito. Según el Convenio de Viena sobre Derecho de Tratados de 1969 -que, también, EE UU ha firmado, pero nunca ratificado-, el firmante se compromete a no hacer nada en contra del objetivo de lo suscrito. Por eso, tras un cuidado estudio, el Departamento de Estado ha comunicado por escrito al secretario general de la ONU que EE UU no tiene intención de ser parte del tratado y que 'ninguna obligación legal deriva de su firma'. Tampoco, como ha explicado el embajador Prosper, la Corte que echará a andar en La Haya en el año próximo debe esperar apoyo ni cooperación por parte de EE UU, con la paradoja de que, si los tribunales nacionales no actúan, EE UU se puede convertir en refugio de perpetradores de los crímenes contemplados por la CPI: de genocidio, de guerra, de lesa humanidad o de agresión.

Previsiblemente, EE UU no se quedará ahí. Ya amenaza a los países que colaboren con la Corte. Pues, aunque no sea parte del estatuto, sus ciudadanos y soldados podrían ser acusados por la CPI de crímenes cometidos en territorio de un Estado parte del tratado. El Congreso puede resucitar el proyecto de ley que autorizaría a EE UU incluso a invadir La Haya para rescatar a alguno de sus ciudadanos acusados o condenados por la CPI.

EE UU es el país con más soldados (unos 200.000) fuera de su territorio. Hubiera querido disponer del derecho de veto sobre las acciones de la CPI desde el Consejo de Seguridad, pero tal medida hubiera desvirtuado este tribunal, pensado para perseguir individuos y no reglar conflictos entre Estados.

EE UU quiere ser un imperio no atado por leyes externas ni que comparta soberanía alguna. La tendencia manos libres viene de lejos, pero se ha visto reforzada por el 11-S. Pues, desde entonces, Estados Unidos se siente y está en guerra, aunque no se perciba así desde Europa. Quiere quedarse al margen del nuevo sistema legal que se está creando en el mundo, posible base de una gobernanza global. La cuestión es si esta Corte no queda desvirtuada al no ser parte de ella ni la mayor potencia, EE UU, ni los dos Estados más poblados: China e India. Pero, a pesar de ello, la CPI nace; y ya se verá.

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