Viva la prevención
No es que me encante ir al ginecólogo pero, consciente de la importancia de la salud, acudí al ginecólogo del ambulatorio de Zalla para hacerme la revisión periódica para la que dos meses antes me habían dado cita. Eestaba un tanto nerviosa, como cualquier mujer en esta situación, cuando me encuentro al ginecólogo, eso sí, muy educado y la matrona, preguntándome: '¿Y a usted qué le pasa?'. Le expliqué que tenía cita para hacerme la revisión y él me informó que en el nuevo plan de Osakidetza no entran las revisiones antes de los 45 años, así que me podía haber ahorrado la visita. Pero ningún responsable me había comunicado que debía anular la cita.
No entiendo nada. Cuando fui a mi cita de hace año y medio otro ginecólogo del mismo centro me aconsejó que asistiera regularmente a mis revisiones para tratar de coger a tiempo cualquier problema que pudiera presentarse y hacer un seguimiento de mi tratamiento con anticonceptivos. Ahora, borrón y cuenta nueva, no hay que prevenir. Entonces, ¿cómo me entero de que algo no va bien en mis interiores si la mayoría de las veces este tipo de problemas (ganglios, tumores) son asintomáticos y la única manera de detectarlos es por palpación, ecografía y/o mamografía? Tenemos tres alternativas: denunciarlo y movilizarnos para que se vuelvan a instaurar las revisiones preventivas periódicas, pagarnos nuestra consulta en la sanidad privada (se estarán frotando las manos) o ir al médico cada año y medio quejándonos de un espantoso dolor de tripa. Yo, y creo que el resto de las mujeres, prefiero que, en vez de para atrás, en la sanidad pública se vaya hacia delante y que tenemos derecho a una prevención pública.