Schröder considera que el éxito de Le Pen aconseja frenar la construcción europea
Prodi responde al canciller alemán que el antídoto de la extrema derecha es 'más Europa'
El canciller alemán, Gerhard Schröder, considera que el apoyo electoral al ultraderechista francés Jean-Marie Le Pen pone de relieve que muchos ciudadanos rechazan el ritmo de la construcción europea, por lo que 'hay que ser cuidadosos' para que ese ritmo esté acompasado a la capacidad de absorción de las opiniones públicas. Esa llamada a la prudencia fue respondida ayer de inmediato por el presidente de la Comisión, Romano Prodi, quien reclamó 'más Europa, y no menos Europa' para afrontar los problemas que afectan a los ciudadanos, como los de la seguridad y la inmigración.
El cruce de apreciaciones se produjo después de que ambos dirigentes se hubieran reunido el lunes para cenar en un restaurante próximo a Bruselas con el propósito de abordar los agravios que Berlín ha aireado en los últimos meses contra la Comisión Europea, especialmente los relacionados con iniciativas legales comunitarias que afectan sobre todo a la industria alemana, como la liberalización de los sistemas de distribución de automóviles.
Pero en la cena, a la que asistieron los cuatro comisarios más polémicos para Berlín: Mario Monti (Competencia); Fritz Bol-kestein (Mercado Interior); Erkki Liikanen (Empresa) y Margot Wallström (Medio Ambiente), que han impulsado las principales normas supuestamente lesivas para Berlín, también se analizó lo ocurrido en las elecciones francesas. 'En Francia', dijo el canciller tras la cena, 'casi el 20% de los electores han votado por una política explícitamente antieuropea'. 'Hay una tendencia hacia la vuelta a las políticas nacionales, la xenofobia o la intolerancia'.
Acto seguido, Schröder señaló que hay que meditar sobre el origen de esa tendencia, pero él mismo adelantó esta apreciación: 'Como europeos, debemos ser cuidadosos porque el ritmo de cambios es tan rápido que, a veces, no va acompañado de la capacidad de la gente para absorberlo'.
Prodi reaccionó ayer a mediodía al señalar que, frente al resurgimiento de la extrema derecha, 'la respuesta no pasa por menos Europa, sino por más Europa'. Porque, según explicó, 'no se pueden resolver a nivel nacional' problemas que tanto preocupan a los europeos, como la seguridad, la justicia o la inmigración, sino a través 'de una mayor cooperación europea'.
Para el presidente del Ejecutivo comunitario, 'la cuestión europea' va a estar de nuevo muy presente en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, por lo que, frente a movimientos ultraderechistas, debe haber 'una respuesta política fuerte' a la hora de abordar los problemas más sensibles 'sin esconder la cabeza bajo el ala'.
Más competencia
Pero Prodi también comentó que buena parte de las respuestas a problemas planteados en la actual UE, en este caso en el terreno económico, deben venir de los acuerdos adoptados en 2000 en la cumbre de Lisboa, concretados después en la de Barcelona, según los cuales la Unión debe ser el espacio más competitivo del mundo en la década próxima. Es decir, más mercado único, más reformas estructurales, más liberalizaciones y más competencia.
De eso, especialmente, quería hablar Schröder con Prodi y los cuatro comisarios, toda vez que el canciller ha reclamado en los últimos meses una reducción de fondos europeos para la ampliación, ha favorecido el rechazo a la directiva sobre OPA, ha criticado la iniciativa para liberalizar el mercado de automóviles y ha apostado por quitar poder a Bruselas en las políticas de competencia y de ayudas regionales.
En ese terreno, ambas partes coincidieron en asegurar que la conversación fue 'amigable', pero Schröder ya había dejado claro antes del encuentro que, con medidas que perjudican a la industria alemana, no se hace una verdadera política industrial europea.
Se refería así, sobre todo, a la iniciativa del comisario de la Competencia, Mario Monti, para que el sector del automóvil, al que ahora no se le aplican las estrictas normas de la competencia, sea tratado como los demás de forma que los consumidores europeos puedan comprar el coche que deseen en cualquier país de la Unión. Para la potente industria automovilística alemana, que ejerce un férreo control sobre los concesionarios, el sistema le supondría una gran reducción de ingresos.
Schröder reclamó en la cena que, antes de lanzar iniciativas legales, la Comisión debiera consultar a los principales Gobiernos afectados. Prodi recordó ayer que el Ejecutivo comunitario ha abierto en los últimos meses ese periodo de consulta, pero antes de la cena ya advirtió de que Berlín no gozaría de ningún 'trato de favor' por parte de Bruselas. Ayer, no obstante, comentó que, en el proceso de aprobación definitiva de las iniciativas, se tendrán en cuenta los intereses de todos.
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