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Reportaje:DEBATE

La contaminación del Segura y la salud de las personas

Los científicos discrepan mientras los jueces investigan

Un informe del Instituto Nacional de Toxicología, de 3 de julio de 2001, ilustra la dificultad para conocer a ciencia cierta si la evidente contaminación de las aguas del Segura está afectando a la salud de las personas. 'Es imposible determinar la toxicidad derivada de la ingesta de [productos] hortofrutícolas regados con las aguas del Segura, en la medida en que el análisis de los contaminantes detectados no presenta una equivalencia unívoca con su presencia en las personas que consumen vegetales y frutas procedentes de esos campos'.

No obstante, el informe asegura que como máxima sanitaria hay que tender a limitar dentro de lo posible las fuentes de exposición humana. Si bien en el caso de la contaminación microbiológica la exposición del fruto a la acción de los rayos solares destruye parte de la carga contaminante, 'las hortalizas pueden albergar estreptococos fecales en el interior de sus vainas, en sus botones florales y en otras de sus estructuras'.

Lo esencial es la entrada de los contaminantes en la cadena alimentaria. Toxicología advierte de que los metales pesados -el Segura ha recibido vertidos de cromo- no se degradan desde un nivel de la cadena alimentaria a otro, sino que tienden a acumularse, aunque también pueden transformarse y cambiar por tanto su capacidad lesiva. Parte perjudicada por la toxicidad de dicha cadena pueden ser también los animales que se alimenten con derivados en los que se han acumulado las sustancias tóxicas. Los animales acumulan las toxinas en el hígado y riñones, de tal suerte que 'el consumo humano de lo que se conoce como menudillos va a revertir finalmente en el hombre', indica el estudio.

De este informe, que consta en las diligencias abiertas por la contaminación del río en el Juzgado número 4 de Murcia, se desprende que 'el riego de hortofrutícolas con aguas procedentes de vertidos industriales en las aguas puede ocasionar riesgos para la salud de las personas'. Otra cosa es determinar si el río Segura contiene cantidades de productos tóxicos suficientes para afectar a la salud. Y es en este punto donde surge la principal controversia. Porque los análisis hasta ahora realizados en las aguas del Segura difieren según quién los encargue y según quién los interprete, según en qué punto y en qué condiciones se tomen las muestras y, en definitiva, según convenga.

Las plataformas en defensa del Segura, que en los últimos meses han convertido en bandera de sus reivindicaciones los supuestos males para la salud de las personas, no tienen dudas del riesgo que la contaminación del río produce en los seres humanos. Basan su certeza en algunas de las conclusiones del informe de Toxicología: 'La existencia de contaminación microbiológica fecal implica la posible coexistencia de otros agentes patógenos, como los virus, que podrán dar lugar a diferentes efectos de índole tóxico'. Y el más grave: 'el cromo puede ocasionar daños a la salud de las personas'. Este metal, dice el informe, produce en el hombre daños hepáticos y renales e incrementa el riesgo de cáncer de pulmón. Toxicología remata así su estudio: el agua analizada no cumple la legislación vigente (Real Decreto 995/2000).

Otro informe, solicitado por una juez de Orihuela al Instituto de Medicina Legal de Valencia, no es menos inquietante. Éste concluye: 'Los vertidos analizados de todas las empresas investigadas suponen, por separado y en su conjunto, un grave riesgo para el equilibrio de los sistemas naturales y para la salud de las personas'.

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Un muestreo de agua residual vertida al Segura realizado por la empresa Medymed el 25 de septiembre de 2001 detectó dos miligramos de cianuro por litro, 42,8 de cromo, 141,6 de níquel, 5 de zinc y 9,3 de cobre. La máxima toxicidad se ha detectado en el Guadalentín, afluente del Segura. El laboratorio Labaqua ha analizado los lodos de ese río y ha detectado en ellos altos índices de cromo.

Más tranquilizadoras son las conclusiones del informe realizado por el departamento de Agroquímica y Medio Ambiente de la Universidad Miguel Hernández. De las muestras de agua, recogidas durante doce meses en el tramo del río que surca la Vega Baja, se desprende que la concentración en el agua de los metales detectados (zinc, hierro y manganeso) no resultan preocupantes para el uso agrícola o medioambiental de dichas aguas. El cadmio, por su bajo contenido, 'no supone ningún riesgo medioambiental de contaminación de suelos o toxicidad en cultivos, cuando se ulitilicen para riego'.

Estos no son todos los informes científicos sobre la calidad de las aguas del Segura. Existen otros, de resultados igualmente dispares, que poca luz arrojan sobre una de las máximas preocupaciones de los habitantes de la Vega Baja: ¿existe o no riesgo para la salud de las personas por la contaminación del Segura? Mientras Toxicología ha encontrado dificultades científicas para responder diáfanamente a esta pregunta y ninguna opinión experta se atreve a dar un veredicto fiable, la Administración en manos del PP lo tiene muy claro. El presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, y por simpatía todos los cargos públicos del PP en la Vega Baja, proclaman: el río Segura no entraña riesgos para la salud de las personas. Y decir lo contrario es causar alarma social.

Pero las plataformas en defensa del Segura recelan de esas declaraciones. Y piden pruebas: 'Que Julio de España -presidente de la Diputación de Alicante- se bañe en el río como prometió'.

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