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Barajas registró 16 casos graves de síndrome de la clase turista en 5 años

Las embolias pulmonares ocurrieron en vuelos de más de seis horas

Del avión a urgencias. Ése ha sido el trayecto de 16 pasajeros que han desembarcado durante los últimos cinco años en el aeropuerto madrileño de Barajas, según una investigación dirigida por el jefe de Neumología del hospital Ramón y Cajal, Esteban Pérez-Rodríguez. La causa del ingreso fue una embolia pulmonar, la forma más grave del síndrome de la clase turista, una enfermedad directamente relacionada con la duración del viaje y la falta de espacio en los aviones.

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El Ramón y Cajal es el hospital que recoge las incidencias del aeropuerto de Barajas, por lo que Pérez-Rodríguez sólo ha contado para su informe con los pasajeros que enfermaron nada más aterrizar el avión o en el vuelo. El estudio no incluye los casos que se hayan producido después.

Quince de los 16 afectados habían pasado más de ocho horas en el avión. El total de pasajeros que efectuaron viajes de esa duración en los últimos cinco años fue de nueve millones, lo que da una incidencia de un caso grave cada 600.000. Esta proporción es similar a la de los estudios realizados en los aeropuertos de Heathrow (Londres) y Charles de Gaulle (París). El estudio revela que para viajes más cortos (de seis a ocho horas) sólo hubo un enfermo. En recorridos más cortos no hubo ningún caso registrado en el hospital (ver gráfico).

No todos los pasajeros tienen el mismo riesgo. Aunque influyen muchos factores, según resaltó el autor del estudio, la mayoría de los viajeros tratados en el hospital madrileño eran mujeres, su edad media estaba en los 70 años y padecían obesidad o varices. Pérez-Rodríguez no quiso desglosar más sus conclusiones, por 'prudencia' y porque espera publicar el trabajo -el primero que se realiza en España- en una 'prestigiosa revista'.

El síndrome de la clase turista se debe a la deshidratación por la sequedad del ambiente del avión, a la bajada de presión que se da en las aeronaves cuando ascienden y, sobre todo, a 'la inmovilidad'. Por eso, como primer remedio, el neumólogo afirmó que si las aerolíneas 'dieran más espacio, sería mejor'.

Para evitar los males asociados a la inmovilidad, los expertos recomiendan hacer ejercicio con las piernas, beber abundantemente agua y zumos, evitar el alcohol porque deshidrata, no abusar del café o del té y consultar con el médico antes de iniciar el viaje si se está tomando algún fármaco que pueda influir en la coagulación o si se padecen trastornos cardiorrespiratorios. Los especialistas también aconsejan que no se duerma en posturas que puedan dificultar la circulación, y levantarse y pasear por el pasillo del avión cada hora. Este último remedio, en cambio, es rechazado por las aerolíneas, por las molestias y el riesgo que pueden suponer para el pasaje.

La embolia pulmonar sintomática es sólo 'el pico' de las manifestaciones del síndrome de la clase turista. Pérez-Rodríguez explicó que esta dolencia consiste, en su forma más leve, en una trombosis venosa profunda, y que se da en un 10% de los pasajeros de vuelos de más de ocho horas. Esta obstrucción de las venas suele producirse en las piernas, y puede pasar desapercibida o provocar inflamación, dolor y calentamiento. Si el trombo se desplaza y llega a los pulmones, el síndrome adquiere más gravedad. Entonces puede provocar una embolia. La enfermedad puede ser mortal en un 10% de los casos, y se manifiesta por dolor y disnea. El experto recomendó a los viajeros que sufran estos síntomas 'inmovilidad, tranquilidad y acudir al hospital en cuanto se aterrice'.

El síndrome de la clase turista se describió por primera vez hace más de 10 años. Se le atribuyen más de 40 fallecimientos en pasajeros de vuelos intercontinentales en Australia, Japón y el Reino Unido. En España, las autoridades encargaron el año pasado al Centro Interdisciplinar de Medicina Aeronáutica un estudio sobre la dolencia. Mientras tanto, las compañías aéreas se responsabilizan de informar a los pasajeros de los riesgos de la enfermedad.

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