Carmen Thyssen expone en Roma 60 cuadros de su colección de arte
'Sólo los expertos pueden juzgar las obras', asegura la baronesa
Carmen Thyssen-Bornemisza fue ayer la verdadera estrella de la exposición que presenta en Roma 60 lienzos de su colección privada. La baronesa respondió con diplomacia a su hijastra, Francesca de Habsburgo, que ha puesto en duda la calidad de las obras. 'La verdad es que no las conoce, no ha visto mis cuadros, no puede opinar. Los que pueden juzgar mi colección son los expertos en arte. Ella poco a poco irá aprendiendo'.
La exposición, que permanecerá abierta en el palacio Ruspoli de Roma, sede de la Fundación Memo, hasta el 23 de junio, presenta la evolución de la pintura desde mediados del siglo XIX al primer tercio del siglo XX. Un periodo crucial resumido a través de la obra de pintores como Zuloaga, Sorolla, Gauguin, Monet, Kandinsky o Lautrec, y de artistas menos conocidos, como los representantes de la escuela americana de finales del siglo XIX o los artistas de la escuela de La Haya, fuente de la que bebió Vincent van Gogh.
Se trata de una pequeña muestra de los más de 800 lienzos que la baronesa ha ido comprando desde mediados de los años ochenta, tras su matrimonio con Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza. Esta selección de cuadros se exponen por última vez ya que se incorporarán a los fondos del Museo Thyssen cuando concluyan las obras de acondicionamiento del palacio de Villahermosa en 2003.
La baronesa Thyssen se confesaba feliz de ver la exposición en pie. '¿Que cuando me daré por satisfecha? Coleccionar es como tocar el piano, siempre hay una última nota', dice. 'Me gustan todos los cuadros que tengo, no podría elegir. Pero claro, el expresionismo alemán y la pintura española son los dos aspectos que prefiero. Tenemos una colección de pintura andaluza y otra de pintura catalana fantásticas, y espero que la améis vosotros también'.
La baronesa reconoce que con Francesca de Habsburgo 'ha habido algunos problemas', y que la exposición de Roma ha sufrido retrasos, 'por el terrorismo'. 'La situación del mundo de los seguros ha estado muy alterada y nos ha obligado a cambiar un poco las fechas de la exposición', precisa Tomás Llorens, conservador jefe del Museo Thyssen.
Llorens explica que la exposición de Roma, El triunfo del color, toma el nombre de los elementos que sintetizan mejor lo que significa la pintura moderna, 'que es luz y color, frente al dibujo de la pintura clásica'. En la primera de las ocho salas dedicadas a la muestra se puede admirar un espléndido Zuloaga, Corrida de toros en Eibar, pintado en 1899, que asombra además por el españolismo de la estampa que hoy difícilmente se encontraría en Euskadi. En la misma sala, que se contrapone a la siguiente, dedicada a los pintores americanos naturalistas, cuelga el único Goya de la muestra, junto a un Fortuny y dos curiosas obras de Eugenio Lucas Velázquez, que representa la corriente que reivindicó a Goya en el siglo XIX. El impresionismo está presente con Pissarro y Monet, Regoyos y Eugene Boudin, entre otros.
'Uno de los aciertos de la colección de la baronesa es el de haber sabido encuadrar la pintura española dentro de las tendencias artísticas internacionales', dice Felipe Garín, director de la Academia de España en Roma,ante obras de modernistas (Casas, Mir, Rusiñol) y otras de Corot, Sorolla, Monet y Matisse.
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