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VISTO / OÍDO
Columna
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Viejecitos

La desgracia social de que la vida se haya prolongado tanto en España se pone de manifiesto continuamente: ahora, un estudio de La Caixa descubre que somos casi dos millones y medio de ciudadanos (de un total de algo más de cuarenta) los que tenemos entre 75 y 85 años, lo cual es un desastre económico porque consumimos menos: casi nada. Afortunadamente, en mi caso, vivo rodeado de personas abnegadas que compensan esta falta de patriotismo económico que tengo yo gastando todo lo que pueden, de modo que compensan mi natural parco de niño de la guerra, y eso pasa en muchos hogares. Por lo menos en el 34%, dice La Caixa, hogares que están sostenidos por personas mayores de 65 años.

La corrección política de la entidad dice 'personas', para hurtar la palabra 'hombres', que podía tener un significado real; y habla de 'cónyuges' a su cargo por no citar tampoco el sexo. Esta tendencia es algo que va en crecimiento, y el susto bancario está hablando de la desgracia que va a suponer en el mercado de trabajo, el consumo, la demanda de vivienda o los impuestos.

Aznar prepara una ley de pensiones que modificaría mucho la ley del retiro por la vía de retrasarla, y algunos consideran que es una estafa porque han pagado toda su vida para recibir su compensación. Otra solución es prohibir a los médicos que atiendan a mayores de 64 años y que los hospitales no los reciban y las farmacias no les sirvan sus recetas. Pero hay irónicos que creen que así viviríamos más años, y gastaríamos mucho menos, sin ayudar al comercio, a la Administración pública y al Ministerio de Hacienda. Desde el punto de vista ético es difícil de resolver, y las familias que a veces procederían gustosas por su cuenta, eliminando al perro y al viejo, no tienen el suficiente impulso en los medios de comunicación para hacerlo.

Pero cosas más monstruosas se están haciendo en el mundo. Vamos quitándonos de encima a los habitantes del Tercer Mundo por bombas selectivas o dejándolos cocerse vivos en su propio sol, y se han encontrado las maneras literarias en los medios y en la política para hacerlo comprensible. La idea, por ejemplo, de evitar sufrimientos médicos y morales a los ancianos podría ser una base moral que, bien desarrollada, formase parte de la moral burguesa. Y de la proletaria.

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