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Eduardo Chillida seguía ingresado ayer en estado de extrema gravedad

Maribel Marín Yarza

Nadie ocultaba ya ayer que Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924), el escultor español más destacado de la segunda mitad de siglo XX, estaba anoche extremadamente grave. 'Aita ha sido una persona que siempre ha tratado de buscar los límites, de hacerse preguntas que nunca ha sabido responder', dijo su hijo Luis. 'Quizá está llegando al límite de su vida, que a la vez es el principio de una nueva, y pueda encontrar esas respuestas que siempre se ha hecho en su trabajo'. Al cierre de esta edición, el artista luchaba por mantener su vida.

Luis Chillida bajó de la suite de la Policlínica de San Sebastián donde su padre se encontraba ingresado para confirmar la gravedad del artista. 'No se sabe si va a durar un día, unas horas..., por eso os pido respeto, para que podamos despedirnos de él lo mejor posible', declaró. La confirmación médica de sus palabras llegaba por boca del director médico de la clínica, Antonio Arraiza, y del facultativo que atiende al escultor, Fernando Neira. 'Eduardo', dijo, 'ha desarrollado una enfermedad mental degenerativa que le ha llevado a una situación calamitosa. Ingresó [el miércoles por la tarde] en la UVI aquejado de neumonía, en situación crítica y su pronóstico sigue siendo gravísimo'.

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Chillida vivió la jornada 'semi-inconsciente o inconsciente total', según el parte médico, y arropado por su mujer, Pilar Belzunce, y sus ocho hijos. El mismo miércoles la familia pidió a la dirección del hospital que trasladara al escultor a una suite de planta. Pidió también que no se prolongara su vida innecesariamente. 'La familia', señaló Neira, 'ha querido evitar las medidas invasivas que podían alargar su vida, pero también acarrear ciertas incomodidades y un ensañamiento terapéutico'.

Esperanza

La situación crítica que atravesaba el escultor varió ayer la rutina en San Sebastián. Su nombre salía constantemente en conversaciones de bar y su figura se reivindicaba en los círculos artísticos e institucionales. El alcalde donostiarra, Odón Elorza, y el diputado foral de Cultura, Luis María Bandrés, visitaron por la mañana al artista y arroparon a su familia, que vive estas horas dramáticas con esperanza.

'Afortunadamente, aita ha sido siempre una persona creyente y, en este momento, está en manos de Dios', dijo Luis, que quiso dejar claro que su huella es indeleble. 'Eduardo Chillida, como escultor y persona pública, va a estar siempre con nosotros', manifestó visiblemente afectado. 'Ahí quedará su obra, ahí quedará su trabajo', esparcido como monumentos por ciudades de todo el mundo: Berlín, en la capital alemana; La sirena varada, en Madrid, y el Peine del viento, en su ciudad natal, una de sus creaciones más sentidas. Tanto, que su hijo Luis no pudo evitar, conmovido, hacer una referencia: 'Si os vais al Peine del viento y lo filmáis, espero que cuando llegue el momento haga un guiño o alguna señal para despedirse de él'.

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