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Tribuna:CUMBRE DE BARCELONA
Tribuna
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Europa, desde la izquierda

A estas alturas, decir que vivimos en un mundo globalizado en el que conviven peligros ya conocidos con nuevas amenazas, como la globalización del terrorismo, no es decir nada nuevo. Pero es esta realidad la que convierte en imprescindible la hasta ahora necesaria reforma de los viejos Estados-nación. Una reforma orientada hacia un ejercicio eficaz de sus responsabilidades a través de la transferencia de competencias que, hoy por hoy, sólo pueden desarrollarse en plenitud en otros niveles de gobierno, bien hacia arriba, bien hacia abajo. Pero, además, si el objetivo que compartimos desde la izquierda es el de democratizar la globalización, éste difícilmente será alcanzable sin la articulación de espacios regionales supranacionales, con intereses e identidades civilizadoras compartidas, dentro de la diversidad cultural.

Los socialistas hemos de profundizar en nuestro compromiso con un futuro federal para Europa

La Declaración de Laeken recoge que Europa se encuentra en una verdadera encrucijada. Debe elegir entre aferrarse a lo conocido, a conservar lo existente, que la condenaría a tener un papel residual en el mundo, o apostar por una opción valiente y ambiciosa, que no es otra que la de la Europa federal, la de la cohesión interna y de la solidaridad externa, con instituciones fuertes, responsables. El año transcurrido entre Niza y Laeken ha fortalecido las propuestas orientadas a dar un impulso reformista y federal a la UE. Y estas propuestas surgen del convencimiento de que no es posible salir airosos de esta encrucijada sin un compromiso más activo y directo de los europeos y europeas.

Las aportaciones de la izquierda europea encaminadas a abrir un nuevo 'proceso constitucional', sobre la base de una reorganización de los Tratados, para hacerlos más sencillos, con competencias más delimitadas y decisiones más democráticas, han sido constantes a lo largo de estos meses y crearon un clima propicio para que en Laeken se hiciera realidad la convocatoria de una Convención sobre el Futuro de Europa, preparatoria de la próxima Conferencia Intergubernamental.

Me gustaría equivocarme, pero no parece que la actual presidencia española esté dispuesta a convertir esta necesidad en una realidad. José María Aznar actúa y se siente más cómodo ejerciendo de líder de la derecha europea que de líder europeo. Líder de una derecha que, como Berlusconi en Italia, vive con recelo y desconfianza el proyecto europeo y se siente más identificada con el retorno hacia los viejos modelos de Estado centralista. De una derecha que en España habla de liberalizar, y se limita a privatizar en favor de sus amigos, y que en Italia ha convertido el Estado en el lacayo de un conglomerado de empresas. También Pujol ha derivado hacia una visión de Europa en la cual los poderes públicos se limitan a hacer de notarios de los intereses de las grandes empresas, como hemos comprobado en el caso Lear, una multinacional americana -con beneficios en España- que quiere cerrar su centro en Cervera (Lleida) y dejar en la calle a 1.200 personas. Aznar representa, además, una derecha europea reticente a trasladar competencias hacia arriba y beligerante contra la transferencia de competencias hacia abajo. Los socialistas, frente al freno y marcha atrás de la derecha española, queremos desarrollar el actual Estado de las autonomías en una orientación federal: convirtiendo el Senado en una verdadera cámara territorial a través de una reforma constitucional, definiendo unos canales de participación de las Comunidades Autónomas en la UE o fortaleciendo el papel de los municipios.

Los socialistas, a diferencia de las opciones conservadoras, no podemos concebir una Europa en la que la armonización de las políticas económicas no vaya acompañada de la armonización de los modelos de protección social y de relaciones laborales. Para nosotros, federalismo y cohesión social son dos caras de la misma moneda.Por eso, damos apoyo a los actos y manifestaciones que se celebran en Barcelona de forma pacífica y educada en el marco del Foro Social juntamente con organizaciones sindicales como UGT, Unió de Pagesos y CC OO, organizaciones cristianas, la Federación Catalana de ONG para los Derechos Humanos, la Federación Catalana de ONG para el Desarrollo, SOS Racisme o la Fundació per la Pau, el Consejo de la Juventud y partidos políticos como ERC, ICV y EUiA. Todas estas organizaciones políticas y sociales creemos que existe otra forma de hacer Europa. Una manera más democrática, más participativa, más social, más solidaria, más equilibrada. Ésta es nuestra Europa, muy lejos de la Europa pensada solamente como un gran mercado que algunos nos pretenden vender como única opción. Esta obsesión por la imposición lleva a Aznar a manipular nuestro apoyo a los movimientos que pretenden una Europa más social, equiparándonos de forma maniquea y sectaria a los antisistema, a los violentos y a los que dan cobijo a los terroristas, como es el caso de Batasuna.

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En el fondo, Aznar deja traslucir el instinto totalitario que le lleva a dar instrucciones permanentes a los socialistas. Nos dice cuándo, dónde y con quién podemos viajar, cómo hemos de hacer política en el País Vasco y cómo hemos de conducir nuestro congreso. También con estilo acomplejado persigue cada paso del ex presidente del Gobierno y con estilo desdeñoso rechaza cualquier tipo de iniciativa que no sea de él. Y lo hace aplaudido por una cohorte de aduladores que flaco favor prestan a nuestra democracia. Tanto éstos como el propio presidente del Gobierno olvidan que España ya no es una, grande y libre, y el señor Aznar no se ha enterado todavía de que no es el jefe nacional del extinto Movimiento. Frente a una derecha europea parapetada en un nacionalismo instintivo de corto alcance y obsesionada en limitar el proyecto europeo a un espacio económico en el cual lo político y lo público se reducen a lo intergubernamental, los socialistas hemos de profundizar en nuestro compromiso con un futuro federal para Europa.

Felipe González, en 1992, con motivo del referéndum francés sobre el Tratado de Maastricht, afirmaba: 'Hoy, por convicción, debemos hacer de la Unión Europea el eje básico de la construcción de la nueva Europa tras la liquidación de la política de bloques. Si perdemos esta oportunidad nos costará al menos una generación recuperarla, si es que no nos cuesta un retroceso irreversible en el horizonte que uno es capaz de ver en política'. Diez años después, estas palabras de Felipe González han ganado en validez. Conviene no olvidarlas, sobre todo, todos aquellos que pretenden satanizar el libre derecho de libertad de expresión y manifestación de los que no queremos someternos a la idea de que solamente hay una manera de interpretar el mundo. Los socialistas no vamos a quedarnos impasibles ante estos ataques porque, simplemente, no queremos que nuestra sociedad pierda el futuro.

José Montilla es primer secretario del PSC.

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